SABÍAS QUE ? La batalla de Cavite (1898)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. España fue el sexagésimo tercer país en firmar y/o ratificar el Pacto.

2. En el año 2015 lo habían firmado o ratificado 142 países.

 


 

 MAYO

 

1 de mayo

 

En el contexto de la Guerra de Cuba (1895-1898), la flota estadounidense, capitaneada por el almirante George Dewey, zarpó desde Hong Kong con destino a Filipinas el 24 de abril de 1898. Un día después, el Congreso de Estados Unidos votaba la guerra a España. La ensenada de Cavite, dentro de la bahía de Manila —muy cerca de la ciudad—, en la isla filipina de Luzón, fue el lugar elegido por los españoles, comandados por el almirante Patricio Montojo, para hacer frente a la escuadra norteamericana, mucho más poderosa y mejor armada que la española, a pesar de contar con tres embarcaciones menos (seis contra nueve).

Entre las 5:41 horas, en que el buque de guerra estadounidense Olympia abrió fuego, y las 7:35 horas, la escuadra norteamericana fue capaz de rodear la línea de combate española en cinco ocasiones. Poco después del mediodía, a las 12:30 horas, la batalla se daba por finalizada, sobre todo porque, al parecer, el almirante Montojo ordenó hundir los barcos que aún permanecían a flote mientras él tomaba tierra.

En resumen, el combate se inició en la madrugada del 1 de mayo, y unas horas después había terminado. La escuadra española fue derrotada sin apenas ofrecer resistencia y el desastre naval de Cavite se saldó, por parte española, con muchísimas más bajas que las de sus adversarios (la diferencia entre uno y otro bando fue tal que resulta difícil de creer: continúan siendo muy dispares las cifras según las fuentes, indistintamente de su nacionalidad, que van desde los sesenta muertos españoles por uno estadounidense hasta los ciento setenta muertos españoles por quince estadounidenses). El resultado en esta batalla abrió al ejército de Estados Unidos las puertas del corto camino hacia Manila, que resistiría tres meses y medio antes de capitular.

Esta catástrofe, dentro de otra aún mayor por venir, provocó muchos males a España, pero dos de ellos inmediatos: una crisis ministerial que acabó con la destitución de los ministros de Estado, de Marina y de Ultramar, y una reacción popular en la Península que se materializó en una serie de motines que algunos historiadores han calificado de «subsistencia», especialmente graves en Alcoy, Alicante, Bilbao, Cáceres, Cartagena, Ciudad Real, Gijón, León, Sevilla, Soria, Talavera de la Reina, Valdepeñas, Valencia y, por supuesto, Madrid. Fueron reacciones muy reveladoras del descontento social y ponían en evidencia la impopularidad de la guerra, no ya de la actual hispano-estadounidense, sino de la inveterada de Cuba.

Dos meses y medio después, el 12 de julio, España se rendía incondicionalmente ante Estados Unidos en Santiago de Cuba; un mes más tarde lo hacía en Manila, mientras se cerraban las negociaciones del llamado «Protocolo de Washington». La humillante derrota española puso fin a los restos del imperio colonial de la Monarquía Hispánica, derrota que fue ratificada en el Tratado de París de diciembre de 1898. El desastre, resultado de un largo proceso de decadencia que había convertido a España en una potencia de segundo orden, se había consumado.


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