Oprah como actriz, intérprete, entrevistadora, narradora y presentadora de TV y cine 12 страница

«Ah, pero sí que invoca a los espíritus» —insistió Peter A. Colasante, propietario de L’Enfant Gallery, de Washington y a continuación añadió, guasón—: «Probablemente, también habla lenguas desconocidas […] Sé seguro que agita las manos por encima de la cabeza, como si fuera una pentecostal, cuando dice que siente vibraciones. Por lo menos, esa ha sido mi experiencia personal con ella.»

Después de adquirir algunos óleos, por medio de su decorador Anthony Browne, Oprah quería comprar más del mismo pintor (John Kirthian Court), así que se puso directamente en contacto con L’Enfant Gallery. «Su gente de Harpo llamaban sin parar para concertar una cita para el mismo día en que ella iba a la tienda de Deborah Gore Dean, al otro lado de la calle, enfrente de la mía, en Georgetown. A los dos nos pidieron que enviáramos fotos de lo que Oprah quería ver, y las fotos estaban esperando su llegada en el Hotel Four Season la noche antes. Nos dijeron que tuviéramos las galerías preparadas para su llegada y visita porque no tenía mucho tiempo […] Nos dijeron que Oprah está sometida a una estricta ‘microgestión’ de cada minuto, como el presidente de los Estados Unidos. Recibimos un programa parcial:

14.17 h La limusina de Oprah llega a L’Enfant Gallery.

14.20 h Oprah entra en la galería.

14.30 h Oprah ve las pinturas.

15.00 h Oprah sale de L’Enfant Gallery

 

«Bueno, no encargas en depósito unos cuantos cuadros de John Kirthian Court para una visita. Es el sobrino nieto, de segundo grado, de James McNeill Whistler, y está considerado un gran pintor y retratista por derecho propio. Vive en San Miguel. Primero tienes que comprar sus cuadros (entre 60.000 y 80.000 dólares) y luego venderlos, después de traerlos por avión desde Portugal y asegurado su transporte por cientos de miles de dólares. Eso es lo que yo hice: compré tres cuadros para que Oprah los viera a las 14,30 h». El propietario de la galería reconoció que sentía dudas respecto a la inversión, porque le había «costado cobrar los tres primeros cuadros» que le vendió a Oprah hacía más o menos un año. «Pero seguí adelante y lo hice», concluyó.

«Como sus secretarias me dijeron que sólo tenía unos minutos y que a las tres se habría marchado, acordé una cita con otro cliente a las tres y media. Llegó el día y esperamos y esperamos y esperamos a Oprah. Finalmente, vimos que sus dos limusinas se paraban delante de la tienda de Deborah, a las dos y treinta y cinco. El tiempo iba pasando, así que, alrededor de las dos y cincuenta y cinco crucé la calle, hasta donde Oprah le estaba gritando a Deborah por no haber llevado las fotos al hotel la noche antes. Al parecer, cuando entró en la tienda, le dijo a Deborah: “¿Eres la chica de Anthony?” Como es natural, Deborah que es dueña de su propio negocio, se molestó un poco. “No, no soy la chica de Anthony. No soy la chica de nadie”. Oprah la riñó por no tenerlo todo preparado y siguió chillando porque su tiempo era precioso. Fue entonces cuando yo la interrumpí.

»“Oiga, ya llevó media hora esperándola” —sus guardaespaldas se acercaron y Deborah se echó a reír —“Vamos —le dije a Oprah—, tengo que enseñarle los cuadros para poder llegar a tiempo a mi propia cita”. Diciendo esto, empecé a llevármela de la tienda.

»“Oprah no camina” —dijo ella.

»“Oh, vamos. Son sólo unos metros” —dije, con la mano en su hombro, empezando a cruzar la calle. Ella empezó a chillarle a su secretaria.

»“¿Quién es este hombre? No conozco a este hombre. ¿Quién es? Dime qué está pasando aquí”.

