SABÍAS QUE ? La conquista castellana de Melilla (1497)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. María Cristina salió de España el 17 de octubre de 1840 para exiliarse a Roma.

2. Espartero estuvo casi ocho meses ejerciendo la bicefalia del Consejo de Ministros y la regencia, con la que continuaría hasta julio de 1843, cuando se forzó la mayoría de edad (doce años) de Isabel II, ya reina de España.

3. En 1872, con casi ochenta años de edad, de manos esta vez de Amadeo de Saboya, Espartero recibió un título nobiliario más: el de príncipe de Vergara.

 

17 de septiembre

 

 La conquista castellana de Melilla (1497)

La ciudad de Melilla, cuyos orígenes se remontan hasta el siglo VII a.C. con la llegada de los fenicios, pasó por muchas manos antes de su consolidación como territorio de la Corona de Castilla, primero, y del reino de España, después. El avance musulmán en las últimas décadas del siglo VII de nuestra era, que culminó con el desembarco del año 711 en la península Ibérica, inició el periodo islámico de Melilla, que duraría ocho siglos.

Los motivos para que la casa ducal de Medina-Sidonia, dueña de la mayor parte del suroeste andaluz —y también de pequeñas jurisdicciones en el reino de Granada—, y los Reyes Católicos quisieran conquistar la plaza de Melilla difícilmente pueden explicarse desde un punto de vista religioso y territorial. La toma del reino de Granada se hallaba totalmente culminada para mediados de la última década del siglo XV, e Isabel y Fernando estaban ocupados en las guerras de Italia y las posiciones norteafricanas de los sultanatos de Fez o de Tlemecén —entre las que se ubicaba Melilla—, en guerra durante casi todo el siglo.

La empresa de la conquista de Melilla partió del duque de Medina-Sidonia, por entonces Juan Alonso Pérez de Guzmán y de Ribera, que consideraba esta plaza imprescindible para defender de la piratería el comercio que desde Sanlúcar se desarrollaba con el norte de África, pese a que, por motivos religiosos, estaba prohibido. Los Reyes Católicos apoyaron el proyecto mínimamente, sin apenas riesgos militares y financieros, pero, eso sí, a cambio de una considerable contraprestación en caso de triunfo.

En septiembre de 1497, el duque de Medina-Sidonia aprovechó una flota que había llegado de Flandes unos meses antes para volver a aprovisionarla y, al mando del contador del ducado, Pedro de Estopiñán, ponerla rumbo a Melilla. Los Reyes Católicos se habían limitado a poner al servicio de la empresa al capitán general de Artillería, Francisco Ramírez de Madrid, para organizar y controlar militarmente el proyecto, aunque en realidad apenas intervino. Cuando, el 17 de septiembre, desembarcaron en Melilla, la ciudad estaba casi deshabitada por culpa de la guerra entre Fez y Tlemecén. Tampoco el mobiliario urbano y defensivo se hallaba en condiciones de defender a sus pocos residentes.

El trabajo de ocupación —término más apropiado para definir lo que ocurrió aquel 17 de septiembre de 1497— lo hizo Pedro de Estopiñán, a quien históricamente se le atribuye la conquista. Inmediatamente ordenó reconstruir los edificios dañados y reforzó las defensas de la ciudad. Los intereses tanto ducales como reales sobre Melilla fueron incrementándose enseguida, en cuanto unos y otros dejaron contingentes militares y, por consiguiente, civiles fijos en la plaza, dando origen a la ciudad que conocemos hoy.


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