SABÍAS QUE ? La batalla de Alcántara (1580)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Los primeros príncipes de Asturias, herederos de la Corona de Castilla —y después de España—, fueron Enrique y Catalina tras su enlace matrimonial, aunque posteriormente renunciaron a sus derechos.

2. Fue durante el reinado de Juan I cuando se introdujo en Castilla el calendario cristiano, que cuenta los años desde el nacimiento de Cristo, no desde treinta y ocho años antes.

 

25 de agosto

 

 La batalla de Alcántara (1580)

Desde los siglos XIII-XIV, Castilla se había fijado más en los vástagos de los reyes y príncipes portugueses como consortes de sus homólogos castellanos que en los de los gobernantes de su reino vecino oriental. Una excepción la encontramos en el enlace de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, aunque la infanta Isabel, primogénita de los Reyes Católicos, se casó con el infante Alfonso de Portugal y, muerto este, con su hermano Manuel I —el rey portugués, ya viudo, se casaría con su excuñada, María de Aragón—. Cuando llegaron los Habsburgo tampoco se rompió esa tradición tendente a unir ambos reinos: Carlos I se casó con Isabel, hermana del rey Juan III de Portugal; este, con la hermana del emperador, Catalina, y su hijo, el príncipe Felipe, con María de Portugal.

La hermana del futuro Felipe II, Juana, se casó a su vez con el infante Juan de Portugal, matrimonio del que nació el heredero al trono portugués, Sebastián. Muerto este en una batalla disputada en el norte de África (1578), el problema sucesorio alcanzó tanto eco internacional que Inglaterra, Francia y los Países Bajos se opusieron a que Felipe II tuviera mejores argumentos que el resto de candidatos para hacerse con la Corona portuguesa —como tío del difunto rey—, sobre todo porque el imperio español estaba a punto de convertirse en una potencia oceánica indiscutible.

Mientras la diplomacia no era capaz de solucionar el conflicto, el cardenal Enrique, hijo de Manuel I y regente durante muchos años de Sebastián, ocupó el asiento real, pero su muerte en enero de 1580 desató de nuevo el problema sucesorio. Uno de entre la media docena de pretendientes al trono, el prior de Crato —nieto de Manuel I, aunque hijo ilegítimo del infante Luis—, aprovechó para coronarse rey como Antonio I de Portugal en junio de 1780. La respuesta del monarca español fue inmediata. Reunió un ejército y una flota de cerca de cuarenta mil hombres comandados por Fernando Álvarez de Toledo, el III duque de Alba, por tierra, y Álvaro de Bazán, por mar. Las tropas del duque de Alba entraron en el reino vecino desde Badajoz por Elvas en dirección a Lisboa, y apenas encontraron resistencia en su marcha hacia el Atlántico. Antonio, por su parte, recién coronado, había reunido un ejército destinado a la capital de Portugal para hacer frente a los castellanos.

El encuentro de ambos ejércitos ocurrió el 25 de agosto de 1580 a ambos lados del estuario del río Tajo, muy cerca de su desembocadura. La infantería castellana, tras varios ataques de artillería, consiguió cruzarlo y se plantó muy cerca de Lisboa, en Alcántara —hoy ya casi en la capital—. En pocas horas las tropas del duque de Alba lograron la victoria, obligando a lo que quedaba del ejército portugués a retirarse hacia la ciudad, que cayó en manos de los españoles. Antonio de Portugal huyó hacia el norte y perdió su título.

A finales de año las huestes castellanas se hicieron con casi todo Portugal, y en marzo de 1581 las Cortes de Tomar proclamaron a Felipe II rey del país vecino. El emperador nombró al duque de Alba condestable y virrey de Portugal, y todas las posesiones de ultramar de los lusos pasaron a formar parte del mayor imperio territorial que ha conocido la historia.


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