¿SABÍAS QUE…?
1. La represión de la revolución de Asturias fue coordinada desde Madrid por el general de división Francisco Franco.
6 de octubre
En la mañana del jueves 6 de octubre de 1977, Vicente Aleixandre, que sabía que había sido propuesto como candidato para el Nobel de Literatura, echó un vistazo a la prensa del día para comprobar si se encontraba entre los finalistas al premio. Su nombre no figuraba en ninguna de las páginas que leyó, y con más resignación que decepción, dejó los periódicos y se puso a otra cosa. Pocos minutos después sonó el teléfono. Era alguien de la agencia France Press que le comunicaba que esa misma mañana la Academia Sueca había fallado a favor del poeta español para recibir el Premio Nobel de Literatura 1977. Como declaró Aleixandre a la prensa, «fue algo completamente inesperado».
La Academia Sueca decidió conceder el Nobel de Literatura a Aleixandre por «el carácter de su obra, enraizada en la tradición de la lírica española y en las modernas corrientes poéticas iluminadoras de la condición humana en el cosmos y de las necesidades de la hora presentes, al mismo tiempo que representa la gran renovación de la tradición de la poesía española [del periodo] de entreguerras».
El Nobel de Literatura leyó el 12 de diciembre en Estocolmo su discurso sin título, un texto que centró en la poesía como expresión de vida y solidaridad entre los hombres, con un reconocimiento expreso a los escritores del Siglo de Oro y de las Generaciones del 98 y del 27 que tanto influyeron en él y en su concepto del poeta como misionero de las virtudes humanas. Asimismo destacó el ideario de la poesía social española de la década de 1950 cuando dijo que «en este poder de comunicación está el secreto de la poesía, que […] no consiste tanto en ofrecer belleza cuanto en alcanzar propagación, comunicación profunda del alma de los hombres».
Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984), académico de la Lengua (desde 1949), premiado con el Nacional de Poesía (1933) y de la Crítica (1963 y 1969), comenzó su andadura poética tras los pasos de Juan Ramón Jiménez, del modernismo, de los autores de su propia generación (la del 27) y del surrealismo. Azotado por su salud quebradiza, una persistente idea del mundo autodestructivo aparece en todos sus libros de poemas. Tras la Guerra Civil, Aleixandre confirmó su poesía intelectualista, volviendo en ocasiones al lenguaje hermético de la tradición de vanguardia. Entre sus poemarios destacan Ámbito (1928), Espadas como labios (1932), Pasión de la tierra (1935, aunque escrito mucho antes), La destrucción o el amor (1935), Sombra del paraíso (1944), Historia del corazón (1954), En un vasto dominio (1962), Retratos con nombre (1965), Poemas de la consumación (1968) o Diálogos del conocimiento (1974). En sus últimos años el poeta volvió a mostrar pinceladas surrealistas, aunque de una forma más serena y, paradójicamente, reflexiva, en varios de los poemas de su libro póstumo En gran noche.