SABÍAS QUE ? La Concordia de Salamanca (1505)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Alfonso X también alentó la creación poética en lengua gallega —la aprendió durante su infancia en Allariz— con 453 composiciones en dicha lengua.

 

24 de noviembre

 

Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, contrajo matrimonio con Felipe de Habsburgo, archiduque de Austria, en 1496. Cuando falleció su madre, Isabel I, en 1504, Juana fue proclamada reina de Castilla, pero su extraño comportamiento, motivado en buena medida por su apasionamiento y por la infidelidad de su marido, no le pasó inadvertido a su madre, que en su testamento otorgó a Fernando II de Aragón la facultad de gobierno en Castilla en caso de incapacidad de su hija. De este modo el padre y el marido de Juana se disputarían el poder.

Apoyándose en un pequeño pero influyente grupo de castellanos contrarios al rey aragonés, Felipe consiguió atraerse a buena parte de la nobleza castellana, que manifestó su fidelidad a Juana y terminó favoreciendo los intereses del flamenco frente a Fernando. Es más, en las Cortes celebradas en Toro (marzo de 1505) los notables castellanos proclamaron reina a Juana, pero el aragonés también declaró la incapacidad de su hija para reinar y asumió la regencia. La situación era extremadamente grave: el rey católico había enviado embajadores a Flandes con el fin de obtener la renuncia formal de Juana, pero Felipe encarceló al mensajero y privó de libertad a su esposa. Diplomáticos y embajadores viajaron a Castilla y, finalmente, se estableció un acuerdo, conocido como la Concordia de Salamanca, firmado el 24 de noviembre de 1505, entre el rey aragonés y el plenipotenciario del flamenco —que se encontraba en su tierra natal—. Según este pacto, Fernando, Juana y Felipe regirían los destinos de Castilla conjuntamente, el primero como gobernador perpetuo y los otros dos como reyes propietarios, además de repartirse las rentas reales por igual y de que recayeran los maestrazgos de las órdenes militares en la persona del aragonés.

Pero este no sería un acuerdo duradero, porque los nobles castellanos exigían que el aragonés abandonara sus tierras para poder manejar a su antojo los mejores puestos de la Administración de Castilla y sus propiedades. Cuando llegó Felipe, junto a su mujer, desde Flandes en abril de 1506, para manifestar ante el Rey Católico su disconformidad con algunos puntos de la Concordia de Salamanca, su pequeño círculo de consejeros flamencos y castellanos comenzó a repartirse cargos y prebendas. Los validos del rey aragonés le aconsejaron que no lo recibiera, pero finalmente se firmaron tres documentos (Remesal, Villafáfila y Benavente) a finales de junio, en la actual provincia de Zamora, por los que Fernando II de Aragón aceptaba renunciar al trono de Castilla.

Sin embargo, la prematura muerte del archiduque en septiembre agravaría la situación, además de la enajenación mental de la reina, que fue declarada incapaz. Fernando, reclamado esta vez como regente —era el abuelo de Carlos, heredero al trono—, gobernó los designios de Castilla hasta su muerte (1516). Entre tanto, en 1509, decidió encerrar a su hija en el castillo de Tordesillas, donde vivió recluida hasta su muerte, en 1555, conservando, eso sí, el título real.


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