»Yo le dije: “Su gente ha concertado citas para usted, insistiendo en una hora fija y diciendo que todos teníamos que estar listos para su llegada, sin dejar que nada interfiriera, así que yo estoy haciendo exactamente lo que su gente me dijo”.

»La secretaria estaba tan asustada que no podía hablar y empezó a temblar con tanta fuerza que el cuaderno de notas saltaba arriba y abajo. Esto sólo hizo que Oprah se pusiera más furiosa todavía. Pensé que iba a abofetear a la secretaria y luego decapitarme a mí. Justo mientras pasaba esto, un autobús lleno de niños pasó por delante. Reconocieron a Oprah de inmediato y empezaron a chillar. Entonces sucedió algo absolutamente asombroso: Oprah dejó de estar hecha un basilisco, su mirada de serpiente se suavizó, mientras saludaba con una gran sonrisa. “¡Hola a todos!” De verdad, en un abrir y cerrar de ojos pasó de ser una arpía vociferante a una diosa encantadora. Juro que creía que estaba en mitad de un ataque alienígena […] Entonces, la acompañé hasta mi galería, seguidos por su piloto, su secretaria, su peluquero, su maquillador y dos enormes guardaespaldas. Cruzó la puerta y empezó a agitar las manos por encima de la cabeza, como si estuviera haciendo un baile de San Vito muy lento.

»”No lo siento —dijo, negando con la cabeza—. Es que no lo siento. Las vibraciones no están bien […] no me hablan […]”

»”Las sentirá cuando vea los cuadros que hemos reunido para usted” —dije, señalando hacia el piso de arriba, donde habíamos colgado los óleos de Court.

»”Oprah no sube escaleras’ —declaró. Antes de que yo pudiera responder a esto, mi ayudante le soltó cuatro verdades.»

«Sí, me temo que eso es lo que hice —recordaba Maureen Taylor—. Había sido tan imposible de tratar incluso antes de llegar y luego, después de todas las molestias que le había causado a Peter para aquella cita, llega y se pone a agitar las manos como una especie de farsa mística, diciendo: “No lo siento […] es que no lo siento”. Cuando dijo “¿Escaleras? ¿Escaleras? Oprah no sube escaleras”, perdí los nervios y le dije: “Pues mira, hermana, a lo mejor tendrías que probarlo. Seguro que te vendría bien el ejercicio”.»

«Aquello fue el remate —dijo Colasante—. Oprah salió a toda prisa de la galería y yo la seguí por la calle hasta sus limusinas. Ella le chillaba al piloto: “Trae el avión […] Trae el avión. Nos vamos”. Y ahí se acabó Oprah Winfrey y sus espíritus y sus vibraciones.»

Ante los periodistas, Oprah trató de quitarle importancia a la avalancha de críticas por sus programas de Cambia tu vida, insinuando que podría ser una cuestión de sobreexposición. «¿Fue el exceso de publicidad para Beloved? ¿Fueron las llamadas reacciones en contra debidas a que hice la canción el mismo año que salí en la portada de Vogue?» La mayor parte de las «llamadas reacciones en contra» procedían de críticos blancos, a quienes les costaba comprender la creciente ‘Oprahficación’ de las mujeres de los Estados Unidos. Como dijo bromeando el humorista Jimmy Kimmel cuando presentó el The Man Show, en Comedy Central: «Estamos aquí porque tenemos un grave problema en este país, y su nombre es Oprah. Millones y millones de mujeres han caído bajo el embrujo de Oprah. Esta mujer le ha hecho un lavado de cerebro a la mitad de los Estados Unidos».

Varios críticos, incluso dentro de su propia familia, llamaron a capítulo a Oprah cuando, en el año 2007, promocionó El secreto, un libro de Rhonda Byrne, diciendo que era la respuesta para vivir una buena vida. «Saqué a Dios de la caja», le dijo Oprah a los espectadores, antes de promocionar el libro, que describe a Jesucristo no como un ser divino ni como el hijo de Dios, sino meramente como uno de los «maestros de la prosperidad» de la Biblia.

