SABÍAS QUE ? Los ingleses toman Gibraltar (1704)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Aparte de los oficiales de a bordo, marinos, marineros y grumetes, se unieron a la expedición dos carpinteros, un despensero, dos sirvientes, dos administradores, tres médicos, un notario, un veedor, un intérprete, un orfebre, dos toneleros y un pintor.

 

4 de agosto

 

Durante la Guerra de Sucesión al trono español, los ingleses decidieron apoyar la coalición del archiduque Carlos de Austria contra los partidarios de Felipe de Anjou, heredero del trono español según el testamento del último Austria en la Corona, Carlos II —que había muerto sin descendencia el 1 de noviembre de 1700—, porque temían una coalición de Francia y España. Felipe V fue coronado dos semanas después, inaugu­rando la dinastía borbónica en España.

Pero la guerra exterior en la península Ibérica, dividida a su vez entre borbónicos y austracistas, no comenzaría hasta marzo de 1704, después de que Portugal firmara en Methuen su entrada en la alianza (1703), tratado que permitía a los aliados tener una puerta abierta desde el Atlántico. Las tropas de Felipe V, con ayuda francesa, consiguieron frenar al ejército portugués, que pretendía territorios extremeños. Posteriormente, una flota inglesa comandada por el almirante George Rooke, unida a la alemana del príncipe de Hesse-Darmstadt, marchó hacia el golfo de León, intentando de paso tomar Barcelona. El fracaso de esta empresa hizo que Rooke tomara de nuevo rumbo al Atlántico.

Durante todo el verano, su escuadra estuvo merodeando por el océano esperando encontrar el momento oportuno para atacar Cádiz, ciudad pretendida por las fuerzas aliadas por su alto valor estratégico. Finalmente, el 1 de agosto, el príncipe de Hesse-Darmstadt decidió comenzar por la toma del peñón de Gibraltar. La tarea sería más fácil de lo esperado, ya que la plaza estaba «protegida» por una pequeña guarnición de apenas un centenar de hombres, más los cuatrocientos vecinos disponibles para defenderla. Junto a la flota del almirante Rooke, algo más de cuatro mil soldados aliados eran una garantía más que suficiente para el éxito de la operación. Tras cuatro días de asedio desde los barcos, el gobernador de Gibraltar, Diego de Salinas, no tuvo más remedio que entregar la plaza y firmar el 4 de agosto la capitulación ante el príncipe Hesse-Darmstadt en nombre del cabildo de Gibraltar, que quedaría en manos inglesas como base de operaciones militares.

Los intentos de las tropas españolas favorables a Felipe V de recuperar Gibraltar, aun con la ayuda de los franceses, no dieron ningún resultado; ni la inmediata batalla de Málaga tres semanas después ni las posteriores tentativas del año siguiente. Al final, la posesión inglesa del peñón tomaría carta de naturaleza en 1713, cuando fue reconocida en el Tratado de Utrecht. Este hecho no tardó en ser denunciado por España, que, en 1725, pactó con el emperador una alianza secreta para recuperar la plaza. En 1727, tropas españolas bajo el mando del marqués de Torres sitiaron infructuosamente Gibraltar. La posibilidad de recuperar la colonia no se presentó de nuevo hasta el estallido de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, pero tanto la vía diplomática como la militar —asedios de 1779 y 1782-1783— volvieron a fracasar. El Tratado de Versalles de 1783 confirmó la soberanía británica sobre Gibraltar, que pasaba a ser parte del legado de la Corona a la que todavía pertenece.


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