Harpo Films, Inc. Harpo Print LLC. Harpo Radio Inc. Harpo Video Inc. OW Licensing Co. Oprah’s Studio Merchandise Inc

Harpo Films, Inc.

SUS CRÉDITOS INCLUYEN: Alas cortadas (1997); Beloved (1998); La boda (1998); Amy & Isabelle (2001); Their Eyes Were Watching God (2005); For One More Day (2007) y The Great Debaters (2007).

En 2008, Harpo Films firmó un acuerdo de tres años para proporcionar programación a HBO.

 

En enero de 2009, Harpo Films anunció un acuerdo para rodar The Story of Edgar Sawtelle, en asociación con Playtone, de Tom Hanks.

En febrero de 2009, Oprah anunció que apoyaría la distribución de Push: Based on the Novel by Sapphire, ganadora del premio del Festival Cinematográfico de Sundance, más tarde llamada Precious, estrenándola a través de Harpo Films.

 

Harpo Print LLC

CRÉDITOS: O, The Oprah Magazine, y la ahora difunta O at Home, en asociación con Hearst.

Es propietaria de la marca O, The Oprah Magazine.

 

Harpo Radio Inc.

CRÉDITOS: Programación para la Oprah Radio Network para Sirius XM.

 

Harpo Video Inc.

CRÉDITO: Make the Connection.

 

OW Licensing Co.

Tenedor de los derechos de publicidad de Oprah Winfrey.

 

Oprah’s Studio Merchandise Inc.

Dirige Oprah Store y el gimnasio Harpo y es propietaria de un condominio valorado en 780.000 dólares, en Acorn Loftominiums, adquirido en 2006.

 

Además de adquirir la propiedad de Harpo Studios, Oprah y sus socios invirtieron otros 16 millones de dólares en renovar, ampliar y equipar el estudio de producción. Trabajaron con arquitectos, ingenieros y diseñadores durante dieciocho meses. «Nunca jamás en la vida imaginé que sería tanto trabajo —dijo Oprah más tarde—. Lo habría aceptado igual. La realidad es que es trabajo y dinero. La verdad es que no me siento tan abrumada como algunas personas por la responsabilidad económica. […] Me metí en esto sabiendo que costaría un montón de dinero.»

Oprah invirtió a fondo —emocional y económicamente— en crear un estudio que reflejara la imagen que quería presentarle al mundo. Ha hecho lo mismo con todos los hogares que ha construido. Después de comprar 40 hectáreas en Telluride (Colorado), contrató a la renombrada firma de Robert A. M. Stern, decano de la Escuela de Arquitectura de Yale.

«En la primera reunión, le enseñamos algo natural dentro del entorno: vigas y troncos alpinos —dijo uno de los arquitectos—. Lo descartó por completo. “Quiero algo que cuando alguien pase, exclame ‘UAU!’. Así que volvimos a las mesas de dibujo y le dimos Tara en una pista de esquí, con mármol y columnas blancas y amplias verandas. Cuando volvió y vio los planos, exclamó: “Quería una casa que hiciera exclamar ‘¡UAU!’ a la gente. No que dijera “Pero ¡qué hostias es esto?”». La casa no llegó a construirse.

Oprah quería que su Harpo Studios se convirtiera en el principal centro de producción del Medio Oeste, con lo último en instalaciones para televisión, anuncios y producción de películas. «Con unos costes más bajos aquí que en Hollywood, esperamos mantener la producción existente y atraer otra nueva a Chicago, lo cual creará puestos de trabajo y beneficios económicos —declaró—. Para mí es una alegría invertir en una ciudad cuyos habitantes me han apoyado tanto en mi trabajo».

Las opulentas instalaciones de Harpo ocupan toda una manzana y contienen tres estudios; oficinas, salas de reuniones, salas de control, salas de producción y montaje, una sala de proyección con una máquina para hacer palomitas, un comedor privado con un chef de la casa, un gimnasio dotado de bicicletas Nautilus, cintas rodantes y elípticas, un salón de belleza con peluqueros, maquilladores y manicuras, más una cafetería para el personal. Oprah decía que quería «crear un ambiente tan estimulante y cómodo que a la gente le encante venir a trabajar». No obstante, como observó una mujer, Oprah no construyó una guardería para los hijos de los empleados «porque en Harpo es adelante a toda máquina para Oprah y sólo para Oprah y, claro, para sus perros».

Según ella, consideraba que sus cocker spaniels, Sophie y Solomon, eran sus hijos y les permitía deambular libremente por los pasillos de Harpo. «Se les permite merodear por las oficinas —dijo una antigua empleada—. Solomon llevaba una campana en la cabeza. El pobre chocaba contra las paredes, dándose golpes sin parar.» De vez en cuando, Oprah incluía los perros en su programa. Una vez introdujo bromeando una sección (mayo de 2005) que anunciaba: «Stedman y yo tenemos una hija. Tiene problemas y creo que es culpa mía». La «hija» era su perra Sophie.

Como reflejo del miedo que tiene Oprah de que la asesinen, su estudio es una fortaleza. Además de la falange de guardias de seguridad que, en la entrada, pasan por el detector manual de metales a todos los espectadores de los programas y comprueban todos los bolsos y paquetes, hay un código privado que los empleados de Harpo deben introducir en un ordenador en cada puerta de acero para ser admitidos. Todos los invitados deben estar programados y presentar su identificación. No hay ningún acceso para visitantes.

Harpo tiene tres salas verdes diferentes, dos para los invitados corrientes («Necesitamos dos porque, a veces, tenemos que mantener separados a los invitados antes de salir al aire», dijo un empleado) a los que se les sirve fruta, bollos y agua; y la sala verde VIP (para famosos como John Travolta, Tom Cruise y Julia Roberts), que tiene su propia puerta lateral que lleva a una lujosa zona de sillones de piel, comida fabulosa y un baño privado provisto de productos Molton Brown. «La diferencia entre las salas verdes normales y la VIP es la misma que hay entre el Marriott y el Ritz», dijo una mujer que ha estado en ambas.

Además, Harpo tiene también un almacén del tamaño de cinco campos de fútbol, atestado con obras de los fans de Oprah, hechas y enviadas por los telespectadores: Oprah en tapetes de ganchillo, Oprah pintada al óleo, en forma de ángel o Madonna, Oprah en figuritas de cerámica, réplicas en estrás de Oprah como reina del mundo, Oprah en acuarela, comiendo puré de patatas (su comida favorita), óleos de Stedman y Oprah en un pastel de boda. «Era divertido, interesante, estrafalario —dijo un director artístico que visitó el espacio con Oprah—. Le dije: “La verdad es que es conmovedor”. Ella respondió: “Bueno, sí y no. La mayoría llegaron con la factura”.»

Al final, Harpo constaba de seis edificios y la firma de bienes inmuebles de Oprah compró otro edificio cercano para abrir Oprah Store, un emporio de 510 metros cuadrados, que se inauguró en 2008, para vender los productos de Oprah. Toda la recaudación va a Oprah’s Angel Network y Oprah Winfrey Leadership Academy Foundation. Casi todo lo que hay en la tienda está marcado, bordado, estampado en relieve o grabado con una O. Durante las fiestas de Navidad, la tienda vende un globo de nieve de The Oprah Winfrey Show que contiene ochenta y ocho oes, incluyendo muñecos de nieve hechos de oes. Todo el año, hay pijamas O, velas O, bolsos metálicos O, bolsas de lona O, gorras O, tazas O, manteles individuales O, incluso bolsas para la compra con la palabra « c O mestibles». En un rincón de la tienda, está el «armario de Oprah», que contiene prendas usadas de Oprah, que van desde la talla 40 a la 48. Cada artículo, incluyendo su falda de Prada (400 dólares), botas Ferré (300 dólares), tiene una etiqueta que dice: «Harpo Inc. certifica que el artículo que lleva esta etiqueta es una prenda auténtica del armario de Oprah Winfrey». La Oprah Store también vende cajitas con pequeñas tarjetas para notas, con frases inspiradoras de Oprah.

 

• El trabajo de tu vida es descubrir tu propósito y poner manos a la obra para vivirlo.

 

• Cada día trae una oportunidad para respirar hondo, quitarte los zapatos y ponerte a bailar.

 

• Lo que haces hoy crea todos los mañanas.

 

• Todo lo que haces y dices le muestra al mundo quién eres de verdad.

   Vive tu verdad.

 

• Vive tus propios sueños.

 

• La alegría de vivir bien es la máxima recompensa.

 

• El único valor que necesitas es el valor de seguir tu pasión.

 

• El amor que das = el amor que recibes.

 

Después de que se construyera Harpo, el Near West Side de Chicago se aburguesó. Los promotores se trasladaron a la zona para construir pisos y condominios, gracias en gran parte a la importante inversión hecha por Oprah en su estudio de producción.

Mientras se construía Harpo, Oprah volaba a Los Ángeles para rodar The Women of Brewster Place, basada en la novela de Gloria Naylor sobre siete mujeres negras que se unen para superar los reveses que sufren por la vida en el gueto: «Será la mejor miniserie que cualquier cadena de televisión haya hecho hasta ahora —dijo Oprah a los periodistas—. ¿Me oís? La mejor. Podéis decir que lo he dicho yo».

Fue su primer papel protagonista y su primera película como productora ejecutiva. «Después de El color púrpura, quería demostrar que mi actuación no había sido una casualidad», afirmó. Eligió el libro de Naylor, lleno de sueños rotos, traiciones y amargura, porque pensaba que hacía una declaración sobre cómo sobrevivir con dignidad en un mundo que trata de despojarte de ella. Pero tres cadenas rechazaron el proyecto. «Dijeron que era demasiado de mujeres», contaba Oprah, que finalmente ejerció la influencia que tenía en ABC, volando a Los Ángeles para reunirse directamente con Brandon Stoddard, presidente de espectáculos en cadena. «Básicamente, conseguí que saliera en antena —afirmaría Oprah más tarde—. Que yo participara en la película convenció a ABC.»

A continuación, ayudó a reunir el reparto, que incluía a Cicely Tyson, Robin Givens, Jackée Harry, Lynn Whitfield, Lonette McKee, Olivia Cole y Paula Kelly. «Es la primera vez (que yo recuerde) que la televisión presenta un drama que describe la vida de las mujeres negras», dijo Reuben Cannon, el director de reparto y gran amigo de Oprah.

La novela de Gloria Naylor, igual que El color púrpura, de Alice Walker, había sido criticada por la manera de tratar a los hombres negros, así que Oprah suavizó algunos de los personajes masculinos para que fueran menos amenazadores, pero se negó a la petición de la NAACP de revisar el guión. «Sencillamente, no creo que puedas permitir que te controlen —declaró—. [Además], me siento insultada. Soy tan consciente de mi legado de persona negra como cualquiera. Comprendo que no llegué aquí yo sola, que he caminado sobre la espalda de los negros cuyo nombre está en los libros de historia y de muchos otros que no lo lograron. Tengo la responsabilidad de hacer un buen trabajo, no sólo como mujer negra, sino como ser humano. Me preocupa la imagen de los hombres negros tanto como a cualquiera, pero hay hombres negros que abusan de su familia y hay hombres blancos que también lo hacen, y hombres morenos. Es una realidad de la vida, me enfrento a ella cada día. Por eso, me niego a dejarme controlar por las ideas e ideales que otros tienen sobre lo que yo debería hacer».

Aunque cambió algunos de los personajes masculinos del libro, dejó intacta la relación lesbiana, honrando el propósito de la novelista de representar la diversidad de las mujeres negras, desde el color de su piel hasta sus preferencias religiosas, políticas y sexuales.

Oprah trabajó dieciocho horas al día durante seis semanas para completar la película. Como productora ejecutiva, era la primera en llegar al plató cada mañana. «Me aseguré de saber el nombre de todos, para que nadie pensara que yo era la “Señorita Más Poderosa Que Tú”».

