SABÍAS QUE ? España se declara neutral en la Primera Guerra Mundial (1914)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Su esposa murió solo ocho días después de que falleciera él.

 

7 de agosto

 

El comienzo de la Primera Guerra Mundial provocó en la opinión pública española una gran polarización entre «germanófilos» —la mayoría perteneciente a la derecha sociológica, con Juan Vázquez de ­Mella a la cabeza— y «aliadófilos» —grupo al que pertenecían, en general, los demócratas y socialistas, con Alejandro Lerroux como principal valedor—. Sin embargo, una semana después del estallido oficial de la guerra, el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato, declaraba la neutralidad de España.

Podría decirse que la decisión fue acertada. En 1914, el interés de España en materias de política exterior y militar se centraba casi exclusivamente en Gibraltar y Marruecos, cuyas plazas del norte de África se llevaban la mitad de las tropas del ejército español y casi el 80 % de todo el presupuesto militar. El dilema del posicionamiento en el conflicto bélico internacional —daba igual de qué lado— se resolvía mediante una pregunta retórica que escribió Eduardo Dato en una carta dirigida al rey Alfonso XIII: «Si la guerra de Marruecos está representando un gran esfuerzo y no logra llegar al alma del pueblo, ¿cómo íbamos a emprender una empresa de mayores riesgos y de gastos iniciales fabulosos para nosotros?».

Para asegurar la neutralidad española en la Gran Guerra europea, el Ministerio de Estado (hoy de Exteriores) publicó el 7 de agosto un parte oficial en la Gaceta de Madrid (el actual Boletín Oficial del Estado) que decía lo siguiente:

Declarada, por desgracia, la guerra entre Alemania, de un lado, y Rusia, Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, sucesivamente, de otro, y existiendo el estado de guerra en Austria Hungría [sic] y Bélgica, el Gobierno de S. M. se cree en el deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles, con arreglo a las leyes vigentes y a los principios de Derecho público internacional. En su consecuencia, hace saber que los españoles residentes en España o en el extranjero que ejercieren cualquier acto hostil que pueda considerarse contrario a la más perfecta neutralidad, perderán el derecho a la protección del Gobierno de S. M. y sufrirán las consecuencias de las medidas que adopten los beligerantes, sin perjuicio de las penas en que incurrieren con arreglo a las leyes de España. Serán igualmente castigados, conforme al artículo 150 del Código Penal, los agentes nacionales o extranjeros que verificaren o promovieren en territorio español el reclutamiento de soldados para cualquiera de los ejércitos o escuadras beligerantes.

Los Gobiernos liberales y conservadores que se sucedieron —sobre todo en el último año y medio de la guerra mundial— durante el conflicto (julio de 1914-noviembre de 1918) mantuvieron esta misma posición, casi inevitable dada la penuria militar española. Y aunque esto apartó a España de la carrera tecnológica que la guerra favorecía, también le proporcionó grandes ventajas económicas —a pesar del hundimiento de barcos mercantes españoles por parte de los alemanes— y un mayor prestigio internacional.


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