Oprah como actriz, intérprete, entrevistadora, narradora y presentadora de TV y cine 19 страница

El 29 de marzo de 2002 la Casa Blanca filtró la historia a la prensa, y afirmaban que Oprah le había dicho que no al presidente y que, como consecuencia, el viaje destinado a amortiguar las imágenes de violencia mundial, había tenido que posponerse. A continuación, se desató una polémica por el rechazo de Oprah después de que su publicista le dijera al Chicago Tribune: «Dada su responsabilidad con el programa, no añade nada más a su agenda. La invitaron, pero rehusó, respetuosamente».

Los titulares desataron una tormenta mediática:

 

« Winfrey no irá de gira por Bush», New York Times.

«La enviada Oprah un fracaso: La reina de los programas de entrevistas declina la invitación de Bush para visitar las escuelas de Afganistán», New York Post.

« No hay Oprah, no hay viaje a Afganistán», Washington Post.

« «Winfrey declina la invitación de Bush para ir a Afganistán; los Estados Unidos esperaba mostrar su ayuda a las mujeres», Chicago Tribune.

« Oprah se echa atrás. La diva de los programas de entrevistas rechaza la invitación a Afganistán», Daily News ( Los Angeles).

 

Un columnista del Chicago Tribune escribió: «Es estupendo vivir en un país donde una mujer negra tiene, por fin, la autoestima y el poder necesarios para decirle no al hombre que manda».

Esto provocó una carta al director sobre lo que parecía un flagrante desaire:

Perdí mucho respeto por Oprah cuando declinó la invitación del presidente para incorporarse a la delegación de los Estados Unidos que iba a visitar las escuelas de Afganistán. Qué maravillosa oportunidad tenía de difundir buena voluntad por el mundo, en nombre de los Estados Unidos.

Estoy seguro de que podría haber reorganizado su «atareada agenda» como compensación por todas las oportunidades y buena fortuna que le ha sido dada en nuestra tierra de la libertad. ¿Es que ha olvidado de dónde viene? ¡Debería darle vergüenza!

 

Muy nerviosa por la publicidad negativa, Oprah llamó a su amiga Star Jones, que entonces aparecía en The View, para decirle que la historia de la Casa Blanca no era verdad. Jones salió en antena unos momentos después para informar de la llamada de Oprah:

[Oprah] tenía algunas actividades para recaudar fondos a las que se había comprometido y todo el mundo sabe que cuando haces estas cosas […] se venden entradas dando por sentado que estarás allí. Así que no podía dejar de hacerlo y tampoco quería, porque se había comprometido.

Dice que la Casa Blanca le dijo que irían de todos modos. Luego añadió: «Así que imagina mi sorpresa cuando me despierto y leo en el periódico que me muestro arrogante, que estoy demasiado ocupada». Dice que no ha pasado de esa manera y que realmente no es justo. Todos sabemos la clase de actividades filantrópicas que Oprah hace por todo el país y por todo el mundo, así que no era justo.

Oprah me ha dicho: «Star, me siento terriblemente utilizada por la administración Bush».

 

Sin embargo, antes de que pasaran seis meses, parecía que Oprah ayudaba al presidente en sus preparativos para la invasión de Irak. El 9 de octubre de 2002, presentó un programa para «ayudaros a decidir si creéis que deberíamos atacar Irak». Aunque había defensores de ambos lados de la cuestión, dio más tiempo y peso a los que apoyaban la guerra. En un momento dado, un miembro del público presente se levantó para poner en duda la existencia de armas de destrucción masiva, y Oprah lo cortó, diciendo que las armas eran «un hecho», no algo sometido a debate. «No estamos tratando de hacer propaganda —de mostrar propaganda— sólo mostramos lo que es», zanjó Oprah.

Inmediatamente después del programa, <educate-yourself.org>, página web contraria a la guerra, publicó una carta dirigida a Oprah diciendo:

Es usted una presentadora de televisión y un ídolo para muchos, que suele presentar un intercambio de opiniones abierto. ¿Cómo pudo permitir que un programa tan desequilibrado saliera en antena, cuando lo que está en juego es el futuro del planeta entero?

 

La Swedish Broadcasting Commission también atacó, diciendo que el programa de Oprah, uno de los más populares de Suecia, traicionaba un sesgo favorable al ataque de los Estados Unidos contra Irak. «Se expresaron diferentes puntos de vista, pero los comentarios más largos expresaban, todos, la opinión de que Sadam Husein era una amenaza para los Estados Unidos y debería ser el blanco del ataque», afirmaba la comisión. El gobierno sueco se oponía decididamente a la invasión, diciendo que carecía del mandato del Consejo de Seguridad de Nacional Unidas.

