Oprah como actriz, intérprete, entrevistadora, narradora y presentadora de TV y cine 11 страница

Martes, 17 de junio de 1997. El árbol (heridas prostéticas) de mi espalda. Me eché a llorar. Intenté parar, pero no pude. No pude. Hay un árbol en mi espalda. Lo notaba. Rezo por ser capaz de confiar e ir hasta el final. Sentir la profundidad, el poder de lo que significa todo esto.

 

Martes, 1 de julio de 1997. Por la mañana todo el mundo hablaba de tener una reunión en mi caravana. Se decía que necesitábamos una conferencia para hablar de que yo parecía «demasiado guapa». ¡Era la primera vez! En toda mi vida, nunca me han dicho que fuera demasiado guapa ni nunca pensé que esto pudiera llegar a ser un tema de discusión. Mis dientes son demasiado blancos. Soy demasiado «luminiscente». Necesito más sudor […] Señor, es un nuevo día.

 

Viernes, 12 de septiembre de 1997. Es un momento agridulce: último día de rodaje, en el verano de mis sueños. Un sueño mayor de lo que pudiera haber en mi corazón. Pasará mucho tiempo antes de que pueda asimilarlo todo. Puedo decir sinceramente que abracé cada momento, lo hice a mi manera. No me arrepiento de nada.

 

Oprah promocionó su película diciendo que era como un medicamento que es bueno para ti, tanto si te gusta como si no, y dedicaba horas a conceder entrevistas para la prensa y la televisión. «Lo que pasa con esta película es que […] tienes que prestar atención de verdad —le dijo a un periodista—. Y esta es la razón de que esta sea, probablemente, mi entrevista 135 […] Porque quiero que todos sepan que no ha habido una película como esta antes, y hay que estar preparado […] Todos tienen que saber que es una película que requiere toda tu atención, tal como sucede con todo arte. Estimula, es profunda, llega dentro, dentro, dentro y luego resurge de nuevo».

Hacía estas entrevistas bajo unas condiciones estrictas: podían citarla, pero no fotografiarla, a menos que el fotógrafo aceptara venderle los derechos de las imágenes, una petición casi inaudita. En caso contrario, todas las fotos de Oprah —peinada y maquillada— las tenía que proporcionar Harpo. Cada artículo tenía que aparecer en el periódico local y no se podía poner en los teletipos, donde otros periódicos pudieran hacerse con él. Fijó limitaciones parecidas para The Today Show y Good Morning America, estipulando el uso para una única vez de sus palabras e imágenes.

Durante una sección de 20/20 con Diane Sawyer, en ABC, Oprah soltó una perorata sobre el tema de la raza, diciendo que en los Estados Unidos todavía persisten las heridas de la esclavitud: «Todo irá bien siempre que estemos dispuestos a tener el valor de abrir la herida y mirarla. Es la única manera de que se cure».

 

SAWYER: ¿Qué ve en los blancos de hoy que viven con la esclavitud?

WINFREY: Negación. Una absoluta negación.

SAWYER: Pero que todos retrocedan y lo vean, probablemente la América blanca dirá: “¿Otra vez? ¿Volver otra vez?”

WINFREY: Eso es ridículo.

SAWYER: ¿Qué ganamos con volver atrás hasta aquello, de nuevo?

WINFREY: Ni siquiera hemos ido allí. ¿Volver atrás, de nuevo? Ni siquiera hemos empezado a arrancar esas capas. Ni siquiera hemos ido nunca allí. Esta es la primera vez.

 

El público, ya fuera de raza negra o blanca, no quería «arrancar aquellas capas» y sumergirse en los asesinatos, violaciones y caos racista. Pese a los esfuerzos de Oprah y Disney Studios para vender la película como una historia de amor materno, nadie se dejaba convencer, ni siquiera el público de mujeres de mediana edad, el público básico de Oprah. A las seis semanas de su estreno, Beloved fue declarada un fracaso de taquilla, con una recaudación muy por debajo de La novia de Chucky, que todos dejaban por los suelos. Al final, tuvo unos ingresos nacionales brutos de 22.843.047 dólares, después de que hubiera costado 83.000.000 hacerla y ponerla en el mercado.

