SABÍAS QUE ? Huida y desastre de la Armada (1588)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Su máximo rival político, Sagasta, declaró tras el atentado: «Después de la muerte de don Antonio, todos los políticos podemos llamarnos de tú».

2. Cánovas, además de haber sido seis veces presidente del Gobierno (1875-1897), fue miembro de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de Ciencias Morales y Políticas y de Jurisprudencia y Legislación.

3. Publicó media docena de libros de historia, algunos ensayos, una novela e incluso un libro de poesías, y dirigió una prestigiosa Historia general de España (1890-1894) en dieciocho volúmenes.

 

9 de agosto

 

 Huida y desastre de la Armada (1588)

El apoyo a los rebeldes flamencos y los asaltos a los barcos españoles por parte de los corsarios hicieron que Felipe II se decidiera a declarar la guerra a Inglaterra invadiendo su territorio. Para ello organizó una gran escuadra, integrada por ciento treinta barcos —la mayoría galeones construidos en los astilleros del Cantábrico— y treinta mil hombres. Tuvo que recurrir al arriendo de naves e incluso al embargo de buques extranjeros, pero al final obtuvo su grande y felicísima armada, como entonces se la llamó.

Tras la inesperada muerte de Álvaro de Bazán y Guzmán, marqués de Santa Cruz, en febrero de 1588, se designó capitán general de la escuadra al inexperto duque de Medina-Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, que partió con su escuadra desde Lisboa, con escala en La Coruña, acompañada de la del almirante Juan Martínez de Recalde. El plan, que fue un completo fracaso, preveía el embarque de los tercios de Alejandro Farnesio, duque de Parma, en los Países Bajos, para encontrarse en el Canal de la Mancha con el resto de la flota.

El primer combate se produjo el 31 de julio de 1588, precisamente en el Canal de la Mancha. La armada inglesa, comandada por Francis Drake, John Hawkins y Walter Releigh, atacó con su artillería a la escuadra del duque de Medina-Sidonia, que perdió dos barcos. Las naves españolas podían, sin embargo, continuar su ruta hasta el continente para embarcar a las tropas. La noche del 7 de agosto, tras superar el paso de Calais, los buques de Francis Drake lanzaron barcas cargadas de explosivos contra los navíos del duque de Medina-Sidonia. Las pérdidas españolas fueron considerables, y al día siguiente, a su paso por Grevelingen, enclave flamenco (hoy francés, con el nombre de Gravelines), los holandeses bloquearon su puerto, así como los restantes de la costa del mar del Norte durante la desesperada huida de la flota española, que sufrió un severo correctivo.

El caso es que el 9 de agosto, la grande y felicísima armada, o lo que quedaba de ella,no tuvo más remedio que volver a casa bordeando las Islas Británicas, un itinerario que al final se convertiría en su mayor enemigo. En el estrecho entre las islas Shetland y las Orcadas, durante un temporal, la flota española perdió un barco, y otros catorce más en el paso que une las aguas exteriores de las islas Hébridas con las atlánticas del sur de Irlanda, también por culpa de la meteorología. El resultado fue la pérdida de cerca de cuarenta embarcaciones, y cuando las naves españolas alcanzaron la península Ibérica, en los distintos puertos desde Santander hasta La Coruña apenas desembarcaron la mitad de los hombres que habían partido tres meses antes.


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