SABÍAS QUE ? El discurso aperturista de Arias Navarro (1974)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Fue la esposa de Amadeo quien leyó el discurso de despedida del ausente rey, relajado ya entre las paredes de la embajada de Italia.

2. El poeta Walt Whitman, que se encontraba en febrero de 1873 en Europa, lo celebró escribiendo su poema Spain 1873-1874.

 

12 de febrero

 

Desde mediados de la década de 1960, las intenciones aperturistas del régimen franquista se simbolizaron en hechos como la Ley de Prensa e Imprenta (1966) impulsada por Manuel Fraga. La Ley de Libertad Religiosa (1967), la designación del príncipe Juan Carlos de Borbón como sucesor del jefe del Estado (1969) y el nombramiento de un presidente de Gobierno distinto al general Franco (1973), como fue el caso del almirante Carrero Blanco, eran otros signos del cambio operativo del régimen.

La prematura muerte del presidente del Gobierno, asesinado por ETA en diciembre de 1973, puso al frente del Ejecutivo a Carlos Arias Navarro, hombre fiel a Franco desde la Guerra Civil. Quizá por esto el Generalísimo no designó para el cargo a un sucesor natural, como era el vicepresidente Fernández-Miranda, o quizá porque el supuestamente manejable nuevo primer ministro proyectaba la imagen de director general de Seguridad (1957-1965) antes que la de alcalde de Madrid (1965-1973).

Arias Navarro mostró buenas intenciones, acompañadas, eso sí, de signos de falta de experiencia política y de fragilidad institucional. Estuvo muy presionado desde dentro y por ello se debatió constantemente entre cerrar filas por la tradición del régimen franquista o continuar la inercia aperturista del tardofranquismo.

La cada vez mayor conciencia social sobre la necesidad de establecer signos democráticos de convivencia y su buena voluntad explican el discurso que pronunció ante las Cortes el 12 de febrero de 1974 para presentar su programa de gobierno. El esperado proyecto de Ley de Asociaciones Políticas anunciado por Arias Navarro se hizo esperar y no fue mencionado hasta la última parte de su alocución: «… y finalmente, el estudio y redacción de un estatuto del derecho de asociación…», eso sí, «… para promover la ordenada concurrencia de criterios conforme a los principios y normas de nuestras leyes fundamentales». Su declaración final, «es el deseo del Gobierno que las entidades asociativas reconocidas y reguladas por aquel estatuto puedan comparecer sin tardanza en la vida política nacional», levantó a los procuradores de sus asientos entre aplausos en lo que parecía el nacimiento oficial de la apertura política, pero en realidad muchos de ellos no estaban de acuerdo y el discurso fracturó al propio Go­bierno.

El tono del presidente Arias fue muy bien recibido en la calle y por la prensa. Frases como «nuestro afán es sumar y no restar», «aunar voluntades y no excluir» o «respetar opiniones y no forzarlas» hicieron que algunos periódicos bautizaran el discurso como «El espíritu del 12 de febrero». Pero este espíritu se volatilizó antes de que terminara el mes: la prensa se había «propasado» los días posteriores al discurso con una orgía de titulares cargados de simbología demócrata y supuestos futuros, y muchas publicaciones fueron secuestradas. Además, el 2 de marzo se ejecutaron las sentencias de dos personas acusadas de asesinato y el garrote vil volvió a ser utilizado en España tras ocho años en desuso. Entre signos de avance y vuelta atrás, el régimen, casi hasta sus últimos días, malherido y peligroso, seguiría dando fuertes coletazos.


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