Ninguna de estas objeciones perturbó a Oprah. Como necesitaba la aprobación y buena opinión de los demás, prefería unirse al establishment que molestarlo, y la opinión de la clase dirigente, en aquel momento, era favorable a la invasión de Irak. Por temperamento, Oprah se habría sentido incómoda situándose en la minoría, al cuestionar la política del presidente, especialmente después del 11-S, cuando cualquier tipo de disensión se consideraba antipatriótica. Bill O’Reilly, de Fox News, había anunciado: «A los que critican públicamente a su país en unos momentos de crisis militar los llamo [… ] malos estadounidenses». Más adelante, Oprah presentó un programa en dos partes, el 6 y el 7 de febrero de 2003, con el título «¿Deberían los Estados Unidos atacar Irak?», y afirmó que había recibido correos lleno de insultos y amenazas, donde la llamaban «con la palabra con y le decían que «volviera a África» porque no era lo bastante favorable a la guerra. Fue su último programa sobre el tema. Los Estados Unidos invadieron Irak el 30 de marzo de 2003.

Cuatro años más tarde, Bill Moyers Journal presentó un convincente programa de 90 minutos en el PBS, titulado «Comprando la Guerra», que mostraba como los medios de comunicación tradicionales habían abandonado su papel de perros guardianes y se habían convertido en perritos falderos de una política fracasada que costaba miles de vidas estadounidenses e iraquíes. Moyers, que recibió un Emmy por su documental, incluyó a Oprah en su condena de los medios.

En los momentos en que Oprah parecía trabajar como animadora para la administración Bush, provocó que llegaran numerosas quejas a la Comisión Federal de Comunicaciones por airear material sexual explícito durante las horas en que los niños veían la televisión. Fue criticado particularmente un programa titulado «¿Lleva tu hijo una doble vida?», en el cual Oprah y sus invitados hablaron gráficamente del argot y los actos sexuales de los adolescentes. «Si vuestro hijo dijera que les aliñaron la ensalada, ¿sabríais qué quería decir? —preguntó a los espectadores. A continuación, procedió a dar las deficiones gráficas y obscenas de «ensalada aliñada», «curso externo» «llamada botín» y «fiestas arcoiris», que provocaron un aluvión de quejas a la FCC. Howard Stein, el escandaloso locutor, trató de emitir los comentarios de Oprah en su programa de radio al día siguiente, pero el director de la emisora de Nueva York los ocultó con un pitido por ser unos términos obscenos e indecentes. «Pero es Oprah», protestó Stern, al que la FCC había multado con casi 2 millones de dólares por usar un lenguaje parecido al de Oprah. Sin amigos en las altas esferas, sentía que le aplicaban un doble rasero.

Uno de los que habían presentado una demanda contra Oprah en la FCC dijo estar de acuerdo. «El mismo día en que multaron a Howard Stern, Oprah emitió un material sexual y escatológico que era incluso más explícito —escribió Jeff Jarvis, ex crítico de televisión de TV Guide —. Me he quejado, igual que muchos otros. Pero puedes apostar a que a Oprah no la multan…» Jarvis afirmó que Oprah sólo había hecho su programa sobre el sexo adolescente para sacar el tema del sexo en antena y dijo que era una hipócrita. «Oprah, puedes actuar como si no tuvieras una gran responsabilidad en esto. Has llevado el sexo a la televisión de la tarde. Mira, no creo que deban multarte por eso y tampoco creo que debieran impedir que siguieras emitiendo por eso; sencillamente yo no te veo. Pero no estás haciendo nada diferente de Howard Stern, excepto que tú te sales con la tuya. Así que corta ya tu desaprobación farisaica del sexo en el resto de la televisión. Eres la ‘Reina de la Basura’».

El Santa Barbara News-Press, que cubría la zona donde estaba la mansión de Oprah, en Montecito, también observó la hipocresía: «¿Qué padres quieren que sus hijos vuelvan de la escuela, se apresuren a poner en marcha el programa de Oprah y se vean sometidos a esa porquería?» —escribió Scott Steepleton, redactor adjunto de información local—. Ha llegado el momento de que la FCC deje de aplicar la ley de una manera tan arbitraria. Si es grosero, es grosero, sin importar de quién sea el programa». Sin embargo, en 2006, la FCC sentenció que el programa de Oprah sobre el sexo adolescente no era indecente porque el lenguaje explícito no se utilizaba para escandalizar.

