SABÍAS QUE ? Estados Unidos declara la guerra a España (1898)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Solo Toledo siguió en pie tras la ejecución de Villalar, al mando de la esposa de Juan Padilla, María Pacheco, una noble castellana.

2. Carlos I, que regresó a España en julio de 1522, promulgó el «Perdón General» a los comuneros el 1 de noviembre, aunque excluyó de él a cerca de trescientos, de los que más de cien fueron ejecutados.

 

25 de abril

 

 Estados Unidos declara la guerra a España (1898)

La lucha cubana por la independencia y la guerra posterior con España (1895-1898) habían llamado la atención de Estados Unidos, que se posicionó a favor de Cuba para salvaguardar sus intereses económicos en la isla. En los primeros días de 1898, una serie de disturbios llevados a cabo por cubanos españolistas contra la prensa local independentista y el nuevo Gobierno autónomo estalló en La Habana, lo que contribuyó a demonizar aún más si cabe todo lo español, situación que aprovechó Estados Unidos para enviar, en «visita amistosa», al acorazado de segunda clase Maine al puerto de La Habana, pero con el claro fin de intimidar a España con su sola presencia ante cualquier posible maniobra militar que pretendiera ejecutar el Gobierno español.

La noche del 15 de febrero, el Maine se encontraba fondeado en el puerto cuando una explosión destrozó la proa del barco, que se fue a pique causando la muerte de doscientos sesenta tripulantes. Aun no se ha podido determinar si la explosión fue fortuita o provocada, aunque es seguro que no favoreció a los intereses españoles. Una comisión de investigación estadounidense la atribuyó a una mina submarina, mientras que la comisión española, a la que le fue vetado el acceso al casco del buque, determinó que fue debida a causas internas. En cualquier caso, la voladura del Maine, la agresiva campaña emprendida a raíz de ella por determinados sectores de la prensa estadounidense —especialmente los del magnate William Randolph Hearst— y un mensaje del presidente William McKinley al Congreso fueron determinantes para que el 18 de abril el Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos resolvieran «Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente; que es deber de los Estados Unidos exigir […] que el Gobierno español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno en Cuba y retire sus fuerzas terrestres y navales de las tierras y mares de la isla», y autorizaran al presidente lo siguiente: «… que utilice todas las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos y llame al servicio activo a las milicias de los distintos estados de la Unión en el número que sea necesario para llevar a efecto estos acuerdos».

Tras este ultimátum —una auténtica declaración de guerra—, las Cortes españolas se reunieron el 20 de abril para autorizar al Gobierno el envío de una escuadra española a Cuba, que lo hizo en medio de manifestaciones patrióticas, de motines populares y, sobre todo, de las reticencias de los jefes militares, plenamente conscientes de la inferioridad bélica española. Todo esto tuvo un inesperado precedente en Filipinas, cuyos conatos independentistas parecían controlados en aquel momento. Sin embargo, fue la directa intervención naval estadounidense la que impulsó el movimiento insurreccional indígena. Si el 24 de abril otra escuadra, esta vez estadounidense, partía desde Hong Kong con destino a Filipinas, al día siguiente, 25 de abril, el Congreso de Estados Unidos votaba oficialmente la guerra a España.


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