La gente estaba asombrada de que ‘la reina Midas de la comunicación’ hubiera producido y promocionado algo que no se había convertido en oro. También Oprah estaba estupefacta, aunque ante la prensa siguiera desafiante y orgullosa y cuando promocionaba la película en otros países, culpara de su fracaso al público de los Estados Unidos. Al periódico The Times, Oprah dijo: «Creo que la razón de que la película no haya sido bien recibida en los Estados Unidos tan bien como yo esperaba es que allí la gente tiene miedo de la raza y de cualquier debate sobre la raza. No creo que tenga nada que ver con que sea yo quien haya hecho ese papel. Creo que, para muchos estadounidenses, la cuestión de la raza es algo tan volátil que sacarlo a un primer plano hace que la gente se sienta incómoda».

Al Sunday Express le dijo que el público de los Estados Unidos no fue a ver la película porque se sentía culpable por los tiempos de la esclavitud. «Todo el país tenía una actitud de negación», afirmó. Años después, el humorista Jackie Mason criticó duramente a Oprah por decir que los Estados Unidos era racista: «¡Por favor! —le dijo a Keith Olbermann, en MSNBC—. Queda muy poca intolerancia contra los judíos en este país o racismo contra los negros. Y Oprah Winfrey va y dice: “Esta es una sociedad racista”. Ella tiene miles de millones. Tú tienes un dólar y cuarto, pero esta es una sociedad racista. Es una asquerosa arpía».

Al día siguiente, Liz Smith escribió en su columna que no estaba de acuerdo con la afirmación de que no había antisemitismo o racismo en los Estados Unidos, pero «hay que reconocerle el mérito a Jackie Mason: no hay muchas personas en el mundo del espectáculo que tengan el valor de llamar a Oprah “asquerosa arpía”».

Cuando Beloved se iba muriendo en las taquillas, a los amigos de Oprah les dolía por ella. «La película significaba muchísimo para ella —afirmó Gayle King—. Sentía más pasión por ella que por cualquier otra cosa que yo la haya visto hacer». Reconociendo la angustia de Oprah, Maya Angelou dijo: «No sé si Beloved es un fracaso comercial. No es el éxito comercial que Oprah y otros habían deseado, pero es una película majestuosa y una gran película. Tendrá su propia vida». El director, Jonathan Demme, declaró: «Me encantaría hacer otra película con Oprah… Me gustaría encontrar una comedia para ella. Y no la promocionaríamos a bombo y platillo como hicimos con Beloved».

Cuando Whoopi Goldberg fue a Harvard para un evento en el campus, pocas semanas después de que se estrenara la película, le preguntaron si Oprah representaba a la totalidad de las mujeres negras. Goldberg soltó una risita, arrugó la cara y bromeó diciendo que algo se le había «metido por la nariz». La multitud del Sanders Theatre se echó a reír.

«Es estupendo que alguien pueda provocar el delirio, como ha hecho Oprah —dijo Whoopi—, pero es una lástima que haya tenido un efecto contraproducente para la película.»

Sentado en primera fila, Henry Louis Skip Gates, Jr., le preguntó a Goldberg por qué, en su opinión, Beloved había fracasado en las taquillas a lo que Whoopi Goldberg respondió: «No creo que la gente esté preparada todavía. Me parece que tienes que tener mucho cuidado cuando eres tan grande como Oprah de que tu público no se pierda». Luego añadió: «Sé que si te contesto sinceramente, tendré que responder por ello y no quiero meterme en algo así con ella».