Sólo podemos preguntarnos si la FCC estaba averiada durante la oleada de audiencia de febrero de 2006, cuando Oprah hizo un programa titulado «Mujeres que usan el sexo para encontrar amor». Entrevistó a una mujer, con el nombre ficticio de Jennifer, que afirmaba haber tenido relaciones sexuales con 90 hombres y llevaba una lista y un vídeo diario de sus rollos de una noche. Oprah dejó estupefacta a la blogosfera cuando le dijo a Jennifer: «Entonces has hecho que algunos hombres que ni siquiera sabes quiénes son, te eyacularan en la cara». Los medios no comentaron el programa de Jennifer, pero Robert Paul Reyes, de <AmericanChronicle.com> acusó a Oprah de rastrear en las alcantarillas para hacer subir los índices.

«¿Millones de mujeres sintonizan contigo en busca de una programación inspiradora y educativa y tú vas y entrevistas a una ninfómana que ha practicado el sexo sin protección con casi 100 hombres?»

Oprah no se inmutó; quizá se sintiera inmunizada contra la presión de la FCC gracias a su estrecha relación con la Casa Blanca de Bush, así que continuó presentando programas sobre sexo, estilo prensa sensacionalista o amarilla, mezclados con otros sobre cómo sentirse bien y hacer el bien. Esta es una lista parcial de los programas de 2004-2009:

«Tu vida sexual ¿es normal?» (19/2/2004)

«¿Lleva tu hijo una doble vida?» (18/3/2004)

«Sexo secreto en los barrios residenciales» (19/11/2004) «Intercambio de esposas» (27/12/2004)

«Venus, Serena y Jada Pinkett Smith hablan de citas, sexo y peso» (30/3/2005) «Cómo liberar tu yo interior súper sexy» (31/5/2005)

«Mujeres que utilizan el sexo para encontrar el amor» (23/2/2006) «Maestras y chicos: sexo secreto en las aulas» (27/4/2006) «Por qué los hombres van a los clubs de striptis y otras preguntas candentes» (1/1/2007) «237 razones para practicar el sexo»(25/9/2007) «Cómo dieron más marcha a su vida sexual» (27/8/2008) «Terapia sexual (1): A puerta cerrada» (2/10/2008)

«Terapia sexual (2). Miedos, fantasías y fingimiento» (21/11/2008) «Semana de la vida mejor: Relaciones, intimidad y sexo» (9/1/2009) «Sexo: las mujeres revelan lo que realmente desean en el sexo» (3/04/2009) «Cómo hablar de sexo con tus hijos, con la doctora Laura Berman» (9/4/2009) «14 años. Dicen que están preparados para el sexo» (16/4/2009) «Cómo poner a punto tu sexy trasero» (15/6/2009)

«Las asombrosas revelaciones de la ex estrella infantil Mackenzie Phillips» (23/9/2009) «Mackenzie y Chynna Phillips, Jay Leno y Harry Connick, Jr.» (25/9/2009)

 

Por mucho que Oprah ayudara a Bush a que lo eligieran presidente, lo que hizo por Arnold Schwargenegger en el año 2003 para que llegara a ser gobernador de California, fue incluso mucho más: «Los dos candidatos tenían una auténtica dificultad en cuestiones de política y tenían problemas con las mujeres votantes —dijo Mark Sawyer, director del Centro para el estudio de la raza, el origen étnico y la política, de UCLA—. El aspecto de “eres un tipo agradable con el que hablar” que tanto Bush como Schwarzenegger lograron gracias al hecho de aparecer en el programa de Oprah, hizo que ambos fueran candidatos más accesibles».

Cuando Schwarzeneger apareció en el programa, Los Angeles Times lo estaba investigando por numerosos incidentes de acoso sexual, sucedidos a lo largo de tres décadas. Cuando el periódico publicó su serie, ya había 16 mujeres que afirmaban haber sido toqueteadas y asaltadas por él, en contra de su voluntad. La mayoría no se presentaron voluntariamente porque tenían miedo de represalias en Hollywood. Algunas dijeron que Schwarzenegger las había atacado en ascensores o en algún plató. Una dijo que la agarró por detrás y le metió mano por debajo de la falda. Otra, que le agarró los pechos, la levantó contra una pared y le exigió sexo. Todas describieron el lenguaje de Schwarzenegger diciendo que era lascivo y degradante.