«No es así como eduqué a Oprah Gail —declaró Vernon Winfrey, que estaba tan disgustado por que su hija abrazara las creencias de la New Age que ya no veía su programa—. Necesito su programa igual que un cerdo necesita vacaciones —afirmó—. Además, el programa ya no es tan bueno.»

Katharine, la «tía» de Oprah, que tiene una Biblia en la mesita de noche, estaba horrorizada por la defensa que hacía Oprah de «esas tonterías de la New Age»; lo mismo le sucedía a Jo Baldwin, la hija de Katharine y prima de Oprah, que fue vicepresidenta de Harpo. Ahora da clases de inglés en la Misisipí Valley State University y los domingos predica en la iglesia de Centobia (Misisipí). «Le llevé a Katharine un ejemplar de El secreto y Jo no quiso ni acercarse, ni tocarlo», dijo Jewette Battles.

Cuando Oprah presentó la filosofía de autoayuda de El secreto a los telespectadores, les prometió que aprenderían ‘el secreto’ para ganar más dinero, perder peso, encontrar el amor de su vida y alcanzar el éxito profesional, simplemente mediante la visualización. Podrían tenerlo todo, igual que ella lo tenía todo. Luego presentó a la autora, que explicó que El secreto expone «la ley de la atracción» según la cual si piensas de forma positiva, atraes cosas positivas mientras que si piensas de forma negativa, atraes cosas negativas. Más adelante citó, como ejemplo atroz, la matanza de Ruanda y dijo que los sentimientos de miedo e impotencia de las víctimas habían conducido a la carnicería.

«El mensaje de El secreto es el mensaje que he estado tratando de compartir con el mundo en mi programa en los últimos veintiún años», le dijo Oprah a Larry King, en la CNN. Presentó dos programas sobre El secreto, que enviaron el libro al primer puesto de la lista de bestsellers, donde vendió más de 3 millones de ejemplares e hizo que surgieran clubes ‘Secreto’ por todo el mundo. No tardaron en ridiculizarla por vender como una buhonera lo que Peter Birkenhead describió, en <salon.com>, como «aceite de serpiente recién exprimida». Bill Maher, humorista y presentador de un programa de entrevistas, declaró que el libro era «demencial», y The Washington Post lo calificó de «viscoso». Saturday Night Life se burló de la obsesión de Oprah por El secreto en una parodia en la que ella aparece entrevistando a un pobre que se moría de hambre en Darfur. Con una profunda voz del Viejo Testamento, Oprah, interpretada por Maya Rudolph, preguntaba: «¿Por qué crees que todo va tan mal?» Cuando el pobre hombre no respondió, Oprah lo regañó, diciendo que las atrocidades eran el resultado de su actitud negativa. «¡Volveremos con John Travolta!»

Poco después, Oprah ‘clarificó’ sus opiniones sobre la ley de la atracción. No se disculpó por promocionar El secreto, pero sí que dijo que no era la respuesta para todo: «No es la respuesta para las atrocidades ni para todas las tragedias. Es sólo una ley. No la única ley. Y, sin duda, sin ninguna duda, no es un plan para hacerse rico rápidamente». Curiosamente, en 2009, Oprah declaró en documentos judiciales: «Mi reputación depende, en parte, de la calidad de los productos que recomiendo, algo que sólo hago después de una cuidadosa consideración y comprobación para estar segura de que esos productos satisfacen mis estándares y merecen mi aprobación».

Por supuesto, Oprah prestó atención a sus críticos, en especial cuando informaron de que sus telespectadores se quejaban de que se entrometiera en sus creencias religiosas. Profundamente dolida por artículos sobre «La iglesia de Oprah» y «El evangelio según Oprah», interrumpió Cambia tu vida y le dio el nuevo nombre de Vive tu mejor vida. Cambió «Recordando tu espíritu» por «Recordando tu gozo».