Por desgracia, los comentarios de Whoopi fueron publicados en 1998 y, siete años después, Oprah seguía tan furiosa que no quiso invitar a Whoopi al Legends Weekend (Fin de semana de las leyendas) que presentó en 2005 para celebrar los logros de las mujeres afroamericanas. El desaire fue de escándalo, considerando que pocas mujeres afroamericanas habían ganado más premios artísticos que Whoopi Goldberg. Es una de las diez artistas que han recibido los cinco premios más importantes del mundo del espectáculo: un Premio de la Academia (Ghost), dos Globos de Oro (El color púrpura y Ghost), un Emmy (Beyond Tara: The Extraordinary Life of Hattie McDaniel), un Tony, como productora (Thoroughly Modern Millie) y un Grammy (Whoopi Goldberg Direct from Broadway). Además, ha ganado un premio BAFTA y cuatro premios People’s Choice, y ha sido homenajeada con una estrella en el Paseo de la Fama, en Hollywood. Su exclusión del Fin de Semana de las Leyendas, de Oprah, pareció algo mezquino.

Después de la debacle de Beloved y del derrumbe de sus sueños de convertirse en una gran estrella de cine, Oprah cayó en una profunda depresión. «Estaba más que herida. Estaba estupefacta. Estaba devastada por la reacción […] He estado muy en sintonía con lo que la gente piensa y nunca me he equivocado. Ha sido la primera vez. La primera vez en mi vida […] Me sentía rechazada y era un rechazo público…». Prometió: «Nunca volveré a hacer una película sobre la esclavitud. No intentaré, nunca más, hablar de la raza de esta manera». Confesó que había recurrido a la comida en busca de consuelo: «Igual que una adicta a la heroína recurre a la heroína, yo fui a los hidratos de carbono —dijo, explicando sus atracones de macarrones con queso—. Intenté rezar y me fijé un límite de treinta días: si no estaba mejor, iría directa a un psicólogo. Le preguntaba a Dios qué se suponía que esta experiencia iba a enseñarme. Al final, comprendí que me permitía sentirme mal debido a que me apegaba a la expectativa de que 60 millones de personas verían la película. Cuando dejé ese apego, me curé».

 Para empeorar las cosas, Oprah estaba perdiendo su posición como presentadora del programa de entrevistas número uno del país. Durante veinticinco semanas seguidas, Jerry Springer la había vencido en los índices de audiencia y Oprah se tambaleaba. El verano anterior había empezado a insinuar que quizá dejaría de hacer el programa; decía que estaba cansada, pero siempre hacía estos amagos justo antes de las negociaciones del contrato.

«No es tanto que me entristece como van (mis índices), sino que estoy aturdida —dijo por entonces—. A menos que mates a alguien en antena y no sólo que le des en la cabeza con una silla y a menos que tengas relaciones sexuales allí mismo y no sólo que, como vi el otro día (en Jerry Springer), un tipo se baje los pantalones y exhiba el pene, llega un momento en que te has sobresaturado.» Para entonces, lo que ella llamaba el «circo de la vulgaridad» de Springer la había derrotado en los índices, 46 de las 47 semanas. «Entiendo que me puedan derrotar en los índices —dijo Oprah—. Yo presento libros y ellos, penes.»

Oprah había recorrido un largo camino desde que también a ella le encantaba escandalizar al público. Pero ya no quería que la vieran como alguien vulgar, presentando programas para nudistas y exclamando «pene, pene, pene». Creía que Beloved la había transportado a un nivel más alto. «Cambió mi vida», afirmó. Le contó a los productores que sentía que ahora tenía la obligación moral de cambiar la vida de otros. «Quiero llevar sentido a la vida de la gente». Enmarcó una enorme foto suya en el papel de Sethe, con «el árbol» grabado a latigazos en la espalda y la colgó fuera de su despacho en Harpo, junto a un enorme látigo de cuero, para recordarle a sus empleados su nueva visión de sí misma y de su programa. Cuando Rachel Ray, la protegida de Oprah, vio la fotografía y el látigo, se dice que le dijo a sus amigos: «¿Por qué va vestida de esclava? Es evidente que tiene problemas por ser negra». La publicista de Ray negó, más tarde, que la chef de televisión hubiera hecho ese comentario.