Aquella noche, David Letterman bromeó: «Hoy el L. A. Times ha acusado a Schwarzenegger de meterle mano[8] a las mujeres. Se lo digo yo: este hombre tiene madera de presidente».

Schwarzenegger reconocía haber contado chistes groseros o subidos de tono delante de mujeres, pero negó todas las acusaciones de acoso sexual. Con todo, su súbita decisión de presentarse a la nueva convocatoria de elecciones en California había dejado su conducta personal abierta al escrutinio público, así que su primera entrevista después de anunciar su candidatura en The Tonight Show fue en The Oprah Winfrey Show.

«Todos querían hacerse con aquella entrevista —afirmó Oprah hablando de su exclusiva—. Pero yo jugué la carta de la amistad —También bañó a Schwarzenegger con el calor de su aceptación—: Arnold es un mentor para muchos hombres, pero lo que destacan de él es el macho, los músculos. Sin embargo, lo que hace que Arnold sea Arnold es el equilibrio. Conoce y practica la sensibilidad.» Lo ensalzó como padre y alabó a los cuatro hijos de los Schwarzenegger diciendo que eran un homenaje a sus padres. Esos elogios de Oprah le permitieron superar la resistencia de las mujeres que recordaban las fanfarronadas de Arnold, el Bárbaro, en la revista Oui, en 1977, sobre sus proezas sexuales, sus orgías de sexo colectivo en el gimnasio y sus exigencias de sexo oral durante los torneos culturistas.

Semanas antes de que anunciara su candidatura, había concedido una entrevista a Esquire, comparándose con una mujer hermosa cuya belleza hace que la gente subestime su inteligencia:

Cuando ves a una rubia, con tetas fabulosas y un culo fabuloso, piensas que debe ser estúpida o que no debe de tener nada más que ofrecer […] Pero lo cierto es que también están las que son tan listas como atractivas son sus pechos, tan genial como el aspecto de su cara, tan bella como lo es todo su cuerpo, tan maravillosa, ¿sabes?, que asombra a todos.

 

Su arrogancia grosera y galopante impulsó a Molly Ivins a escribir: «¿Es cosa mía o parece un condón relleno de nueces?»

Oprah promocionó el estreno de la nueva temporada, el 15 de septiembre de 2003, diciendo: «Es mi exclusiva con Arnold y Maria; la campaña, los rumores, la primera entrevista que han hecho juntos hasta ahora». Empezó con Maria Shriver, que era conocida por los espectadores de Oprah por sus anteriores apariciones, a las muchas referencias que Oprah hacía a su amistad y a los numerosas referencias que Oprah dedicaba a Maria en su página web. Comenzaron con sus recuerdos juveniles de cuando trabajaban juntas en Baltimore, y Oprah enseñó fotos suyas en la boda de Maria, en la residencia Kennedy, en Hyannisport. Luego le preguntó por la fama de mujeriego de su marido.

—Conozco al hombre con el que estoy casada —dijo Maria—. Llevo 26 años con él. Decido sobre él, basándome en él. No en lo que dicen los demás.

—¿Crees que a las mujeres Kennedy se las educa para mirar hacia otro lado cuando se trata de la infidelidad marital?

—Eso me da mucha rabia. No me han, comillas, ‘educado’, comillas, para mirar hacia otro lado. Lo acepto con todas sus virtudes y todos sus defectos. Yo tampoco soy perfecta.

Oprah sacó a colación las historias que pintaban a Arnold como misógino, y María dijo que era «exactamente lo contrario» de alguien que odiara a las mujeres: «Me prepara el café cada mañana, me dice que soy maravillosa y me ha apoyado en mi carrera».

Arnold se unió a su esposa en la siguiente parte del programa. Al sentarse, alargó el brazo y le cogió la mano a Maria. «Esta mujer que está aquí ha sido la amiga más increíble, la esposa y la madre más increíble», afirmó. Oprah sonreía de oreja a oreja, feliz, mientras el público del estudio aplaudía. «Adoran a las celebridades», dijo más tarde, sabiendo que su programa era la ‘Central de Celebridades’ para sus espectadores.

Le preguntó a Schwarzenegger por su entrevista en Oui, de tan mala fama, pero él dijo que no se acordaba.

—La idea era decir cosas tan desmesuradas que te hicieran salir en titulares.

—Ya, pero ¿te acuerdas de las fiestas, Arnold?

