SABÍAS QUE ? El abrazo de Vergara (1839)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. A pesar de su sobrenombre más conocido, de Pedro I de Castilla se conserva una estatua orante de alabastro —labrada probablemente a principios del siglo XV— en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid).

2. Fruto de las relaciones matrimoniales y extramatrimoniales con, al menos, cinco mujeres, Pedro I tuvo nueve hijos conocidos, aunque se cree que pudo haber alguno más de alguna otra relación.

 

31 de agosto

 

 El abrazo de Vergara (1839)

Tras la muerte de Fernando VII (1833), los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, que encabezaba el sector más reaccionario del absolutismo, no aceptaron la coronación de Isabel II y se levantaron en armas, dando lugar a la primera guerra carlista (1833-1840). El progresivo agotamiento de los rebeldes de Navarra y del País Vasco —el general Zumalacárregui, destacado militar carlista, había muerto en el sitio de Bilbao en 1835— llevó al general Maroto a firmar con su homólogo isabelino, Espartero, el Convenio de Vergara (1839), mientras continuaba la lucha en Cataluña y el Maestrazgo hasta la toma de Morella (1840).

Los contactos entre los generales carlista e isabelino, que habían luchado juntos en Perú contra los movimientos de emancipación, comenzaron en febrero de 1839, pero las negociaciones resultaron muy complejas. Maroto, lógicamente, pretendía que se reconocieran los derechos de Carlos María Isidro, aunque fuese por vías extramilitares (por ejemplo, mediante el matrimonio entre su heredero, Carlos Luis, e Isabel; es decir, entre primos). Espartero, por su parte, alegaba no tener autorización más que para excluir a Carlos y a su familia de toda pretensión al trono español, pero sí para reconocer los fueros de los rebeldes del norte y los empleos y sueldos del ejército carlista.

Mientras tanto, Espartero proseguía la campaña bélica para forzar las negociaciones. En abril se apoderó de los fuertes de Ramales y Guardamino (Vizcaya), hecho por el que recibió el título de duque de la Victoria. Más tarde ocupó las poblaciones vizcaínas de Orduña y Balmaseda, así como la alavesa de Amurrio, y acabó tomando Vitoria el 9 de agosto. Ante estos hechos, el general Maroto decidió reunirse con el general Espartero, encuentro que tuvo lugar el 31 de agosto a orillas del Deva y junto a la carretera de Francia, entre los puentes de Ozaeta y Aseurrunz, que encierran un meandro del río, ante la presencia de varios batallones de los dos ejércitos.

Pero Maroto había mirado bien por los suyos. Del convenio obtuvo muchas más cosas de las que concedió: a cambio solo de reconocer los derechos de la reina Isabel y entregar las armas, obtendría el mantenimiento de los fueros, de los cargos, los grados y los sueldos de aquellos militares carlistas que juraran la Constitución de 1837 y que decidieran integrase en el Ejército de Su Majestad, además de la liberación de todos los prisioneros de guerra, a quienes se les restituirían las condiciones acordadas para el resto de los militares carlistas. El Convenio de Vergara se selló con un abrazo entre ambos generales que ha pasado a la historia. Un sector del carlismo, en el que se encontraba el propio Carlos María Isidro de Borbón, nunca le perdonaría a Maroto este «acto de traición» a la causa carlista

El pretendiente tuvo que abandonar España el 14 de septiembre. El general Cabrera, en la región mediterránea, siguió ignorando el acuerdo de Vergara durante varios meses más, y lo hizo con tanto ahínco que fue apodado como «el tigre del Maestrazgo». Finalmente, tuvo que acudir el mismo Espartero con un buen número de tropas para forzar su retirada hacia Francia, algo que no consiguió hasta los últimos días de mayo de 1840 con la toma de Morella. Apenas cinco meses después, el duque de la Victoria se convertía en el nuevo regente de España.


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