Oprah anunció que renovaría su contrato con King World para las temporadas de 1999/2000 y 2000/2001 y empezaría una nueva clase de televisión. Recibió 130 millones de dólares de adelantos, en efectivo, y 450.000 en opciones de compra de acciones de King World, que se añadían a las 1.395.000 opciones que ya tenía por los acuerdos hechos en 1991, 1994 y 1995. Para cuando CBS absorbió King World, en 1999, Oprah, cuya fortuna era entonces de 725 millones de dólares, tenía opciones sobre 4.400.000 acciones, con un valor de 100 millones de dólares.

Nuevamente enriquecida e iluminada, lanzó lo que llamó televisión de Cambia tu vida’. Inició la temporada 1998/1999 con una sintonía, basada en un antiguo espiritual, que cantó ella misma: «Creo que seguiré adelante y veré cuál será el final […] Ven, avanza conmigo. ¡O-O-O-Oprah!» Presentó a guías New Age, como John Gray (autor de Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus), para enseñar a su público a «decidir por ti mismo cuál es el verdadero deseo de tu alma y a alcanzar la armonía con el propósito de tu vida». Gray enseñaba a los espectadores a meditar diciendo: «Oh, glorioso futuro. Mi corazón está abierto a ti. Entra en mi vida». Utilizaba accesorios pintorescos en sus presentaciones, y le dio un enorme bastón a una mujer, que cerró los ojos y se puso a llorar cuando él dijo: «Querría que volvieras a tu niña interior. Quiero que imagines que tus padres vienen a ti, y quiero que les expreses tus sentimientos».

Oprah creía en el poder espiritual y presentó a Iyanla Vanzant, sacerdotisa Yoruba y autora de libros inspiradores (Actos de Fe, por ejemplo) para que asesorara a las mujeres sobre cómo encontrar el amor y el propósito en su vida. Vanzant aconsejó a las espectadoras que debían «rendirse al dios de su entendimiento». Un miembro del público preguntó: «Quiero saber cómo encuentras la paz total y completa».

«Desnúdate ante ti misma», respondió Iyanla Vanzant.

Oprah presentó también a Suze Orman, la escritora sobre temas de finanzas, (Nueve pasos hacia la libertad financiera), que predicaba que el «dinero es una entidad viva y responde a la energía, incluyendo la tuya». Orman le dijo al público de Oprah: «Vuestra autovalía es igual a vuestro patrimonio neto». Afirmó que, para llegar a ser ricas, tenían que librarse de sus malas emociones y empezar a creer que estaban destinadas a la riqueza.

Otro «preparador para la vida» habitual era Gary Zukav, autor de El asiento del alma, que Oprah dijo que era su segundo libro favorito, después de la Biblia. Lo presentó diciendo que había sido un Boina Verde y ex adicto al sexo, que ahora vivía en la montaña, sin televisión. Su propósito era ayudar a Oprah y a su audiencia a «ahondar en vuestra alma» y resolver sus temores. «Vuestros sentimientos son el campo de fuerza de vuestra alma», afirmó, haciendo hincapié en que el miedo es la causa de todo, desde la violencia a la mezquindad.

—Entonces —preguntó Oprah—, ¿el miedo es lo opuesto al amor?

—Sí, el miedo es lo opuesto al amor —respondió él.

—¿Y todo lo que no es amor es miedo?

—Exacto. Cuando miras de verdad tus miedos y los sanas, puedes mirarte a ti mismo y serás hermoso.

Oprah y él dedicaron un programa entero al karma. «La energía es la energía —afirmó Zukav—, y no puedes escapar de ella.»