—La verdad es que no. Era la época en que decía cosas como ‘el bombeo (en el culturismo) es mejor que correrse’.

La mano de Maria salió disparada y le tapó la boca. «Por Dios, Arnold, que mi madre está viendo este programa».

The New York Times regañó a Oprah por hacer un «favor tan grande» a Schwarzwenegger invitándolo al programa. Citando la norma federal de igualdad de tiempo, el periódico decía: «Ahora tiene que hacer un favor a los votantes e invitar a los otros candidatos a gobernador de California […] Es cierto que la señora Winfrey tiene derecho a invitar a un único candidato, pero eso es hacer un mal uso de su programa».

Oprah no hizo ningún caso del consejo del periódico porque le importaba mucho más formar parte del grupo Kennedy. También desechó el artículo del Nation, titulado «Gobernador magreador», que la acusaba de que le importaba más «la celebridad […] que la solidaridad entre mujeres», y decía que las personas que realmente necesitaban su plataforma eran «mujeres que creen que humillar, insultar y acosar a las mujeres es algo de lo que vale la pena hablar». Schwargenegger ganó las elecciones en 2003 y fue reelegido en 2006. Aquel año, Oprah contribuyó a su campaña con 5.000 dólares. Fue la única aportación política que hizo.

Después de flexionar los músculos, ahora se convirtió en una celebridad política ella misma, y los miembros del Partido Reformista crearon una página web para animarla a presentar su candidatura a la presidencia, mientras que Michael Moore, el productor de documentales, ponía en marcha una petición online:

Nosotros, los abajo firmantes, acudimos a usted para que se declare candidata a la Presidencia de los Estados Unidos de América. Queremos conocer sus ideas sobre cómo enderezar este país y creemos que puede obligar a los otros candidados a actuar según los dictados de su corazón y su conciencia. Como mínimo, puede aclarar las cosas, pero lo más probable es que pueda arrasar, las elecciones no serían más que un paseo y llegaría a ser nuestro primer presidente negro, nuestra primera mujer presidente y nuestro primer presidente, en la memoria reciente, que representa los intereses del pueblo americano.

 

Otros recogieron la llamada, entre ellos el escritor Robert Fulghum (Las cosas importantes las aprendí en el parvulario), que en su página web también respaldó a Oprah para presidente. Esto llevó a David Letterman a leer como una de las «Diez cosas principales que oí en el fin de semana republicano»: «Hemos encontrado la solución; ¡Oprah acaba de anunciar su candidatura!» Aaron McGruder, en su serie de televisión The Boondocks, emitió un episodio titulado «El retorno del Rey» sobre Martin Luther King, Jr., que acababa con un titular de prensa: «Oprah elegida presidente». La mayor campaña para convertir a Oprah en comandante en jefe llegó en 2003, cuando Patrick Crowe, ex maestro de escuela y propietario de Wonderful Waldo Car Wash, en Kansas City (Missouri), creó una página web donde vendía tazas, camisetas y pegatinas con el lema «Oprah for President». Cosechó toneladas de publicidad después de publicar el libro Oprah for President: Run, Oprah, Run! De inmediato, el fan de 69 años recibió la bofetada de una carta de «cesar y desistir», de tres páginas, enviada por los abogados de Oprah, citando 19 infracciones de los derechos de autor, más el uso no autorizado de su nombre, imagen y retrato. Le daban 5 días para responder.

«No deberían haber enviado esa carta —le dijo Oprah a Larry King—. No me gustó que mis abogados hicieran eso.»

El señor Crowe no se dejó intimidar. Cuando Oprah lo llamó para aconsejarle que dedicara su tiempo y energía a apoyar a Barack Obama, que no era candidado a la presidencia en aquel entonces, Crowe le propuso que le diera al nuevo senador por Illinois un puesto en su gabinete. Luego explicó a los periodistas por qué creía que ella sería una gran presidente: «Su genio para los negocios. Su corazón de oro. Su habilidad para hacer que todos trabajen juntos […] su fuerte determinación […] no es la clase de chica con la que te querrías enfrentar».