 

En 1999, mientras algunos críticos redactaban su necrológica, ella estaba construyendo un imperio con una jugada en los medios que los dejaría a todos sin habla: en abril del año 2000, se asoció a Hearst y lanzaron O, The Oprah Magazine, que ha sido la empresa de más éxito en la historia de las revistas. Oprah apareció en la portada de cada número durante los nueve años siguientes, lo cual incitó a sus críticos a producir largos artículos sobre su narcisismo. Criticaron, «El culto a Oprah», porque cada número de O publicaba «la Lista O» de cosas que le gustaban a Oprah (por ejemplo, los collares para perro de Burberry, las gafas de sol de Fendi, las chinelas de Ralph Lauren, los libros electrónicos de Rocket), más dos páginas tituladas: «Oprah, vamos allá» y «Oprah, lo que sé seguro», además de recetas de la chef personal de Oprah, consejos para hacer dieta del preparador personal de Oprah y consejos de expertos de Oprah, como el Dr. Phil y Suze Orman, todo sumado a anuncios de las próximos objetivos de crecimiento personal de Oprah. Por añadidura, había una entrevista de Oprah con algun famoso destacado como el Dalai Lama, Madeleine Albright, Jane Fonda, Phil Donahue, Laura Bush, Mohamed Alí, Meryl Streep, Martha Stewart o Ralph Lauren.

En su entrevista con Nelson Mandela, él habló de cómo se había cambiado a sí mismo en la cárcel y aprendió a adiestrar su mente para dominar sus emociones con el fin de poder negociar con los líderes racistas blancos de Sudáfrica. La entrevista, publicada en abril del 2001, debería haber sido aclamada como un gran éxito de Oprah, pero un crítico de Chicago sólo vio que Oprah se pavoneaba: «A veces, la autoestima puede parecerse mucho al narcisismo patológico», escribió Carina Chocano, en el Chicago Sun-Times. «Este mes, en la portada de O pone «OPRAH habla con SU HÉROE, el impresionante, inspirador y noble Nelson Mandela» (OPRAH y SU HÉROE aparecen en un tipo de letra claramente mayor que Nelson Mandela). Entre otros artículos están «O: Lo que sé seguro», «Oprah sobre cómo liberarte» y «Cinco cosas que Oprah cree que son geniales» (Entre ellas están las manzanas y peras falsas, a 18 dólares cada una, un juego de copas de Murano, 40 dólares cada una, y un libro llamado Alfabetización espiritual: Cómo leer la sagrada verdad en la vida de cada día, que ayuda a Oprah a «ver lo extraordinario en las experiencias ordinarias»).

En el editorial, la revista presentó los mandamientos de Oprah para «Vivir tu mejor vida»:

Cómo evitarlo para siempre: 10 reglas.

Doce estrategias para conseguir la mejor atención sanitaria.

Nueve reglas para escribir un buen anuncio.

Doce cosas que una madrastra nunca debería decir.

Diez cambios de alimentación para conseguir 10 buenos años extra.

Nueve cosas que saben (y tú no) los que han vencido en su lucha por el exceso de peso.

 

De nuevo David Letterman lanzó la caballería contra Oprah en su programa nocturno anunciando: «Los diez artículos principales de la nueva revista de Oprah»:

n.º 10. P,R,A y H. Los cuatro títulos finalistas para esta revista.

n.º 9. Haced lo que os digo o haré otra película.

n.º 8. Funerales y encuentros con el Papa: ocasiones en las que no hay que usar la expresión “A por él, chica”.

n.º 7. Mientras estás leyendo esto, he ganado 50 millones de dólares.

n.º 6. La noche que acabé con Deepak Chopra.

n.º 5. El billete del millón de dólares: algo cómodo que ya lleva mucho retraso.

n.º 4. Mi aventura amorosa con Oprah, por Oprah.

n.º 3. Vosotros, perdedores, nunca sabréis cómo es vivir en una mansión de oro macizo.

n.º 2. El número de teléfono de la casa de Ricki Lake y lo que odia las llamadas a las tres de la madrugada.

n.º 1. La vez que tuve que esperar cinco minutos por un café semi descafeinado con leche desnatada.