Oprah también abrazó las tesis de Sarah Ban Breathnach, autora de Simple abundancia, un libro de autoayuda espiritual, en el que aconsejaba a sus espectadores llevar diarios de gratitud. «Cada noche, escribo en mi diario cinco cosas por las que estoy agradecida —dijo Oprah—. Si te concentras en lo que tienes, acabarás teniendo más. Si te centras constantemente en lo que no tienes, acabarás teniendo menos».

Uno de sus «expertos en la estrategia de la vida» más pintorescos era el Dr. Phil, que la había guiado en su pleito con los ganaderos. Lo presentó como «el pozo más profundo de sentido común que nunca he encontrado». Al principio, el grande, calvo y directo practicante de la terapia de «dilo tal como es» sobresaltó al público afirmando que estaban «muy equivocados», «llenos de estupideces» y que eran «unos cobardes». No se libró ni Oprah. En un sección sobre el peso, le dijo: «No usamos la comida, abusamos de la comida. No es lo que comes, sino por qué comes lo que te ha metido en el problema que tienes».

—Bueno, hay algunas personas que están predispuestas genéticamente a ser más delgadas —replicó Oprah.

—Pero lo cierto es que tú no eres una de ellas.

A un miembro del público, le soltó: «Has hablado de flores y pastel y boda y vestido. Te estás preparando para la boda, pero no para el matrimonio».

«¡Dios mío! —dijo Oprah—. Qué afirmación tan buena. ¡Es buenísima!»

El Dr. Phil afirmó: «La gente dice: “El tiempo lo cura todo”. Déjenme que les diga algo; el tiempo no cura nada. Puedes hacer algo equivocado durante diez años y no es igual a hacer lo justo un solo día. Y lo cierto es que…».

«¡Uaau! —chilló Oprah—. ¡Eso es muy bueno, Phil! ¡Uaau! Eso es Philismo del bueno».

El Dr. Phil no tardó en adueñarse de The Oprah Winfrey Show, en el que apareció durante tres años, antes de entrar en negociaciones con Harpo para tener su propio programa de entrevistas, que empezó en 2002.

Oprah concluyó sus programas de Cambia tu vida, con un episodio titulado «Recordando tu espíritu», que introdujo con luces tenues y música New Age, diciendo: «El mundo me define como presentadora de programas de entrevistas, pero yo sé que soy mucho más. Soy espíritu conectado con el espíritu superior». Acabó una sección metida en un baño de burbujas, rodeada de velas. «El cuarto de baño es mi habitación favorita de la casa», le dijo a Newsweek, que informó de que su bañera era como un pequeño estanque, con agua brotando de las rocas que la rodeaban. «Hice que añadieran esta estructura —explicó Oprah—, y esculpieran la bañera para que se adaptara a mi cuerpo. Mi actividad favorita es tomar un baño.» En la emisión, permaneció en su bañera de mármol, llena de burbujas y recitó un mantra a los espíritus; luego se dirigió a la cámara e instó a los telespectadores a meterse en la bañera quince minutos cada día: «Vuestro día estará, sin ninguna duda, más concentrado, más centrado —afirmó—. Las cosas tienden a ponerse en su sitio». En las entrevistas, hablaba de su espíritu diciendo: «Creo que me estoy convirtiendo más en mí misma, algo mejor de lo que nadie puede imaginar. Me muero de ganas por verme cómo seré cuando tenga cincuenta o cincuenta y dos años».

El episodio de la bañera desató un torrente de críticas, llamándola «Deepak Oprah», comparándola con la gurú New Age, Deepak Chopra. Hubo fuertes reacciones contrarias en los medios, en especial en Chicago. «En el centro de este último huracán de (auto)adoración, me gustaría señalar algo —escribió Richard Roeper, del Chicago Sun-Times—. Se está poniendo realmente ridícula con toda esa búsqueda espiritual.» Oprah le había dicho a TV Guide que era tan feliz que estaba «esplendorosa», pero Roeper disentía: «Me parece que estamos viendo cómo una mujer lleva a cabo una búsqueda casi frenética de gozo espiritual y conciencia más elevada».

