¿SABÍAS QUE…?
1. La ley de 1967 garantizaba el derecho a la libertad religiosa y a practicar cualquier acto religioso, privado o público, siempre que fuera «compatible con la confesionalidad del Estado español proclamada en sus Leyes Fundamentales», esto es, la religión católica.
25 de julio
El 25 de julio de 1992, con la ceremonia de inauguración de los Juegos de la XXV Olimpiada, los barceloneses vieron cumplido un sueño que había durado más de once años, desde que el entonces alcalde de Barcelona, Narcís Serra, solicitara permiso al rey Juan Carlos I para preparar la candidatura y presentarla al Comité Olímpico Internacional (COI), hecho que se produjo en la sede mundial de Lausana (Suiza) en 1984. Tras tres vueltas de votaciones junto a las otras cinco ciudades candidatas (París, Brisbane, Belgrado, Birmingham y Ámsterdam) —en cada ronda quedaba eliminada la que menos votos obtenía—, Barcelona, que venció en cada una de ellas, fue finalmente designada, el 17 de octubre de 1986, organizadora de los Juegos Olímpicos de 1992.
Con toda la infraestructura, las instalaciones deportivas y demás soportes organizativos preparados, y, sobre todo, con la antorcha olímpica ya en la Ciudad Condal, Barcelona 92 echaba a caminar, correr, rodar, nadar, disparar, saltar… En la ceremonia inaugural, que duró algo más de tres horas, participaron miles de deportistas y diversas celebridades del mundo del deporte y de las artes escénicas. Estuvo presidida por los reyes de España, que hicieron su entrada en el palco del Estadio Olímpico de Montjuïc (hoy Estadi Olimpic Lluís Companys) en el momento en que sonaba el himno de Cataluña, que fue acompañado posteriormente por el himno nacional de España. Como no podría ser de otro modo, dos barceloneses internacionales aparecieron para entonar una canción de bienvenida: Montserrat Caballé y José Carreras. Enseguida les acompañaron Plácido Domingo y la bailaora Cristina Hoyos; después, Alfredo Kraus y la Fura dels Baus.
Las delegaciones deportivas de cada país salieron a desfilar por la pista olímpica. La de España estuvo abanderada por el príncipe Felipe, hoy rey Felipe VI de España. Más tarde, los entonces alcalde de Barcelona y presidente del COI, Pasqual Maragall y Juan Antonio Samaranch, respectivamente —ambos también barceloneses—, dieron sendos discursos que fueron rematados por la breve frase que el rey Juan Carlos pronunció después: «Hoy, 25 de julio del año 1992, declaro abiertos los juegos olímpicos de Barcelona que celebran la XXV Olimpiada de la era moderna».
La antorcha olímpica hizo su aparición en el estadio de la mano del piragüista asturiano Herminio Menéndez, triple medallista olímpico, que dio su último relevo al zaragozano Juan Antonio San Epifanio, más conocido como Epi, el gran jugador de baloncesto que triunfó en el FC Barcelona y la selección nacional. Este se encargó de comenzar el momento más mágico de la noche: eran las once menos veinte cuando, a oscuras, en el estadio apareció el arquero madrileño Antonio Rebollo, triple medallista paralímpico. Epi le acercó la antorcha, Rebollo prendió con su llama una flecha que colocó en su arco y, apuntando al lejano y elevado pebetero, la lanzó con tal maestría que lo encendió de una forma espectacular. Después, castellers y más música, culminada con el Himno a la Alegría.






