SABÍAS QUE ? Fin de la Guerra de la Independencia y restablecimiento de Fernando VII el Deseado (1814)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. A la muerte Felipe II, en 1598, a los dominios europeos del imperio español se sumaban los de la América conocida y multitud de posesiones africanas y asiáticas, como las Filipinas. De ahí el dicho de «en España nunca se pone el Sol».

2. A finales del siglo XVI, los territorios del imperio español se encontraban adscritos a seis Consejos que se encargaban de su administración: Aragón, Castilla, Flandes, Indias, Italia y Portugal.

 

17 de abril

 

 Fin de la Guerra de la Independencia y restablecimiento de Fernando VII el Deseado (1814)

Tras el repliegue del ejército francés en el verano de 1813 provocado por sus derrotas en Vitoria e Irún, Napoleón Bonaparte, vencido en la batalla de Leipzig, vio la necesidad de trasvasar su frente de la península Ibérica hacia el centro de Europa. Debía poner fin a la guerra en España cuanto antes, aun a costa de restablecer al rey y proponer un tratado de paz. O sea, una rendición en toda regla. El 11 de diciembre Francia y España firmaban un pacto de amistad en Valençay por el que el emperador mantenía la integridad del territorio español y reconocía «a don Fernando y sus sucesores, según el orden de sucesión establecido por las leyes fundamentales de España, como rey de España y de las Indias». De ese modo Fernando VII emprendía el camino de vuelta «a casa».

Las Cortes se reunieron nada más empezar el nuevo año y, a comienzos de febrero de 1814, ya tenían publicado un decreto que fijaba el itinerario real y los medios para restablecer al monarca en el trono. Este decreto trataba de tener controlado al Borbón desde que pisara suelo español hasta que llegara a Madrid, con la premisa de no reconocerlo como rey hasta que no jurara la Constitución de 1812. Para ello, la Regencia —en ausencia de Fernando— designó al general Francisco de Copóns y Navia, capitán general de Cataluña y uno de los militares más leales a la Constitución liberal, como encargado de recibir al monarca y solicitarle, en nombre de la Regencia, que aprobase la Carta Magna elaborada en Cádiz, así como sus Cortes.

Fernando VII cruzó los Pirineos el 22 de marzo y dos días después traspasó el límite que marcaba el río Fluviá entre las tropas francesas de Suchet y las españolas de Copóns. Continuó hacia el sur, según lo previsto, pero cambió el itinerario después de pasar por Gerona. Los baños de multitudes que se había dado por el camino le hicieron creer, y con razón, que era «el deseado» por el pueblo. Entonces, en vez de dirigirse a Valencia, como estaba planeado, se encaminó hacia Zaragoza, con la probable intención de ganar tiempo antes de decidirse a acatar las órdenes de la Regencia, además de mostrar su «pequeña rebeldía» ante la institución liberal. Es cierto que después se dirigió a Valencia, pero se encontró a pocos kilómetros de la ciudad del Turia con el cardenal Borbón, presidente de la Regencia, que le comunicó que no le traspasaría sus poderes hasta que no jurara la Constitución. Fue un encuentro tenso en el que claramente venció el rey, pues consiguió que el cardenal no solo no le obligara a jurar la Constitución, sino que, además, hizo que le besara la mano. El ejército que acompañaba al monarca en su camino a Valencia terminó rindiéndole honores.

Mientras tanto, el general Arthur Wellesley (duque de Wellington) no solo estaba manteniendo a raya a las tropas de los mariscales Soult y Suchet en la frontera, sino que ya pisaba suelo francés. El 16 de abril Fernando entraba triunfal en Valencia y, al día siguiente, el general británico conseguía de sus homólogos franceses un alto el fuego definitivo y la retirada de las pocas tropas que quedaban en territorio español. La Guerra de la Independencia en España había terminado y Fernando VII el Deseado haría realidad sus propios deseos.


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