El Sun-Times informó de que una mujer de 73 años que siguió el consejo de Oprah y encendió velas perfumadas para «que le recordaran las cualidades esenciales de su luz», había provocado, sin querer, un incendio en el edificio de pisos donde estaba retirada, y había provocado que 12 personas tuvieran que ser hospitalizadas.

Steve Johnson, crítico de televisión del Chicago Tribune, aconsejó a los Oprahólicos que dibujaran un baño de burbujas para su gurú. «Su espíritu —castigado últimamente por la indiferencia, las críticas y el desconcierto en la cara de todos esos devotos que ni siquiera saben qué quiere decir cuando predica ‘recordad vuestro espíritu’ en su programa cada día— podría necesitarla.» Afirmó que el programa Cambia tu vida, de Oprah era «algo que te pone la piel de gallina».

«Winfrey, al ponerle una etiqueta, no se limitaba a decir “Quiero ayudarte a cambiar tu vida”, sino que hacía una sugerencia más agresiva: “Debes que cambiar tu vida”. Y esto, viniendo de una mujer que puede conseguir todo lo que quiera con tan sólo chasquear los dedos y que acaba de firmar un contrato de 150 millones de dólares para hacer su programa hasta finales de 2002 y cuya fortuna personal se calcula en cerca de 100.000 millones de dólares, esto parece un poco condescendiente.»

Oprah fue también blanco de sus críticas por ofrecer un descarado curanderismo al respaldar a una mujer que se describía a sí misma como «intuitiva médica», de la que Oprah dijo que era auténtica porque había intuido que a Oprah le preocupaba el dolor que sentía en las articulaciones. Como si fuera una médium médica, la mujer diagnosticó a varios miembros del público de Oprah, sencillamente haciendo que se pusieran de pie y dijeran su nombre y su edad. A un hombre que tenía migrañas crónicas, le dijo: «La vida me debe una explicación. Ese pensamiento está en su hígado y por eso arde. Y lo que pasa en el hígado es que hay un circuito energético que va directo hasta el canal cerebral. Y prende el fuego neurológicamente y por eso tiene migrañas».

En poco tiempo, Oprah se convirtió en el blanco móvil de los medios. Psychology Today arremetió contra ella por contribuir a la locura. «Es pura arrogancia pensar que los psicólogos, los físicos, los científicos evolutivos y los epidemiólogos podrían saber más de su campo especializado que, digamos, Oprah», escribió el filósofo Gad Saad en un artículo dedicado a los famosos narcisistas que juegan a ser médicos.

Una década después, Newsweek puso a Oprah en la portada de su revista del 8 de junio de 2009 número que llevaba, además, un artículo de once páginas que censuraba a Oprah por su «discurso demencial» y sus «curas descabelladas». Igual que el monje de Los cuentos de Canterbury que vendía falsas reliquias e indulgencias espurias, Oprah fue acusada de ser una irresponsable por no conocer la diferencia entre la información médica útil y las tonterías New Age. Era un giro de 180 grados para la revista que, ocho años antes, la había alabado con un artículo de primera plana proclamando «La Era de Oprah» y diciendo que «Está cambiando más vidas que nunca». Durante la fase de Cambia tu vida, la revista la castigó con un Periscope titulado Oprah-Di, Oprah-Da, que recogía cinco interpretaciones diferentes de The Big O:

 1. Adiós y buen viaje. ¡Es la hora de Springer! La charlatanería de Oprah para que nos sintamos bien está pasado de moda. Lo que necesitamos ahora son peleas y fulanas. ¡Jerry! ¡Jerry!

 2. Es una mártir de los índices. Sabía que perdería fans con su enfoque de autoayuda y sabía que Beloved era algo difícil de vender. ¡Pero necesita hacer que seamos mejores!

