SABÍAS QUE ? Por primera vez en la Historia, una princesa de Asturias «plebeya» (2004)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Felipe II llegó a acumular en algún momento de su vida más de una veintena de títulos soberanos.

 

22 de mayo

 

Cuando el 1 de noviembre de 2003 la Casa Real española anunció el compromiso del heredero a la Corona, Felipe de Borbón, con una persona sin ningún vínculo nobiliario, varios sectores de la sociedad, sobre todo el monárquico, se echaron las manos a la cabeza. Se venían a confirmar los temores de muchos partidarios de la Corona tras los rumores que circulaban desde hacía meses en los patios españoles.

Y es que el pueblo español llevaba años planteando un gran debate social desde el momento en que se consideró la Monarquía en términos institucionales e históricos. La Corona siempre se ha servido de sucesores consanguíneos, y Felipe de Borbón y Grecia, príncipe de Asturias y, por tanto, heredero al trono de España, no parecía hasta entonces muy proclive a darle una esposa, pero sí a alimentar los mentideros con romances más o menos breves. Su hermana Elena, casada con el hijo de un conde, no tenía una mala posición en sus opciones como heredera, pero Cristina, casada con un deportista profesional, tenía escasas posibilidades de heredar el trono. El problema era delicado en lo referente a Felipe, porque la mujer elegida no sería solo la esposa del futuro rey, sino, además, la reina de España. Muchos españoles aprobaban que don Felipe se casara «por amor», pero siempre que tuviera en cuenta que no tolerarían a una reina que no fuera digna sucesora de doña Sofía. La conjugación de estos dos elementos, personal y político, fue el origen del debate. Y es que buena parte de las monarquías europeas (británica, noruega, danesa, holandesa) estaba pasando por una crisis institucional por culpa de los continuos escándalos o de las relaciones conflictivas en el seno de sus respectivas familias reales.

A raíz del anuncio del compromiso del príncipe de Asturias con la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, divorciada para más inri, el debate social se disparó. Salvo para los que ideológicamente no se complicaban, que aprobaban a todas luces la idílica unión, el futuro enlace matrimonial tenía entonces para los diversos sectores sociopolíticos varios hándicaps que dependían de sus respectivos niveles afectivos de adhesión a la Corona: para los ultramonárquicos, Letizia Ortiz era simplemente una «plebeya»; para los que aceptaban la monarquía parlamentaria —básicamente «juancarlistas»— como régimen estabilizador del Estado, el «juego de tronos» acabaría en cuanto el príncipe de Asturias no aceptara sus reglas; para muchos republicanos, la difusión del compromiso real fue visto irónicamente como el anuncio de la futura venida de la Tercera República.

Medio año después del compromiso, el 22 de mayo de 2004, don Felipe y doña Letizia contraían matrimonio en la catedral de la Almudena de Madrid. Durante el cortejo nupcial posterior a la ceremonia, celebrado bajo una intensa lluvia por las calles de Madrid, pudo comprobarse que, en realidad, los hoy reyes de España se estaban dando un baño de masas. Al fin y al cabo, el «problema» nobiliario se había solucionado en cuanto doña Letizia salió por la puerta del templo y recibió automáticamente el título de princesa de Asturias.


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