 

Oprah llenaba su «guía de crecimiento personal», como llamaba a su revista, bellamente editada, con páginas de consejos de algunos de sus gurús de Cambia tu vida, para dar a «las mujeres listas y seguras de sí mismas las herramientas que necesitan para tratar de alcanzar sus sueños, expresar su estilo individual y tomar decisiones que lleven a una vida más feliz y plena». Anunció O, The Oprah Magazine, en su página web, <oprah.com>:

O ofrece historias que atrapan e ideas que le llenan a uno de poder, con el sello de la visión única de Oprah sobre todo, desde la salud y el estar en forma, la carrera profesional, las relaciones y los aspectos de autodescubrimiento hasta la belleza, la moda, el diseño de interiores, los libros y la alimentación.

 

En menos de un año, la revista tenía una circulación pagada de 2,5 millones de ejemplares y había recaudado más de 140 millones de dólares en ingresos anuales. Sus críticos estaban estupefactos por el espectacular éxito de su nueva empresa, que ampliaba su gran grupo empresarial de medios de comunicación. Pero cuando los periodistas de Chicago intentaron entrevistarla para hablar de su nueva revista, los rechazó, todavía resentida por la cobertura negativa que dieron a la serie Cambia tu vida. «Volé a Nueva York, para el lanzamiento de la revista —dijo Tim Jones, reportero para temas empresariales del Chicago Tribune— y traté desesperadamente de conseguir una entrevista con ella. Al fin y al cabo, somos el periódico de su ciudad natal […] Oprah se negó a hablar conmigo, pero seguro que como hay infierno, sí que habló con The New York Times.» De hecho, Oprah llamó a Alex Kuczynski, especialista en medios del Times, para agradecerle el reportaje sobre el éxito de la revista O. « Eran las siete de la mañana y le dije: “Oprah. Uau. Esto es como recibir una llamada de Jesucristo o de Santa Claus”», bromeó Kuczynski.

Oprah no tardaría en situarse muy lejos del alcance de todos sus críticos, convirtiéndose en una filántropa internacional cuyas donaciones la consagrarían como icono mundial.

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Cuando, en febrero de 2003, Oprah apareció en la lista Forbes de los 476 multimillonarios del mundo, se convirtió en lo que se había propuesto ser: la mujer negra más rica del mundo. «Desde el mismo principio, ya en 1985 —recordaba su amiga Nancy Stoddart—, siempre dijo que iba a ser multimillonaria.»

Oprah se deleitaba en su riqueza, como una bendición de Dios. Cuando volvió a Kosciusko, en 1998, para promocionar Beloved y para inaugurar una casa que había financiado a través de Habitat for Humanity, citó a los ciudadanos el salmo 37,4: «Ten tus delicias en el Señor, y te dará lo que tu corazón desea». Su visita fue pregonada por The Star-Herald con un titular en primera plana: «Oprah vuelve a casa». Vestida con un suéter marrón con cuello de cisne, una falda larga de tweed y botas de tacón alto, más un enorme reloj Rolex de oro y un anillo en el meñique, permaneció de pie bajo la lluvia para dirigirse a la multitud, mientras su guardaespaldas sostenía un paraguas sobre su cabeza: «Estoy muy orgullosa de ser una mujer negra de Kosciusko, Misisipí, con mi mano todavía en la mano de Dios», declaró. Durante su visita dijo a los periodistas que ser una de las personas con más poder en televisión y tener una gran riqueza no era ningún problema para ella. «Recibes en proporción a lo grande que es tu corazón y a lo dispuesto que estés a llegar hasta los demás.»