 3. «O» quiere decir «Supérate». Cada año que pasa, Oprah se vuelve más sermoneadora. Es una líder de culto, una gurú autoproclamada. Y además […]

 4. ¿Nos está diciendo cómo vivir? ¿No puedes perder la grasa para siempre? ¿No puedes pasar por la vicaría? Chica, tu vida es un desastre.

 5. ¡No digas eso de Oprah! ¡Ha sobrevivido a la pobreza y a los abusos, ha salvado el negocio de los libros, utiliza la tele para el bien, le importan sus fans y su aspecto personal desaparecen volando! Adelante, Oprah.

 

No fueron sólo los críticos de Chicago los que cargaron contra Oprah por suponer que sus telespectadores necesitaban que su vida cambiara. Encajó un buen golpe de Hal Boedeker, de Orlando Sentinel, quien dijo que su espacio del baño de burbujas pedía a gritos una parodia en Saturday Night Live. Proponía que un tema apropiado para su próximo programa sería «Celebridad enajenada» con una nueva sintonía, «Eres tan vanidosa» que, dijo, Oprah podría cantarse a sí misma. «Su estilo lleno de confianza ha cedido el paso a la arrogancia».

Tal vez, el golpe más cruel llegó cuando Wiley A. Hall III comparó a Louis Farrakhan con Oprah en el AfroAmerican Red Star. Hall escribió que con su Marcha de un Millón de Hombres a Washington en 2000, el líder de la Nación del Islam «trata de posicionarse como otro Oprah Winfrey […] y (al igual que Oprah), se ha convertido en maestro de lo obvio, declarado con total seriedad, expresado con pasión […] Con Oprah Winfrey y su nuevo clon, Louis Farrakhan, tengo una fuerte sensación de que nos están manipulando. No sé si es para bien o para mal». El remate llegó a la semana siguiente, cuando Hall informó de que algunos seguidores de Farrakhan, conocidos por provocar actitudes racistas y por un virulento antisemitismo, pensaban que él se sentía insultado al ser comparado con Oprah.

En The New York Times, el periódico que más le importaba a Oprah, Jeff McGregor dijo que Cambia tu vida, de Oprah, era un «culto a la presentadora», que estaba lleno de «clichés de perfeccionamiento personal que entontecen la mente». Decía que «igual que muchos gurús y predicadores metodistas antes que ella, Oprah ha encontrado la manera de comercializar desvergonzadamente la historia de su propia desdicha y confusión como forma de culto».

Sin embargo, lo que a los críticos les parecía descabellado, encontraba eco en muchos de los espectadores de Oprah, que compartían su anhelo de encontrar un mayor sentido a su vida. «Yo era cartera rural en Stem (Carolina del Norte) —dijo Susan Karns, que dirige el salón de belleza del Hillcrest Convalescent Center, en Durham—, y de no haber sido por Oprah y su programa Cambia tu vida nunca habría ido a la escuela de estética por la noche y no habría conseguido este estupendo trabajo […] Me daba miedo cambiar mi vida pero me alegro mucho de haberlo hecho. Me encanta lo que hago ahora porque hago que la gente se sienta bien cada día y lo agradecen mucho.»

Ahora bien, aunque algunos ponían en duda el sentido común de Oprah, no obstante, nadie dudaba de su sinceridad. «Quiero que la gente vea cosas en el programa que les hagan pensar en su vida de forma diferente —afirmaba—. Ser una luz para los demás. Marcar la diferencia […] abrir sus mentes y ver las cosas de un modo diferente […] para que entren en contacto con la parte espiritual de su vida.» Sin embargo, le molestaba que dijeran que era New Age. A una mujer del público le dijo: «No soy para nada New Age y me molesta que me digan que lo soy. Sólo trato de abrir una puerta para que todos puedan verse con más claridad y, quizá, ser la luz que los lleve a Dios, sin importar cómo lo llamen. No veo espíritus en los árboles y no me siento en una habitación con cristales».


Понравилась статья? Добавь ее в закладку (CTRL+D) и не забудь поделиться с друзьями:  



double arrow
Сейчас читают про: