2021-11-13
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¿SABÍAS QUE…?
1. Antes del euro existía otra moneda europea en el mercado de divisas para fijar los tipos de cambio, el ECU (European Currency Unit).
8 de febrero
En la Edad Media, España era el país de mayor tolerancia religiosa de Europa y el único con minorías importantes de judíos y musulmanes —los demás países del continente ya habían expulsado a sus poblaciones judías—. El acoso a la minoría judía en España comenzó en 1391 con una serie de motines violentos fomentados por el fanatismo y por las precarias condiciones económicas. Fueron muchos los judíos que perdieron sus vidas, pero aún fueron más los que se convirtieron al catolicismo, algo relativamente fácil en España debido a que la población judía estaba bastante integrada en la sociedad. El acoso continuó durante décadas y se calcula que a mediados del siglo XV había unos cien mil «conversos» —más de la mitad de la población judía total—.
Pero el recelo y el resentimiento no cesaban, y eran numerosas las voces que insistían en que muchos de los conversos eran falsos. Se les acusaba de «judaizantes», es decir, elementos subversivos que ponían en peligro el cristianismo, motivo por el cual se le pidió al papado que creara en España una institución como la Inquisición, que ya funcionaba en algunas regiones de Francia e Italia. En 1478, Roma permitió que la Inquisición comenzara a funcionar en Castilla, aunque poco después se extendió a otros reinos de la monarquía y, de forma independiente, a Portugal. Los primeros tribunales se constituyeron en Sevilla y Córdoba en 1480, y se encargaban de juzgar a católicos laxos o heréticos (no podían procesar ni a judíos ni a musulmanes).
Los cuarenta primeros años de la Inquisición fueron los de mayor rigor sobre los conversos. En el siglo XVI se reprimió a los pocos protestantes que había, y a comienzos del XVII ya se habían ejecutado a varios miles de personas (algunos historiadores señalan que alrededor de diez mil), sobre todo por delitos relacionados con la inmoralidad.
Los autos de fe eran actos públicos en los que los condenados podían expiar sus pecados mediante multas ejemplarizantes, «sambenitos» (escapularios que se ponían a las personas condenadas para distinguirlas) y actos de contrición. En muchas ocasiones, a los condenados se les exhibía por las calles como penitentes, aunque lo que en verdad contribuyó a que los autos de fe adquirieran una fama cada vez más siniestra fue la aplicación de la pena de muerte en los casos más graves. Quienes se arrepentían podían recibir una muerte rápida por garrote vil; en caso contrario, morían quemados en la hoguera.
Presidido por fray Alonso de Ojeda, el primer auto de fe tuvo lugar en Sevilla, en el convento dominico de San Pablo, el 8 de febrero de 1481. Seis conversos fueron condenados a muerte, según la acusación, por haber practicado la religión judía en secreto. Los condenados fueron conducidos a las afueras de la ciudad, a un lugar que posteriormente se conocería como «el quemadero de Tablada», al que acudieron numerosas personas movidas por la curiosidad. Un gran madero cuadrado enmarcaba el cadalso, y en sus esquinas se situaban los pilares huecos que hacían las veces de horno.
