Oprah como actriz, intérprete, entrevistadora, narradora y presentadora de TV y cine 21 страница

Momentos así son inolvidables porque algunas personas esperan que Oprah sea, en todo momento, lo que parece ser en televisión, una mujer de envolvente calidez, encanto y afabilidad.

«Fue fabulosa cuando cogió el micrófono y presentó a Barack —dijo otro invitado—. Fue apasionada, graciosa y embriagadora en sus comentarios.»

Empezó diciendo que su casa de Montecito era un lugar sagrado para ella y explicando que lo llamaba The Promised Land porque estaba viviendo el sueño de Martin Luther King. Por esa razón, no la abría para cualquier acontecimiento. «Aquí es donde Stedman y yo vivimos nuestra vida privada —dijo—. No he participado en política porque nadie me había inspirado hasta ahora […] Después de todos mis años en los negocios, no confío en mucha gente, pero he aprendido a confiar en mi instinto […] Estoy convencida de que aquí tenemos a un hombre que puede cambiar las cosas y traer dignidad al pueblo de los Estados Unidos […] Creo en el destino. Si alguien tiene una vocación, nada puede impedir que ese destino se cumpla.» Dijo que, por esa razón, se había comprometido totalmente con Obama y estaba dispuesta a encajar todo lo que los medios lanzaran contra ella por hacerlo. Mencionó también el precio de 2.300 dólares del evento y dijo que nadie, «ni siquiera mi mejor amiga, Gayle», había entrado sin pagar.

Oprah comprendía lo que valía para Obama. Cuando habló de su respaldo en Larry King Live, dijo: «Creo que mi valor para él, mi apoyo, probablemente es mayor que cualquier cheque que pudiera extender». Los datos de la Federal Election Comission muestran que sólo extendió un cheque, por 2.300 dólares. Sin embargo, recaudó más de 3 millones de dólares para Obama, en California y, en Chicago, algunos de sus empleados de Harpo (Harpo Inc., Harpo Radio y Harpo Studios) proporcionaron fondos adicionales:

Jill Adams, productora: 250$

Judith Banks-Johnson, productora: 500$

William L.Becker, asesor general: 300$

Timothy Bennett, presidente: 2.300$

Tracey Carter, productora adjunta: 250$

Amy Coleman, supervisora de producción: 2.000

Lisa Erspamer, productora co-ejecutiva: 2.300$

John Gehron, director general: 250$

Aaron Heeter, freelance de producción: 250$

Dianne A.Hudson, asesora especial: 2.300$

John Keith, productor: 250$

Lindsey Kotler, secretaria ejecutiva: 250$

Joseph Lecz, jefe de producción: 250$

Elizabeth E.Moore, jefe de personal: 2.300$

Irma Norris, jefe de producción: 3.300$

Ellen S.Rakieten, vicepresidente ejecutivo: 2.300$

Davida Rice, abogada: 4.500$

Hilary Robe, productora adjunta senior: 500$

Sheri Salata, productora co-ejecutiva: 2.300$

Harriete Seitler, vicepresidente ejecutivo: 4.600$

James Slanger, ingeniero de audio: 500$

Erin Dailey Smith, investigadora: 250$

Stacy Strazis, productora: 500$

Oprah Winfrey, autoempleada: 2.300$

Andrea Wishom Young, productora: 2.000$

  Total:   36.800$

 

Después de su apoyo a Obama, Oprah sufrió las reacciones de algunos telespectadores, que arremetieron contra ella en sus tableros de mensajes: «¡¡¡Oprah es una traidora!!!»

«De mal gusto».

«Nunca más volveré a ver tu programa».

En 2008, la encuesta Harris anunció que Ellen DeGeneres había vencido a Oprah como personalidad de televisión favorita de los Estados Unidos, un puesto que Oprah había ocupado en los cinco años anteriores.

Doce semanas después de la recaudación de fondos en California, Oprah se lanzó a la carretera por Obama, volando con Gayle a Iowa para hablar en Des Moines (asistencia: 18.500 personas) y Cedar Rapids (asistencia: 10.000 personas) antes de que se la llevaran a toda prisa a Columbia, Carolina del Sur (asistencia: 30.000 personas) y Manchester (asistencia: 8.500 personas). En cada ciudad, los lugares reservados a los medios estaban atestados de cámaras de televisión de todo el mundo, a la espera de grabar lo que decía en su primera campaña.

