Preguntas. 1. ¿Dónde estaba sentado Tobías?

1. ¿Dónde estaba sentado Tobías?

2. ¿Quiénes le acompañaban?

3. ¿Qué hacían allí?

4. ¿Qué es una tertulia y que se hace en ella?

5. ¿De qué tema trataba la tertulia de ese día?

СРС

Leer el cuento y traducirlo al ruso.

СРСП

Estudiar el cuento para su posterior relato.

Глоссарий

hijo сын ұл
artesano мастер ұста
nido гнездо ұя
insuperable непревзойденный үздік
ejemplo пример үлгі
ladrar лаять үру

Библиография

Nuevas Narraciones Españolas. Juan de Dios Luque Durán. Lucía Luque Nadal. Nivel III. Página 53. Sociedad General Española de Librería, S.A. Primera edición 2001.

Un herrero esconde a Napoleón

El gran ejército francés que había ocupado casi toda España estaba de retirada. Un día, cuando los soldados españoles e ingleses le estaban pisando los talones, Napoleón buscó refugio en el carromato de un pobre herrero. Con un tono altivo Napoleón le dijo:

- Los soldados enemigos me persiguen. Escóndeme, porque si no, me matarán.

El herrero escondió a Napoleón debajo de su cama y lo cubrió con mantas y cojines. Cuando llegaron los soldados españoles, buscaron por todo el carromato, pero no encontraron a nadie.

A las pocas horas, los soldados españoles desaparecieron, porque las tropas francesas contraatacaban. Napoleón salió de debajo de la cama. Cuando se tranquilizó, agradeció al herrero el haberle salvado la vida y, como recompensa, le concedió tres deseos.

El hombre, después de meditar, dijo:

- Mi primer deseo es que su excelencia me de dinero suficiente para arreglar el techo de mi carromato, porque cuando llueve, penetra el agua.

- Deseo concedido –dijo Napoleón.

- Mi segundo deseo es que expulse de aquí a otro herrero que se ha establecido cerca de mí y me hace una competencia feroz.

- De acuerdo –dijo Napoleón. Concedido también.

- Y mi tercer deseo es saber que sintió su excelencia cuando los soldados españoles pinchaban con sus bayonetas el colchón que tenía encima.

- ¿Cómo te atreves a hacerme semejante pregunta? ¡Es una insolencia! Serás ajusticiado.

-

Cuando aparecieron los soldados franceses, Napoleón mandó encarcelar al herrero. Al día siguiente le comunicaron que sería fusilado.

Tras pasar toda la noche encarcelado, los soldados del pelotón de fusilamiento encargados de la ejecución trasladaron al herrero a un campo abierto y lo ataron a un árbol. Después, el oficial del comando comenzó a contar: uno, dos... De repente, antes de que el oficial pronunciase la palabra fuego, se oyó un grito: era un ayudante de Napoleón, que traía la orden de perdonar la vida al condenado.

Además le traía una carta de Napoleón. Una vez que el herrero se hubo tranquilizado, el ayudante le leyó el siguiente mensaje: Tú querías saber que sentí cuando me escondí debajo de tu cama. Ahora ya lo sabes.


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