SABÍAS QUE ? Decreto por el que se restablece la monarquía absoluta (1814)

¿SABÍAS QUE…?

1. Los cuerpos de las cuarenta y tres víctimas de la montaña del Príncipe Pío fueron abandonados en el mismo lugar de su muerte, hasta que un cura de la iglesia de San Antonio de la Florida los recogió y les dio sepultura el 12 de mayo.

2. Se ha conseguido identificar a veintinueve de los cuarenta y tres varones enterrados en el cementerio de La Florida.

4 de mayo

 Decreto por el que se restablece la monarquía absoluta (1814)

En diciembre de 1813, Napoleón firmó un tratado con Fernando VII por el cual los franceses abandonarían España y el Borbón podría coronarse como rey con todos los honores. Las sucesivas Juntas de Regencia —verdadero Gobierno de España durante la Guerra de la Independencia— habían trabajado intensamente y sacado adelante una de las normativas más avanzadas de la época, la Constitución de 1812.

Tras el periplo de entrada en España de el Deseado, desde el 22 de marzo hasta el 16 de abril, cuando recabó en Valencia, el rey recibió en persona un «manifiesto que algunos diputados a Cortes ordinarias firmaron [el 12 de abril] en los mayores apuros de su opresión en Madrid para que la majestad del señor don Fernando el VII, a la entrada en España de vuelta de su cautividad, se penetrase del estado de la nación, del deseo de sus provincias y del remedio que creían oportuno». Este manifiesto —llamado «de los persas» porque comenzaba diciendo que «era costumbre en los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor», que era como se habían sentido los firmantes desde la proclamación de la Constitución de Cádiz, en abril de 1812—, suscrito por nada menos que sesenta y nueve diputados no liberales —de los ciento setenta y nueve constituyentes que hubo en Cádiz—, sirvió de base a Fernando VII para firmar el 4 de mayo un decreto por el que derogaba la Constitución vigente y restablecía el Antiguo Régimen. Pero el rey tenía más apoyos además del político: el cabildo catedralicio le había pedido el restablecimiento de la Inquisición, y Francisco Javier Elío, capitán general de Valencia, le declaró absoluta fidelidad el 17 de abril a través de su pronunciamiento militar. El Deseado también gozaba del respaldo casi total de la población, como él mismo había podido comprobar durante su viaje desde los Pirineos.

El texto, firmado en Valencia el 4 de mayo, tenía más forma de manifiesto que de decreto, pero al fin y al cabo derogaba una norma legal y toda la obra posterior de las Cortes de Cádiz en cuanto dejaba claro que su «real ánimo» no era solo «no acceder ni jurar dicha constitución ni a decreto alguno de las Cortes generales y extraordinarias […] sino declarar aquella constitución y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto», justificado unas líneas más arriba en que las Cortes que elaboraron la Carta Magna, «convocadas de un modo jamás usado en España», no habían llamado ni al clero ni a la nobleza y que todo había quedado a disposición de ellas, «las cuales, en el mismo día de su instalación, y por principio de sus actas», le «despojaron de la soberanía, poco antes reconocida por los propios diputados, atribuyéndola nominalmente a la nación para apropiársela ellos mismos…».

El régimen de represión liberal que se estableció durante el sexenio absolutista (1814-1820), eludido por los que pudieron exiliarse, tuvo su base en este mismo decreto del 4 de mayo: «Y como el que […] contradijere esta mi real declaración […] atentaría contra las prerrogativas de mi soberanía y la felicidad de la nación, y causaría turbación y desasosiego en mis reinos, declaro reo de lesa Majestad a quien tal osare o intentare, y que como a tal se le imponga la pena de la vida». Existe un debate historiográfico sobre si este decreto constituye en sí mismo un golpe de Estado.