Al principio, parecía incómoda, decía que le parecía que se había salido de su terreno y, de nuevo, hizo referencia a The Autobiography of Miss Jane Pittman y a cómo la mujer esclavizada buscaba al ‘elegido’ que conduciría a su pueblo a la libertad. «Pues bien, yo tengo fe en el 2008 y he encontrado la respuesta a la pregunta de Jane Pittman. ¡He encontrado la respuesta! Es la misma pregunta que está haciendo nuestra nación: “¿Eres tú el elegido? ¿Eres tú el elegido?”. Estoy aquí para deciros a todos, que sí, él es el elegido. Es el elegido […] ¡Barack Obama!»

Al llegar al otoño, Hillary y Obama habían dejado atrás a los otros seis candidatos demócratas; Hillary contaba con el abrumador apoyo de las mujeres, mientras que Obama despertaba el entusiasmo de las personas con un alto nivel de educación y de los activistas contra la guerra. Él ganó el caucus de Iowa; ella ganó las primarias de New Hampshire. El súper martes, ella ganó 836 delegados; él, 845. Su reñida carrera continuó hasta el 7 de junio de 2008, cuando Hillary puso fin oficialmente a su campaña y respaldó a Obama con elocuencia.

Durante los primeros meses de la campaña, Oprah había estado sola, cargando con la antorcha a favor de Obama, pero el 27 de enero de 2008, Caroline Kennedy, la hija de John F. Kennedy, anunció también su apoyo a Obama. En un artículo de opinión en The New York Times titulado «Un presidente como mi padre», Caroline Kennedy escribía: «Nunca he conocido un presidente que me inspirara de la manera que la gente me dice que mi padre los inspiraba. Pero, por vez primera, estoy convencida de que he encontrado al hombre que podría ser ese presidente […] no sólo para mí, sino para una nueva generación de estadounidenses». Con Caroline Kennedy llegó su prima Maria Shriver, y su tío el senador Ted Kennedy, cuyo respaldo galvanizó la campaña e hizo que se tambaleara la estructura de apoyo para Hillary Clinton, en especial entre los afroamericanos, que empezaron a ver que Barack Obama quizá tuviera de verdad posibilidades de ganar.

Cuando Oprah apareció en el Pauley Pavilion, en UCLA, flanqueada por Caroline Kennedy, Maria Shriver y Michelle Obama, se sentía lo bastante envalentonada para dirigirse a quienes la criticaban: «Después de Iowa, hubo algunas mujeres que tuvieron el atrevimiento de decirme: “¿Cómo has podido, Oprah, cómo has podido?” —dijo, imitando un acento nasal—. “Has traicionado a tu género”. La verdad es que soy una mujer libre. Soy una mujer libre —Lo repitió tres veces—. Ser libre significa que piensas por ti misma y decides por ti misma lo que vas a hacer. Así que os digo que no soy ninguna traidora. Sólo sigo mi propia verdad y esta verdad me ha llevado a Barack Obama.» Se burló de las mujeres que decían: «Soy una mujer; tengo que votar por una mujer». Enardeció a la multitud. «Como mujeres libres, tenéis el derecho a cambiar de opinión. No eres traidora porque ves un camino mejor y eliges seguirlo».

Al final del acto, Michelle Obama le dijo a una multitud enardecida: «Quiero que os marchéis e imaginéis a Barak Obama jurando el cargo».

Así que Oprah, que creía en los principios de El secreto, un libro que le había recomendado insistentemente a Obama, volvió a casa y creó un tablero de visión (verlo, creerlo, lograrlo). Puso la foto de Obama en el centro del tablero, junto a una foto del vestido que llevaría en la investidura. Luego empezó a visualizar el éxito que quería. Cuando en agosto Obama se aseguró la nominación demócrata, ella ya estaba absolutamente convencida de que era hijo del destino y sería elegido presidente.

