SABÍAS QUE ? La caída de Barcelona y el fin definitivo de la Guerra de Sucesión (1714)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. De 1937 a 1992, el Guernica viajó cuarenta y cinco veces entre más de treinta ciudades de Europa y América; es decir, el lienzo sufrió un total de ochenta y ocho enrollamientos hasta su definitiva ubicación en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

2. El Guernica fue solicitado por el Gobierno vasco para exponerlo en el Museo Guggenheim Bilbao, pero su delicado estado de conservación de­saconsejó el traslado.

 

11 de septiembre

 

 La caída de Barcelona y el fin definitivo de la Guerra de Sucesión (1714)

La falta de descendencia de Carlos II de España convirtió su sucesión en una cuestión central para las potencias europeas. En 1699 murió José Fernando —hijo de Maximiliano II de Baviera—, el elegido por el soberano español para sucederle, lo que dejó como aspirantes principales a la Corona al candidato francés, Felipe de Anjou, y al austriaco, el archiduque Carlos. Felipe, duque de Anjou, hijo del delfín y nieto de Luis XIV, reclamó sus derechos al trono como bisnieto de Felipe IV de España. El archiduque Carlos, por su parte, hijo del emperador Leopoldo de Austria, lo hacía como bisnieto de Felipe III de España. Carlos II, poco antes de fallecer, el 1 de noviembre de 1700, testó in extremis a favor de Felipe de Anjou.

Pero esta elección, que instauró en España la dinastía borbónica a través del duque de Anjou, ya Felipe V de España desde el 16 de noviembre de 1700, no fue aceptada por la mayoría de las potencias, dando lugar a la Guerra de Sucesión al trono español. En 1701 se formó la Gran Alianza, integrada por Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Austria, Portugal y Saboya, mientras Francia y España contaban con el apoyo de Baviera. Sin embargo, toda Cataluña —y la mayor parte de la Corona de Aragón— apoyaba al candidato austriaco. El archiduque Carlos desembarcó en Barcelona en 1705 justo cuando las tropas anglo-portuguesas tomaban Madrid. Pero la contraofensiva borbónica permitió en los años siguientes recuperar Madrid y otras posiciones peninsulares, hasta que, en 1710, el archiduque se vio arrinconado en Cataluña.

A partir de la caída de Gerona (1711), la resistencia catalana quedó reducida al entorno de Barcelona y, pese a la Paz de Utrecht, firmada en abril de 1713, Cataluña siguió adelante en su empeño. Ante la situación de aislamiento militar, los miembros de las Cortes catalanas que quedaban en la ciudad se reunieron en Junta General de Brazos —civil, militar y eclesiástico— en julio de 1713 para decidir el futuro de la guerra. Mientras los militares se decantaban por la capitulación y los eclesiásticos por la abstención, curiosamente fueron los representantes del brazo popular los que votaron a favor de continuar la lucha armada. Al fin y al cabo, eran los fueros y la ordenación específica de Cataluña, respetados por los Austrias españoles, lo que estaba en juego frente al centralismo propio de los monarcas franceses.

El 25 de julio las fuerzas borbónicas hicieron efectivo el sitio de Barcelona. Pero fue una lucha desigual entre unos cuarenta mil felipistas y apenas diez mil austracistas. El asedio fue lento y prolongado, buscando minar las fuerzas físicas y psíquicas de los sitiados, que aguantaron nada menos que catorce meses, hasta que el duque de Berwick, al servicio de Luis XIV y de su nieto Felipe, decidió el asalto final el 11 de septiembre de 1714. Tras varias horas de lucha cuerpo a cuerpo por las calles de la ciudad, el general Antonio de Villarroel —que hasta 1710 había servido al ejército de Felipe V—, vista la agónica situación de los resistentes, decidió tocar a capitulación bajo su responsabilidad. Se trataba de evitar que, al caer la noche, la ciudad fuera objeto del pillaje más cruel. De este modo terminaba la resistencia de Cataluña y, con ella, la Guerra de Sucesión.


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