SABÍAS QUE ? El saco de Roma (1527)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. El busto de Federico Chueca, situado en el Parque del Retiro, fue realizado en 1909 por el escultor catalán Pedro Estany.

2. En la actual plaza de Chueca antes había un pequeño cuartel, el del Soldado, y está rodeada por las calles del Soldado, Válgame Dios y San Gregorio.

3. El famoso barrio de Chueca, antiguamente de Buenavista, desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX estuvo habitado por las clases bajas de Madrid.

 

6 de mayo

 

 El saco de Roma (1527)

En 1515, el joven Francisco I de Francia invadió el ducado de Milán. Con esta acción, el papa León X, un Médicis, cuyo principal objetivo era conservar la independencia plena de los Estados Pontificios y controlar toda Italia, se vio obligado a claudicar ante el rey francés. En 1519, la elección de Carlos de Habsburgo como titular del Sacro Imperio Romano Germánico frustró las intenciones del pretendiente rey francés, una decepción que se vio confirmada un año después con la entronización de Carlos V de Alemania, ya I de España. Con el Milanesado en manos de Francia, León X buscó protección en el ya emperador, que se puso en marcha para la reconquista del ducado italiano.

A partir de 1521 hubo un enfrentamiento bélico prolongado, con Carlos defendiendo Navarra del ataque francés, mientras intentaba recuperar los territorios del ducado de Borgoña que antaño habían pertenecido a su propia familia, y realizaba maniobras militares para conquistar Milán. Todo le iba bien al joven emperador, incluso tras la muerte del papa León, en enero de 1522, ya que le sucedió Adriano de Utrecht, que fue su maestro y preceptor de joven y a quien había nombrado regente de Castilla a su marcha a Aquisgrán para ser entronizado como emperador dos años antes. Enseguida las tropas imperiales recuperaron el Milanesado, aunque Francisco I no se dio por vencido. Los problemas comenzaron cuando el papa Adriano falleció y le sucedió otro Médicis, Clemente VII, que veía el peligro de tanto poder en las manos del rey de España, que amenazaba con dominar incluso los Estados Pontificios. La prueba de semejante fuerza se materializó tras la decisiva batalla de Pavía (1525), pequeña ciudad al norte de Milán, que servía de defensa del ducado, donde Francisco I fue derrotado y capturado.

Prisionero y humillado el rey francés en el Alcázar de Madrid, Carlos intentó una paz con Francia sobre la base de que Francisco renunciara definitivamente a Italia y a Navarra, lo que consiguió mediante el Tratado de Madrid de 1526. Milán volvía a manos de los Sforza y Carlos renunciaba a imponer duras sanciones a Francisco, su más odiado rival, incluso en contra de las opiniones de sus consejeros, convencidos de que, una vez liberado, no cumpliría con lo pactado. Y tenían razón, porque cuando Francisco I recuperó la libertad, denunció el Tratado —porque le habían obligado a firmarlo— e inspiró, junto al papa Clemente, la formación de la Liga de Cognac, que aglutinaba al propio Milán de Francesco Sforza, más Venecia, Génova y Florencia, con el objetivo de acabar con la hegemonía de las tropas imperiales de Carlos V.

Carlos I reaccionó organizando un ejército de mercenarios, bajo la jefatura del VIII duque de Borbón, para hacer frente a las tropas de la coalición. El césar poco menos que llegó, vio y venció: expulsó a los Médicis de Florencia y llegó hasta Roma. Pero, en mayo de 1527, el impago de las soldadas originó un motín que terminó el día 6 con el asalto y saqueo de la Ciudad Eterna, donde los soldados imperiales se dieron al pillaje durante ocho días e hicieron de Roma una ciudad sin ley. Aunque no lo había instigado y, en público, se había mostrado desolado, al emperador no le vino mal esta barbaridad, pues fue suficiente para que el papa y el rey de Francia reconocieran su superioridad militar y política en Europa.




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