Aunque Oprah nunca se presentó a ningún cargo público y dijo que nunca lo haría, era dueña de un inmenso carisma y, para millones de estadounidenses, ella representaba la credibilidad. Además, ante algunos asuntos ella tomaba partido y unas veces éste complacía a los demócratas y otras a los republicanos: estaba a favor de que las mujeres tuvieran el derecho a decidir; estaba en contra de la pena de muerte y se oponía a las armas, la legalización de las drogas y la asistencia social; apoyó la guerra de Irak (y luego se opuso a ella); en los delitos, recomendaba que colgaran a los conductores borrachos, pero manteniéndolos vivos para poder seguir torturándolos «en sus partes privadas». En temas de religión su postura era un tanto difusa: citaba la Biblia, pero no asistía a la iglesia. Predicaba la superación personal (ayunos para la higiene interna del cuerpo y cambios de imagen) y el propio empoderamiento (‘créelo y consíguelo’) sazonado con paparruchas New Age, de El Secreto. En cuanto a los valores familiares, cubría todas las bases: aplaudía la maternidad, pero, para ella misma, había elegido una carrera antes que los hijos; vivía con un hombre sin casarse, pero viajaba constantemente con su mejor amiga.

Contradicciones aparte, Oprah era una presencia destacada en los Estados Unidos, una catedral, formada por una única mujer, que recogía limosnas para los pobres, escuchaba confesiones y emitía edictos: «No masques chicle en mi presencia», «Llévale siempre un regalo a la presentadora», «Sumérgete en la bañera quince minutos cada día», «Compra, compra, compra». Dispensando sentencias desde las alturas, reprendía a Lionel Richie por ser un padre absentista, condenaba a la atleta Marion Jones por andar por ahí tomando drogas para aumentar su rendimiento, y criticaba a Toni Braxton por ir a la bancarrota después de gastarse 1.000 dólares en una cubertería de plata de Gucci.

De vez en cuando, Oprah otorgaba perdón ex cátedra. En una entrevista por satélite con Jessica Coleman, una chica de 22 años que cumplía una sentencia de 6 años en el reformatorio de mujeres de Ohio, por matar cuando tenía 16 años a su hijo recién nacido, Oprah se mostró durante toda la entrevista tan dura como un juez. Hizo que Coleman contara la historia de cómo ocultó su embarazo, tuvo el bebé, que parecía haber nacido muerto, y luego metió el cuerpo en una bolsa de lona, que su novio acabó tirando en una cantera. Cuando lo encontraron, la comunidad de Columbia Station (Ohio), lo llamó Baby Boy Hope (Niño Esperanza) y le dio un funeral como es debido. Durante 6 años, la policía buscó al asesino o asesina del bebé y sólo dio con ella después de que la oyeran en un bar contando su historia entre sollozos.

«¿Sabías que cuando yo tenía 14 años, oculté un embarazo? —le preguntó Oprah—. Me violaron a los 9 años y abusaron de mí sexualmente desde los 10 a los 14. A los 14, quedé embarazada […] El estrés de (tener que confesar el embarazo a mi padre) me hizo ponerme de parto y el bebé murió (36 días después) […] En este mismo momento, ahí fuera hay muchas adolescentes que esconden su secreto, igual que yo escondí el mío, porque […] como tú, pensaba que no había nadie a quien se lo pudiera contar. Que tú hayas hablado hoy, va a darle a muchas chicas el valor para hacerlo. No eres tu pasado. Eres lo que es posible para ti. Haz tuya esta verdad y avanza en la vida. Perdónate y otros podrán perdonarte.»

El programa de Oprah se había convertido en el lugar donde los réprobos suplicaban misericordia o, como en el caso del presentador Brian Williams y el presidente de informativos Steve Capus, de NBC, defendían actos polémicos. Después de airear fotos y partes de vídeo enviados por el maníaco asesino que mató a tiros a 32 personas en el Tecnológico de Virginia, en 2007, NBC recibió duras críticas por emitir las últimas palabras, llenas de odio, pronunciadas por el asesino antes de suicidarse pegándose un tiro. Muchos pensaron que la cadena había explotado la situación al ofrecerle al asesino en masa la atención nacional, sin considerar los sentimientos de los familiares de las víctimas. Por ello, una semana después de la emisión, Williams y Capus aparecieron en The Oprah Winfrey Show.

«Tuvimos […] mucho cuidado con el número de fotos que mostramos —le dijo Brian Williams a Oprah—, y creo […] que ya casi todo ha desaparecido».

Oprah lo corrigió: «Ha desaparecido, Brian, porque la gente dijo, porque el público dijo: “No queremos verlo”».

Williams parecía tan arrepentido que un católico de la vieja escuela que veía el programa se preguntó, medio humorísticamente, si Oprah le iba a dar la absolución. «Como penitencia reza cinco padrenuestros y cinco avemarías. Haz un buen acto de contricción y ve en paz.»


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