The Women of Brewster Place estaba programada para el domingo y el lunes por la noche, 19 y 20 de marzo de 1989, y Oprah estuvo de acuerdo en hacer la promoción nacional para ABC antes del estreno, incluyendo una conferencia de prensa para los críticos de televisión. Jeff Jacobs hizó hincapié ante los reporteros de lo importante que era el buen trabajo de Oprah, tanto si resultaba ser comercial como si no. «The Women of Brewster Place todavía no se ha estrenado —dijo—. Cuando lo haga, averiguaremos si la gente responde y le da una buena calificación. Pero tanto si se la dan como si no, es una película importante. Era preciso hacerla. Si ganamos dinero, genial. Y si no, bueno, hay otras razones para ir al trabajo, aparte del dinero.»

Oprah se volvió hacia los periodistas. «¿Queréis saber dónde estaré el domingo por la noche? Me encontraréis de rodillas delante de la tele, rezando para que los Nielsen sean altos». Mientras que Jacobs señalaba el compromiso con el valor del proyecto, el compromiso de Oprah era con los índices, y no se vio defraudada: The Women of Brewster Place fue la serie en dos partes más vista desde Fatal Vision, de la NBC, en 1984. El triunfo de Oprah se concretó en un índice medio de 24 y un share de 37, según las cifras de A. C. Nielsen Co, donde un punto en los índices representaba a 904.000 hogares. El domingo, su miniserie superó tanto a El Mago de Oz, en la CBS, como a la emisión de El retorno del Jedi, en la NBC.

En las críticas había de todo, pero ninguna sorprendió tanto a Oprah como la del Chicago Sun-Times, de Daniel Ruth, que la había criticado en el pasado, pero que ahora la elogiaba como «una mujer de considerable talento; en especial como actriz dramática. De forma ininterrumpida […] emplea una energía que sostiene esta producción de principio a fin. Es una caracterización de primera clase».

Oprah le escribió una nota diciéndole que nunca pensó que recibiría una crítica favorable de él. Él le contestó que nunca pensó que haría algo que se la mereciera. «Así pues —diría muchos años más tarde—, estábamos en paz.»

Ahora, con su poder estelar muy aumentado, Oprah convenció a ABC para que le dieran una serie semanal, en horario de máxima audiencia, basada en la película. Su única condición fue que no podía emitirse los jueves por la noche. «No quiero estar en una situación de competencia con Cosby», dijo, refiriéndose a La Hora de Bill Cosby, entonces uno de los programas más populares de la televisión. Para aplacar a los críticos que opinaban que The Women of Brewster Place dejaban a los hombres negros por los suelos, Oprah aceptó añadir algunos personajes masculinos comprensivos y llamar a la serie simplemente Brewster Place. La cadena le prestó todo su apoyo, a ella y al nuevo programa. «Estamos encantados de que Oprah Winfrey se una a nuestra programación en el horario de máxima audiencia con esta serie —afirmó Robert Iger, el nuevo presidente de espectáculos en cadena—. El éxito de la miniserie la temporada pasada y la continuada popularidad de su programa diario dan testimonio del atractivo universal de Oprah.»

Brewster Place empezó a emitirse en mayo de 1990, pero consiguió unos índices tan bajos que ABC la canceló después de 11 episodios. El fracaso de su aventura le costó a Oprah diez millones de dólares e hizo que las instalaciones de Harpo quedaran, en gran medida, sin usar y no resultaran rentables. Habiendo perdido, una vez más, en su intento de estar en el horario de máxima audiencia en televisión, Oprah se retiró a su finca de Indiana. Más adelante, confesaría a la revista Essence que había fracasado porque el ruido de su ambición había ahogado «la voz de Dios».

«Pensaba que podía hacerla bien [la serie], porque quería que estuviera bien… Pero no estaba preparada. Mi error fue que no escuché la voz. ¡Yo, la que siempre predica ‘Escucha la voz’, ‘Déjate guiar por la voz’, ‘Obedece lo que dice la voz’! Y por voz quiero decir la voz de Dios dentro de mí… La voz hablaba alto y claro, pero no hice caso».