Deconstruir esa afirmación podría llevar a alguien a la conclusión de que Oprah creía que era multimillonaria porque tenía más humanidad que la mayoría, pero ella suavizó esta impresión (aunque no la aclaró), añadiendo: «La razón por la que tienes que dar es porqué vuelve a ti».

Siempre generosa, empezó a entregar importantes cantidades de dinero en 1997, donando 12 millones de dólares a la Oprah Winfrey Foundation y creando Oprah’s Angel Network para recaudar las donaciones de sus telespectadores. «Quiero que abráis vuestros corazones y veáis el mundo de otra manera —les decía—. Os prometo que esto cambiará vuestra vida para mejor.» Empezó pidiendo que le enviaran el cambio que les sobrara para acumular «la hucha más grande del mundo» y financiar becas universitarias para estudiantes necesitados. En menos de 6 meses, sus telespectadores habían donado más de 3,5 millones de dólares en monedas y billetes para enviar a 150 estudiantes a la universidad, tres estudiantes de cada Estado. Contribuyó incluso la Casa Blanca, y la Primera Dama, Hillary Rodham Clinton, voló a Chicago para participar en el programa de Oprah con una hucha llena de monedas que había recogido entre los empleados.

En 1997, Oprah, profundamente afectada por la muerte de Diana, princesa de Gales, quiso asumir el cometido humanitario de la princesa: «Sentimos […] un gran pesar por la muerte de la princesa Diana —dijo en The Today Show, al explicar Oprah’s Angel Network—, y el mundo hablaba de lo que ella hizo en obras benéficas […] y yo querría que todos supierais que también podéis hacerlo vosotros, en vuestro propio ámbito, en el lugar que ocupéis en vuestra vida […] Podéis ser una princesa […] cogiendo lo que tenéis y haciéndolo extensivo a los demás».

Oprah asoció su Angel Network a 10.000 voluntarios de Habitat for Humanity para construir 205 casas, una en cada ciudad cuya emisora local de televisión emitía The Oprah Winfrey Show. Cuando Habitat for Humanity construía una casa para Oprah’s Angel Network, llamaban al proyecto Oprah’s Angel House; después del tsunami del año 2004 y de los huracanes Katrina y Rita, del 2005, las Oprah Angel Houses surgieron como setas. Oprah llevó su programa a Nueva Orleans, prometiendo 10 millones de su propio dinero y, entre 2005 y 2006, recaudó, a través de su Angel Network, 11 millones más para reconstrucción. Pagaba los gastos de estructura de Oprah’s Angel Network de su bolsillo, de forma que todas la donaciones se destinaban directamente a las obras benéficas que elegía. Para el 2008, sus telespectadores habían aportado más de 70 millones de dólares para 172 proyectos, distribuidos por todo el mundo, centrados en las mujeres, los niños y la familia, la educación y la alfabetización, la ayuda y la recuperación de zonas declaradas catastróficas, la juventud y el desarrollo comunitario… proyectos todos ellos seleccionados por Oprah y financiados en su nombre. Comprendía plenamente el buen nombre que acumulan los que dan, así que cuando daba, lo hacía de modo claramente público. Su filantropía no era silenciosa ni anónima.

«No hay ninguna duda de que se esfuerza para hacer buenas obras —escribió Steve Johnson, en el Chicago Tribune —, aunque eso lleve, frecuentemente, el esfuerzo añadido de hacer que esa labor se conozca.» Es cierto que la mayoría de las donaciones de Oprah iban seguidas de un comunicado de prensa, además de menciones en The Oprah Winfrey Show, pero es posible que estuviera dando el ejemplo necesario para que otros la siguieran y no sólo engrandeciéndose a si misma.

