2021-11-13
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¿SABÍAS QUE…?
1. El príncipe de Orange, Mauricio de Nassau, capitán general del ejército holandés, murió tras una larga enfermedad mes y medio antes de que su hermano, el gobernador de Breda, entregara las llaves a los españoles.
2. Lope de Vega representó, probablemente en 1627, su Diálogo militar a honor del excelentísimo marqués Espínola, tanto en palacio como en la misma residencia del capitán general en Madrid, para honrar no solo esta victoria en Flandes, sino las anteriores del militar.
3. La ciudad de Breda había sufrido otro asedio en 1581 y otro posterior en 1637, que sirvió para afirmar la soberanía de las Provincias Unidas, una soberanía que quedó confirmada en la Paz de Westfalia (1648).
6 de junio
Proclamación de José Bonaparte como rey de España (1808)
A principios de junio de 1808, un mes después de las abdicaciones de Bayona —por las que Carlos IV cedió la Corona a Napoleón—, el emperador francés encontró el momento de introducir en España la nueva dinastía que llevaba tiempo deseando formalizar. No quería que el periodo de interregno desde las abdicaciones se alargara, para lo cual convenció a su hermano José de que renunciara a la Corona de Nápoles a fin de encargarse de la española, lo que supondría una especie de «ascenso» al aceptar ser soberano de una nación más rica y grande.
Napoleón, que el 25 de mayo ya había publicado un manifiesto de intenciones dirigido al pueblo español, envolvió la idea del cambio de rumbo del trono de España con un manto de condescendencia basada en la seguridad de la superioridad francesa ante el ilusorio deseo de los españoles de cobijarse bajo el orden imperial: «Yo quiero que mi memoria llegue hasta vuestros últimos nietos y que exclaméis: “Es el regenerador de nuestra patria”». Esta declaración, aunque aún no revelaba su idea de sentar en el trono español a su hermano José, no ocultaba que, en efecto, pensaba realizar un cambio de régimen. A la vez movilizó al mariscal Murat y a la Junta de Gobierno para que en un breve espacio de tiempo reunieran en Bayona a una representación estamental de la nación española (nobleza, clero y pueblo llano) de ciento cincuenta hombres para revestir de legalidad el cambio dinástico mediante un debate en el pleno que analizara el sistema político y social de España y que permitiera «sacar los colores» a los afectos al Antiguo Régimen, verdadero culpable de todos los males de la nación, para que los corrigieran. Los conservadores españoles vieron con buenos ojos el hecho de que el emperador contara con ellos para poner remedio a esos males, pero no tanto que las sesiones tuvieran que celebrarse en suelo francés.
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Mientras se ponía en marcha la convocatoria, el corso se apresuró a decretar brevemente lo siguiente:
Napoleón, por la gracia de Dios, emperador de los franceses, rey de Italia, protector de la confederación del Rin, etc., etc., etc. A todos los que verán las presentes, salud. La Junta de Estado, el Consejo de Castilla, la villa de Madrid, etc., etc., habiéndonos por sus exposiciones hecho entender que el bien de la España exigía que se pusiese prontamente un término al interregno, hemos resuelto proclamar, como Nos proclamamos por las presentes rey de España y de las Indias a nuestro muy amado hermano Josef Napoleón, actualmente rey de Nápoles y de Sicilia. Garantimos al rey de las Españas la independencia e integridad de sus estados, así los de Europa como los de África, Asia y América. Y encargamos que el lugarteniente general del reino, los ministros y el Consejo de Castilla hagan expedir y publicar la presente proclamación en las formas acostumbradas, para que nadie pueda alegar ignorancia. Dado en nuestro palacio imperial de Bayona el 6 de junio de 1808.
El recibimiento que tuvo José I Bonaparte cuando llegó a Madrid el 20 de julio lo describió de la siguiente manera en una carta dirigida a su hermano: «Enrique IV tenía un partido; Felipe IV, un competidor que combatir; y yo tengo por enemigo a una nación de doce millones de habitantes, bravos y exasperados hasta el extremo».
