¿SABÍAS QUE…?
1. Aunque la reina Victoria Eugenia había quedado conmocionada por la explosión y sus consecuencias, el joven rey conservó la entereza y se atrevió a comentar que aquello era uno de los «gajes del oficio» del rey.
2. Alfonso XIII había sufrido otro atentando exactamente el mismo día del año anterior en París, del que también salió ileso.
3. Mateo Morral murió dos días después en Torrejón de Ardoz en muy extrañas circunstancias —de un disparo—, que nunca llegaron a esclarecerse del todo.
JUNIO
1 de junio
Fin de las cartillas de racionamiento (1952)
Recién terminada la Guerra Civil, el subsecretario de Industria y Comercio firmó, el 14 de mayo de 1939, una orden ministerial en la que informaba al jefe del Estado acerca de «la adopción, con carácter temporal, de un sistema de racionamiento para determinados productos alimenticios», tras explicar sus razones: «La necesidad de asegurar el normal abastecimiento de la población y la de impedir que prospere cierta tendencia al acaparamiento de algunas mercancías, movida por el agio y fomentada por las falsas noticias». En el ámbito familiar, los alimentos a racionar serían determinados por el Ministerio según las necesidades. En el articulado se reconocía que aquellas provincias —de la zona republicana a las que se había dirigido un decreto de la Presidencia del Consejo de Ministros de la República de 5 de marzo de 1937, esto es, en plena guerra— en las que existiera este sistema podrían seguir aplicándolo, pero adaptándose a lo que la orden dispusiera. En ella, además, se informaba de la creación de un censo de población por familias, un sistema complejo, de competencia diversa, cuyo rasgo positivo sería, en última instancia, el control estadístico de la población.
En julio de 1939 otra orden determinaba qué tipo de alimentos y qué cantidades debían racionarse. Tomando como referencia el hombre adulto, la cantidad prescrita para las mujeres adultas y los ancianos varones sería del 80%, y para los niños menores de catorce años y las ancianas, del 60%. En abril de 1941, otra orden sustituía las cartillas de racionamiento familiares por las individuales.
Lo irónico del sistema de cartillas de racionamiento —familiares o individuales— estriba en que durante la posguerra española los mercados «blancos» de alimentos apenas si tenían qué racionar, y en caso de que hubiera, las cantidades semanales —la mayoría de las raciones— eran escasas y muy «caras». Por ejemplo: «Un cuarto de aceite por persona contra la tira completa de cupones […] a 1,05 pesetas la ración». En este caso, lo caro no sería el dinero, que también, sino la «tira completa». Además de lo indicado en este ejemplo concreto, referido a la semana del 20 al 26 de noviembre de 1944, una persona podía comer —suponiendo que contaba con pan y leche— 150 gramos de garbanzos, 100 de azúcar morena, dos onzas de chocolate, 50 gramos de pasta para sopa y un kilo de patatas, es decir, que por 4,05 pesetas y 32 cupones, una persona adulta podía comer durante siete días. El BOE publicaba (1 de julio de 1939) las cantidades de pan, carne, patatas y café que se podían consumir, pero no informaba en la orden ministerial que apenas había pan, carne, patatas y café. En la década de 1940, las enfermedades producto de la desnutrición se dispararon y el mercado negro funcionó mejor que el blanco.
Un primer paso antes del fin de los racionamientos se dio el 22 de febrero de 1952, cuando la Presidencia decretó el traspaso al Instituto Nacional de Estadística (INE) de los ficheros locales y provinciales y de los mapas de abastecimientos sobre racionamientos. Un mes después, mediante un anuncio del Consejo de Ministros del 21 de marzo de 1952, quedó suprimido el racionamiento del pan a partir del 1 de abril. El 1 de junio, traspasadas las competencias, se daba por finalizado definitivamente el sistema de racionamiento.