Para el año 2010, las donaciones de los telespectadores habían caído un 50%, así que, sin fanfarria, puso un anuncio en su página web de Angel Network diciendo que no aceptaría más donaciones. También interrumpió el programa de creación de becas de la Red. La revisión de las declaraciones hechas a Hacienda por Angel Network de Oprah, indican que ha donado más de la mitad de las aportaciones de sus espectadores para ayudar a los necesitados del África Subsahariana (2.821.611 dólares en 2008) y a las regiones norteamericanas fuera de los Estados Unidos (2.409.594 dólares). El total de las donaciones y distribuciones de dinero para fuera de los Estados Unidos fue de 5.231.205 dólares. El total para los Estados Unidos, de 3.354.322 dólares.

Se podría insinuar que los 150.000 espectadores que habían hecho aportaciones a Angel Network entregaban cantidades menores porque ella donaba más de su dinero fuera de los Estados Unidos. Pero los fans de Oprah no daban su dinero con condiciones. Les parecía bien cualquier sitio donde ella quisiera enviar sus donaciones y, en los últimos años, ha decidido situarse más como filántropa mundial y concentrar una parte mayor de sus donaciones en África.

En marzo de 2010, Oprah organizó a través de Internet una subasta, de diez días de duración, en Ebay («La gran limpieza del armario de Oprah», lo llamaron), para vender 40 pares de zapatos y botas, 42 bolsos y 101 prendas de vestir, entre ellas chaquetas, faldas, blusas, suéteres y vestidos. Cada artículo llevaba una etiqueta donde ponía que había pertenecido a Oprah. Los «Zapatos de Prada, de ante rojo, tacón alto, sin puntera, de Oprah» recibieron ofertas por encima de 573 dólares. El «Bolso Chanel, de noche, negro, acolchado, de Oprah» tuvieron posturas de 2.025 dólares. El «Vestido de Carolina Herrera para Oprah Winfrey, llevado en programa», alcanzó los 1.125 dólares.

Oprah no hizo pública la cantidad total recaudada en su subasta, pero declaró que el importe total era para la Academia de Liderazgo Oprah Winfrey, en Sudáfrica. Anteriores subastas hechas en Internet por Oprah (1999, 2004 y 2005) beneficiaron a Angel Network, que, en aquel entonces, entregaba la mayor parte de sus donaciones a obras benéficas de los Estados Unidos.

Posteriormente, Oprah ha tratado de hacer ver que los esfuerzos para su proyectos de ayuda de los primeros años fueron realizados sin publicidad: «Al principio de mi carrera, cuando vine a Chicago, tenía mi propio club Big Sisters (Hermanas mayores)[5] donde mis productoras y yo entrábamos en los proyectos —le dijo a TelevisionWeek —. No le hablábamos a nadie de ellos. No lo divulgábamos». Pero es un hecho que en aquella época, Oprah mencionaba su club Big Sisters en casi todas las entrevistas que concedió.

Sus campañas empezaron, en 1985, con un programa grabado en Cabrini Green, un proyecto de viviendas para personas con ingresos bajos, en el Near North Side, de Chicago, conocido como uno de los guetos más peligrosos del país y sembrados de violencia. Mary Kay Clinton, productora adjunta del programa, se conmovió tanto al ver a las chicas que vio allí que puso en marcha un programa de Little Sisters (Hermanas menores) junto con un asesor de Cabrini Green, y Oprah y su personal participaron como Big Sisters. Al principio, cuando, cada dos semanas, el grupo de Harpo se reunía con las niñas, de diez a trece años, había un gran entusiasmo. Oprah llegaba en su limusina, recogía a las niñas en sus pisos del gueto y se las llevaba de compras, al cine o a comer. Cuando Mike Wallace fue a Chicago para hacer un espacio de 60 Minutes sobre ella, Oprah invitó a las «hermanas menores» a una fiesta pijama en su piso.


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