2021-11-13
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¿SABÍAS QUE…?
1. Los fueros vascongados, basados en la costumbre, son muy anteriores a 1452, año en que se fijó por escrito el «Fuero Viejo» del Señorío de Vizcaya (siglo XI).
24 de junio
Hijo de un tejedor toledano de cendales de seda, mantos de lana y capas eclesiásticas, de nombre Gonzalo de Yepes, y de Catalina Álvarez, el 24 de junio de 1542 nació en Fontiveros (Ávila), en el seno de una familia descendiente de conversos judíos, Juan de Yepes Álvarez, quien sería la figura más significativa de la poesía mística española y, pese a la brevedad de su obra, uno de los mejores poetas en lengua castellana.
Vivió una primera infancia paupérrima, durante la cual murieron su hermano y su padre, que dejó a la familia en una situación económica lamentable. Pero, gracias a su condición de pobre de solemnidad, pudo estudiar con los jesuitas —sobre todo latín— a la vez que trabajaba en un hospital como asistente. En 1563 ingresó en la Orden de Nuestra Señora del Carmen, en Medina del Campo, con el nombre de Juan de San Matías, y al año siguiente se trasladó a Salamanca para cursar el bachillerato en artes. Su encuentro con santa Teresa de Jesús, de la que fue discípulo, gran amigo y colaborador, ocurrió en Medina del Campo, recién ordenado sacerdote (1567). Fue ella quien le impulsó a emprender la reforma de la orden carmelitana, encaminada a promover la escrupulosa observancia de su regla. Entonces tomó el nombre de Juan de la Cruz, que es el que ha prevalecido. Al año siguiente fundó el primer convento de carmelitas descalzos y acompañó a santa Teresa en su misión por los pueblos de Castilla. Las rivalidades entre carmelitas calzados y descalzos le llevaron, por reformista, a prisión (en Toledo), de la que huyó nueve meses más tarde (agosto de 1578) con la ayuda de un carcelero. Más tarde llegó a ocupar importantes cargos en su orden.
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Como poeta es una de las figuras más notables de la mística española, que culmina en la obra de santa Teresa de Jesús, y, como ella, pertenece a la escuela ecléctica. Místico perfecto, para san Juan de la Cruz nada significa la forma en sí ni la propia poesía, a la que considera una forma de expresión de lo inexplicable. Sin embargo, tenía alma de poeta, pero de poeta que rechazaba la idea de lo visible y lo material, y en lugar de recrearse en la efusión religiosa, se reconcentraba en sí mismo para ver lo invisible y lo inmaterial. Por eso resultan poco asequibles sus composiciones, no por rebuscado, sino por su subjetivismo intenso, inspirado en el amor divino. En ellas se funden el éxtasis religioso y la inspiración poética, la riqueza de imágenes y simbolismos —extraídos de fuentes bíblicas, tradicionales y pastoriles— y el sentimiento elevado.
Sus principales obras son Noche oscura del alma, Subida al monte Carmelo (1578-1583), Cánticos espirituales entre el alma y Cristo su esposo (1578-1584), Llama de amor viva (1584) y Avisos y sentencias espirituales. En 1962 fue publicada en Roma la obra Avisos para después de profesos (1591), escrita durante el último año de su vida, cuando era superior mayor de la reforma carmelitana.
La poesía de san Juan de la Cruz ha sido interpretada de múltiples maneras, pero siempre ha existido consenso en cuanto a su altísimo valor poético, especialmente vivo en la obra de poetas españoles posteriores, como Antonio Machado, Federico García Lorca, Jorge Guillén o Juan Ramón Jiménez.
