SABÍAS QUE ? Atentado en Barcelona contra Fernando el Católico (1492)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. La provincia más favorable a la Constitución fue Santa Cruz de Tenerife (93,6 %), y la menos favorable, Guipúzcoa (64,6 %). La que registró mayor abstención fue Orense (60,6 %).

2. En el conjunto nacional, por cada once votos afirmativos hubo uno negativo. En el País Vasco esta proporción se reducía a tres a favor y uno en contra (de cada cuatro votos).

3. De los censados en el País Vasco votaron a favor del «SÍ» solo el 30,86 % (en comparación con el 58,91 % del electorado nacional).

 

7 de diciembre

 

 Atentado en Barcelona contra Fernando el Católico (1492)

En la primavera de 1492, tras la conquista de Granada, los Reyes Católicos viajaron a Barcelona para pactar con Francia la neutralidad en la guerra contra los Estados italianos y negociar la recuperación, por parte de Aragón, de la Cerdeña y el Rosellón.

El viernes 7 de diciembre, el rey Fernando II de Aragón, el Católico, salía por la puerta principal del Palacio Real de Barcelona (hoy Palacio Real Mayor), acompañado por algunos de sus consejeros, después de la reunión que acababa de mantener con diversas autoridades. Cuando bajaba la escalinata, y justo antes de disponerse a montar en su caballo, apareció un hombre «por las espaldas» y «tiró una cuchillada que alcanzó a su alteza en el pescuezo». Enseguida, los hombres del rey —su mozo de espuelas y su camarero— se abalanzaron sobre el atacante para darle muerte, pero el monarca les ordenó que no lo matasen para averiguar si detrás de su acción existía alguna conspiración.

Al rey lo llevaron rápidamente al interior del palacio para atender su herida, que podría haber sido mucho más grave si la gruesa cadena de oro que llevaba al cuello no hubiese hecho de «escudo». El arma, una espada corta ligeramente curvada, hizo un corte largo, pero no profundo, que no se infectó gracias a la rapidez en ser tratado. La peor parte se la llevó la clavícula, ya que el agresor se la fracturó del golpe. Este, que respondía al nombre de Joan de Canyamars, más conocido como Juan de Cañamares, se llevó unas cuantas puñaladas antes de ser salvado por el rey. Posteriormente fue conducido a una celda de castigo.

Con el rey oculto en el palacio y el detenido en prisión, los alrededores se convirtieron en un hervidero de confusión. Como es lógico, corrió la voz de que el rey había muerto, hasta que este se asomó a una ventana para hacer ver a los ciudadanos que no era así. Pero los rumores viajaban con mucha rapidez: que si el agresor era un catalán contrario a la unión de Aragón con Castilla, que si era un castellano movido por los mismos motivos... Pronto se supo que se trataba de un campesino natural de Canyamars (hoy en el municipio de Dosrius, en el Maresme) que no andaba muy bien de la cabeza. Por su parte, la reina Isabel ordenó que, como se diría hoy, se activase un protocolo de seguridad, que consistió en asegurar la ciudad militarmente y arrimar los barcos castellanos al puerto para evacuar al príncipe de Asturias y a sus hermanas las infantas de Aragón y Castilla. Inmediatamente después ordenó que investigasen el atentado y a su ejecutor. Finalmente se supo que se trataba de un perturbado mental que actuaba solo —salvo por orden del Espíritu Santo—. La exhaustiva investigación criminal, que consistió en el fino arte de someter al reo a un tormento espantoso, había dado sus frutos.


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