Oprah no comprendía que, quizás, el fracaso de Brewster Place estribara en su concepción o en el guión o puede que incluso en la interpretación. Lo había dicho, una y otra vez: «Dios está conmigo. Por eso siempre triunfaré […] Estoy centrada en Dios».

No creía que a las buenas personas pudieran pasarles cosas malas. Tampoco aceptaba lo anárquico del destino o el malvado caos, ni siquiera de la mala suerte. Descartaba por completo que la suerte tuviera algo que ver en su éxito. «La suerte es cuestión de preparación —afirmaba—. Estoy muy en armonía con mi yo divino». Creía que todo lo dictaba el propósito sagrado, incluyendo los 157 milagros que le dijo a los espectadores que había vivido. Al premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel, le dijo que el hecho de que él hubiera sobrevivido al Holocausto era un milagro, pero él no estuvo de acuerdo. «¿Por qué Dios hizo un milagro para salvarme? Había personas mucho mejores que yo. […] No, fue una casualidad», afirmó. Oprah se lo quedó mirando, incrédula.

Habiendo asignado el mérito de su «triunfal» vida a los planes de Dios para su éxito, ahora aceptaba su revés en Brewster Place como otro mensaje desde lo alto. «De verdad que comprendo que hay una lección en todo lo que nos sucede —afirmó—. Así que trato de no perder tiempo preguntando: “¿Por qué me ha pasado esto?”, sino tratando de averiguar por qué había decidido hacerla (la serie). Esa es la respuesta que necesito. Se trata de aceptar, siempre, la responsabilidad de tus decisiones. Cuando miras fuera de ti, en busca de respuesta, buscas en el lugar equivocado».

Al analizar las opiniones de Oprah para The New York Times Magazine, Barbara Grizzuti Harrison, escribió que, con frecuencia, sus «complicadas contradicciones» y simplistas verdades chocaban entre ellas, pero eran perfectas como fragmentos de entrevista para la televisión. «Compensan en sustancia lo que les falta en profundidad». Más tarde, la periodista reconocería que no soportaba el programa de Oprah. «Ya me perdonará, pero es un montón de basura. Degrada el lenguaje y degrada las emociones. Proporciona fáciles fórmulas psicológicas. [Estas personas] van por ahí hablando como si fueran galletitas de la suerte. Y creo que ella es, en gran medida, responsable de esto». La periodista Gretchen Reynolds estaba de acuerdo, aunque no lo expresara con tanta dureza. «Es una auténtica adepta […] al tipo más difuso del dogma de la autoayuda. Cree que puedes “llegar a conocerte enfrentándote a tus miedos”».

Sin embargo, las homilías de Oprah conmovían a su público y reflejaban su propia búsqueda espiritual. Conforme evolucionaba desde que era un producto de los predicadores del Viejo Testamento hasta convertirse en la teórica de la New Age, que definía a Dios, vagamente, como una fuerza del universo, daba a sus espectadores lo que ella llamaba «un nuevo despertar espiritual», para que todos pudieran, según sus palabras, «live your best life» (Vive tu mejor vida). La frase llegó a ser un mantra tan de Oprah que hizo que Harpo Inc. registrara las cuatro palabras, como suyas propias. Dirigía seminarios de Vive tu mejor vida por todo el país, cobrando 185 dólares por persona, y atrayendo a miles de mujeres. Entregaba diarios de Vive tu mejor vida y alentaba a todo el mundo a escribir sus aspiraciones para que se hicieran realidad. Distribuía bolsas de regalo de Vive tu mejor vida llenas de velas perfumadas y bolsitas de té. Predicaba igual que un ministro baptista anticuado, pero sus sermones de Vive tu mejor vida no contenían fuego y azufre. Antes al contrario, ofrecía mensajes cariñosos, para sentirse bien, sobre «vivir el momento presente» y «perseguir tus sueños» y «escuchar la voz», que, prometía, les conduciría a «vivir vuestra mejor vida». Y para el gran número de participantes de pago que, en sus cuadernos de notas, de Vive tu mejor vida, anotaban cada palabra que decía, no había mejor prueba de esto que la propia Oprah.


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