SABÍAS QUE ? El asesinato del teniente Castillo y el consiguiente de Calvo Sotelo (1936)

¿SABÍAS QUE…?

1. La prórroga del partido fue la emisión más vista en la historia de la televisión en España: 15.600.000 espectadores, con una cuota de pantalla del 85,9 % (13.933.000 y 82,9 % de media durante el partido completo).

2. España fue el equipo que más tiempo tuvo el balón en su poder en el Mundial, con una media del 59,3 % (en la final fue del 57 %).

12 de julio

 El asesinato del teniente Castillo y el consiguiente de Calvo Sotelo (1936)

José del Castillo Sáenz de Tejada era un militar de ideología socialista que a los dieciocho años se había unido al Ejército, graduándose como alférez a los veintiuno. En marzo de 1936 —ya era miembro de la UMRA (Unión Militar de Republicana Antifascista)— entró como teniente en el cuerpo de Guardia de Asalto de Madrid, a la edad de treinta y cinco años. El 14 de abril, durante una manifestación de militantes derechistas, los guardias de asalto tuvieron que intervenir. Uno de los compañeros del teniente Castillo murió en los disturbios y él hizo uso de su arma, hiriendo de gravedad a un joven estudiante carlista. Los manifestantes se le echaron encima. Ayudado por sus compañeros, aquel día salvó la vida de milagro, pero no consiguió liberarse de las constantes amenazas de muerte de carlistas y falangistas.

Hacia las diez de la noche del 12 de julio, después de cenar con su esposa, el teniente Castillo se puso en marcha, como cualquier otro día de servicio, para acudir a trabajar al cuartel de Pontejos, cerca de la Puerta del Sol. Aún le quedaba un paseo de quince minutos cuando, en la esquina de las calles Augusto Figueroa y Fuencarral, se topó con un automóvil con tres o cuatro individuos en su interior que realizaron varios disparos contra él, dos de los cuales le hirieron en el brazo y en el costado. Acto seguido, los pistoleros se dieron a la fuga mientras disparaban al aire para intimidar a los transeúntes. Dos personas recogieron al herido y lo trasladaron en coche al hospital, donde no se pudo hacer nada por él. Poco después, su cuerpo fue llevado a la Dirección General de Seguridad, y allí instalaron su capilla ardiente.

A medianoche, en el cuartel de Pontejos se reunieron varios miembros de las fuerzas de seguridad, amigos del teniente Castillo, entre los que se encontraba el guardia civil Fernando Condés, varios policías y algunos milicianos socialistas. Decidieron acudir al despacho del ministro de la Gobernación, Juan Moles, a quien pidieron permiso para hacer algunas detenciones. Este se lo dio y varios grupos partieron en busca de varios dirigentes derechistas, como José María Gil-Robles o Antonio Goicoechea, a quienes no hallaron en sus domicilios. Entonces Fernando Condés se acordó de José Calvo Sotelo —que fue ministro de Hacienda (1925-1930) durante el Directorio de Miguel Primo de Rivera—, dirigente monárquico de la coalición Bloque Nacional. Poco antes de las tres de la madrugada llegaron a su piso de la calle Velázquez y, delante de su familia, lo sacaron a la calle. A pesar de clamar por su inmunidad parlamentaria, fue detenido. Le dijeron que tenían que hacerle unas preguntas en la Dirección General de Seguridad, pero jamás llegó allí. Su familia declaró que, poco después de que el vehículo en el que se llevaban a Calvo Sotelo arrancara, se oyeron dos disparos.

Probablemente llevado por un arrebato, alguien del grupo apretó el gatillo. La confusión les condujo al cementerio de la Almudena, en cuyo depósito dejaron el cuerpo de Calvo Sotelo, que no fue identificado hasta el mediodía.

Alea iacta est. El ruido de sables llevaba sonando desde hacía unos meses, pero estos dos crímenes incrementaron el odio recíproco de unos y otros y aceleraron los acontecimientos. Cuatro días después, el general Mola puso en marcha la rebelión militar contra la República, y al día siguiente se dio por comenzada una guerra fratricida que duraría casi tres años y cuyas consecuencias se prolongarían cerca de cuarenta más.