SABÍAS QUE ? Se firma el Tratado de Monteagudo (1291)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Tras Don Juan Tenorio (Zorrilla), Fuenteovejuna (Lope) y La vida es sueño (Calderón), se considera que La venganza de don Mendo de Muñoz Seca posiblemente sea la obra de teatro más representada de la historia.

2. Los autores favoritos de Muñoz Seca eran «Miguel de Unam- uno; Benito Pérez Gal- dós; Miguel de Cervan- tres; Luca de Tena, don Tor- cuatro; Benavente, don Ja- cinco ».

 

29 de noviembre

 

 Se firma el Tratado de Monteagudo (1291)

Sancho IV de Castilla (1258-1295), hijo de Alfonso X el Sabio, creció con la utópica idea de la Reconquista de toda Hispania que había visto en su padre. De Jaime II de Aragón (1267-1327), nieto de Jaime el Conquistador, consta que tenía un sentimiento hispánico muy desarrollado en tanto que consideraba la península Ibérica tierra común de cuantos vivían en ella, y a sus habitantes, en cierto modo, compatriotas, como así se sentía él mismo respecto a los otros soberanos peninsulares. Pero ambos, quizá algo más el rey castellano, tenían también una idea panhispánica del mundo en el que habían sido educados y que el norte de África había sido invadido por los árabes y lo habían islamizado. Así que para ellos también entraba en los planes de reconquista las áreas más próximas al estrecho de Gibraltar y al mar de Alborán, tanto dentro como fuera de la Península.

Pero, por aquellos años, los reinos de Aragón y Castilla estaban enfrentados por el apoyo que el rey aragonés daba a los infantes de la Cerda, que pretendían la Corona de Castilla. Al soberano castellano, sin embargo, no le venía nada bien emplear sus fuerzas militares contra las tropas aragonesas, ya que eso debilitaba su proyecto de emprender la conquista de Granada. Por su parte, el monarca de Aragón tenía problemas con su herencia siciliana, ya que Francia y los Estados Pontificios presionaban para que el reino insular le fuera entregado al papa, pero Fadrique, el hermano a quien Jaime le acababa de encomendar su gobernación, se negaba a entregarlo. Así que el rey aragonés necesitaba establecer una paz en la Península para dedicarse por entero a resolver el conflicto de Sicilia.

Firmes las voluntades de acordar la paz, Jaime II y Sancho IV se encontraron el 28 de noviembre de 1291 en una localidad del reino de Aragón, pero en la misma frontera castellana; de hecho, había cambiado de reino varias veces, hasta que Jaime el Batallador la incorporó a la vicaría de Calatayud (actual provincia de Zaragoza) en el primer tercio del siglo XII. Se trataba de Monteagudo de la Vicarías (en la actual provincia de Soria), y allí los dos monarcas «se abrazaron, se besaron, se reverenciaron, con gran gozo y reafirmaron su amor». Al día siguiente sellaron el pacto de lo que se conoce como el Tratado de Monteagudo, un sencillo acuerdo por el que ambos se comprometían a ofrecerse ayuda mutua —Sancho apoyaría a Jaime en caso de guerra con Francia, y Jaime colaboraría con el rey castellano en la toma de Tarifa del año siguiente— y se repartían los derechos a conquistar los territorios del norte de África a uno y otro lado del río Muluya (muy cerca de la actual frontera entre Marruecos y Argelia). Como prueba de buena voluntad, Sancho ofreció en casamiento a su hija de ocho años, barbaridad que se ofició en Soria el 1 de diciembre siguiente (el matrimonio entre Jaime II de Aragón y la infanta Isabel de Castilla fue anulado en 1295 por no consumarse). Lo que pone de manifiesto este tratado es que, a finales del siglo XIII, la idea de la Reconquista seguía vigente y que el impulso unificador de los reinos peninsulares se encontraba en la genética de los reyes hispánicos.


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