¿SABÍAS QUE…?
1. Después de todo, la capa corta y el sombrero de tres picos terminaron poniéndose de moda y no volvieron a producir disturbios.
2. Se dice que a Isabel de Farnesio, madre de Carlos III, le había horrorizado tanto el motín que le costó la vida (10 de julio de 1766).
24 de marzo
El Siglo de Oro español reunió a una buena cantidad de talentos cobijados bajo el techo monástico. Uno de ellos fue un tal Gabriel Téllez, nacido en Madrid probablemente el 24 de marzo de 1579, que de mayor quiso llamarse Tirso de Molina. Hábil con el verso, enredador de argumentos y teólogo de los escenarios, este defensor de la comedia inauguró con El burlador de Sevilla uno de los mitos más recurrentes de la escena española en siglos posteriores, la figura del don Juan.
Gabriel Téllez estudió en Alcalá de Henares hizo el noviciado y profesó en el monasterio de San Antolín, en Guadalajara (1600). Por aquella época era preceptivo que los monjes mercedarios realizaran un periplo por los conventos y monasterios de la Orden de Nuestra Señora de la Merced. En 1613 se trasladó a Toledo y dos años después marchó a la isla de La Española, donde vivió otros tantos años. A su regreso a España, y tras un breve periodo de nuevo en Toledo, se trasladó a Madrid, donde residió bastantes años y conoció a Lope de Vega y otros escritores de fama. Tras una temporada en Salamanca, otra en Sevilla y otra más larga como comendador del convento de Trujillo (1627-1629), en 1630 regresó a Toledo como definidor de la provincia de Castilla.
De su vasta producción dramática destacan El vergonzoso en Palacio (1611), El condenado por desconfiado (1615), del que Menéndez Pelayo dijo que era el primer drama teológico del teatro español, Thamar (1621), de atrevido asunto para la época, inspirado en la Biblia, y La prudencia en la mujer (1622), quizá la mejor comedia histórica española, cuyo personaje central es la reina doña María de Molina. Entre sus comedias de capa y espada se cuentan la mencionada El burlador de Sevilla o el convidado de piedra (escrita probablemente entre 1612 y 1620), que fija definitivamente el tipo, antes difuso, de don Juan, aunque en el drama es superior la idea al desarrollo, Don Gil de las calzas verdes (1615) o La villana de Vallecas (1620). Entre su prosa destaca, entre otras, una novela titulada Cigarrales de Toledo (1621).
En Tirso hay que destacar la importancia que en sus comedias suelen tener los caracteres femeninos, personajes principales en casi toda su producción, pintados siempre con mano maestra. Otro de sus aciertos es el tipo del imprescindible «gracioso», de agudo ingenio, que constituye la sal de sus comedias. Discípulo del gran Lope, le supera, sin embargo, en profundidad psicológica, sobre todo en los caracteres femeninos, en la corrección de estilo y en el ambiente de época. Como poeta, se muestra inspirado, abundante y feliz en las imágenes, y hace empleo del idioma con gran libertad y desparpajo. Quizá por esto, en las contiendas y controversias literarias de la época, militó entre los contrarios al culteranismo personificado en Góngora.
El trabajo en los conventos de la orden de los mercedarios ocupó su tiempo, y más si se le encomendaban tareas como la de completar (1637-1639) la Historia general de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, que había iniciado el padre Remón. En 1645 fue nombrado comendador del convento de Soria, donde también dedicó sus esfuerzos a otras labores literarias mientras vivía los últimos tres años de su vida.






