SABÍAS QUE ? El golpe de Estado de Primo de Rivera (1923)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Al año siguiente, Fernando IV concedió fueros a la ciudad recién conquistada para que pudiera ser repoblada por cristianos.

2. En 1333 Gibraltar fue reconquistada por los benimerines, y en 1462, de nuevo y definitivamente, por las tropas castellanas al mando del duque de Medina-Sidonia (la plaza no pasó a la Corona de Castilla hasta 1502).

 

13 de septiembre

 

 El golpe de Estado de Primo de Rivera (1923)

A la crisis política del sistema, con su degradación ética incluida, al auge de los nacionalismos, a las tensiones sociales y al creciente intervencionismo de los militares en la política, vino a sumarse en 1921 el desastre de Annual (Marruecos), que prolongó la profunda degeneración del Estado. En estas circunstancias, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera (Jerez de la Frontera, 1870), encabezó un pronunciamiento militar en Barcelona el 13 de septiembre de 1923, mientras el rey Alfonso XIII, que estaba de vacaciones, miraba hacia el mar de San Sebastián. El monarca tuvo en sus manos la posibilidad de reconducir la situación hacia la legalidad constitucional, pero prefirió no intervenir, y cuando lo hizo, fue para sancionar el Directorio Militar instaurado por el general golpista. Pero no fue el único: amplios sectores de la sociedad española, deseosos de acabar con las corruptelas de la vieja política y dar solución a la situación de la guerra de Marruecos, acogieron con agrado el golpe de Estado.

Miguel Primo de Rivera había vivido las primeras dos décadas del siglo XX profundamente impresionado por el estado en que se hallaba el país desde el desastre del 98. Y así, en 1922 sintió la necesidad de sacar a España del desbarajuste social, económico y político en que se encontraba por diversos motivos, como los conflictos con la Iglesia y el Ejército, los levantamientos sociales contra la guerra de Marruecos, las sublevaciones anarquistas, la corrupción política…, y, quizá, por motivos personales, como el «expediente Picasso» (1922) sobre el desastre de Annual o el efervescente fascismo italiano de Mussolini.

A principios de 1923 eran muy frecuentes las voces que pedían una intervención enérgica para acabar con el ambiente enrarecido de la vida social española, y fue entonces cuando comenzó a hablarse de Primo de Rivera como uno de los hombres capaces de solucionar los problemas del país. El propio general advertía mejor que nadie el clima revolucionario en su región militar, Cataluña, víctima del pistolerismo y de la anarquía social. De hecho, la burguesía catalana animaría también a Primo de Rivera a dar el paso.

En junio, el general se reunió en Madrid con un grupo de militares. Alfonso XIII, al tanto de estos contactos, no los impidió; es más, los toleró e incluso espoleó, ya que necesitaba una «mano dura» que estabilizara su reino. El 12 de septiembre, Primo de Rivera dictó un manifiesto («Al país y al Ejército») en el que se comprometía a liberar a los españoles de los «profesionales de la política», describiendo una nación desastrosa a la que definió como un «cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron en el año 98 y amenazan a España con un fin próximo, trágico y deshonroso».

El 13 de septiembre, con coordinados y hábiles movimientos, se alzó contra el Gobierno y asumió todos los poderes. Su objetivo era el establecimiento de una paz digna en el exterior y el mantenimiento del orden social en el interior, castigando dura e implacablemente a quienes trataran de romperlo. De hecho, el fascismo fue para Primo de Rivera «lo más cercano a un modelo» en el que basar su régimen. El 14 de septiembre, el Gobierno solicitó al rey la destitución de los militares golpistas, pero el monarca no solo no apoyó la moción, sino que al día siguiente aceptó el Directorio Militar del general y lo nombró presidente del Gobierno.


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