«Me alegro mucho de haber tomado la decisión, a principios de año, de apoyarlo públicamente […] Muy pronto, decidí que incluso si perdía a todos los patrocinadores del programa […] hay un maravilloso pasaje en la Biblia (Mt, 16,26) que dice “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”. Si yo no hubiera apoyado a Barack Obama cuando lo hice, sé que habría perdido un pedazo de mi alma.»

La noche de las elecciones, Oprah, con un vestido verde vivo, con un ligero escote, se unió a la gozosa multitud de 125.000 personas, en el parque Grant, para aclamar al hijo favorito de Chicago como primer hombre de color en ser elegido presidente de los Estados Unidos de América. Con las lágrimas cayéndole por las mejillas, mostraba su alegría, en el lado bueno de la historia, y sabiendo que quizás había tenido un papel relevante.

«Mi tarea era hacer o facilitar que personas que quizá no supieran quién era Obama, lo conocieran —declaró—. Quería que fuera elegido, y creo que lo conseguí».

8. El término inglés grope significa tanto «andar a tientas» o «dar palos de ciego» como toquetear a una mujer. (N. de la T

9. Referencia a un puesto de feria con un personaje, real o de cartón, contra el que se tiran esponjas u otros objetos empapados en agua. (N. de la T.)

 
Epílogo

«Recuerdo a Oprah, de pie en la sala de control, observando a Phil Donahue hacia el final de su carrera y haciendo un gesto negativo con la cabeza —recordaba un ex empleado de Harpo—. Dijo: “Si sigo aquí tanto tiempo, dadme una buena patada en el culo y echadme”. Claro que esto no pasará nunca, porque nunca dejará su programa. No puede… necesita tanto estar en televisión como el aire que respira.»

La mayoría daba por sentado que sería necesaria una brigada de demolición, con pistolas eléctricas, para que Oprah se retirara, pero el 20 de noviembre de 2009, anunció que iba a poner fin a su programa, después de 20 años… cuando su contrato expirara en septiembre de 2011.

«Este programa ha sido mi vida —les dijo a los telespectadores con voz temblorosa— y lo quiero lo bastante para saber cuando es hora de decir adiós.»

Estas palabras provocaron un escalofrío y un «Oh, ¡Dios mío!» por todo el país y dispararon la luz roja de peligro por toda la industria televisiva. La marcha de Oprah de las cuatro de la tarde abriría un cráter en las emisiones diurnas y privaría a las emisoras locales, en especial las que eran propiedad y operadas por la ABC, de una introducción, con índices gigantescos, a la hora de los informativos de la noche. Las ramificaciones económicas eran potencialmente enormes.

Leyendo los titulares del día siguiente parecía que el cielo se había desplomado. El anuncio de Oprah ocupó las primeras páginas de la mayoría de periódicos, la portada de People y las emisiones de los informativos y dio lugar a un alud de comentarios, la mayoría de los cuales la elogiaban por abandonar antes que arriesgarse a que la noquearan unos telespectadores en disminución y unos índices flojos.

Alessandra Stanley la aplaudió en The New York Times por practicar «El elegante arte de dejarlo cuando todavía va en cabeza», y Gail Collins escribió una columna sobre «Poner cariño en la despedida»; Los Angeles Times lloraba las «Tardes sin Oprah», y The Wall Street Journal se preguntaba qué significaría su marcha para el futuro económico de Chicago.

Oprah dijo que tenía intención de concentrarse en OWN (Oprah Winfrey Netword) en asociación con Discovery Communications. El debut de OWN, anunciado en 2008, estaba originalmente programado para 2009. Ahora será en algún momento de 2011. Una vez lanzada, la cadena de Oprah sustituirá el Discovery Health Channel, que está disponible en 74 millones de hogares. En 2008-2009, The Oprah Winfrey Show, antes de que la nación pasara al sistema digital, llegaba a unos 110 millones de hogares. Actualmente, ven el programa unos 7 millones de personas cada día. Hay pocas dudas de que al pasar a OWN se reduciría espectacularmente su audiencia.

OWN tiene su base en Los Ángeles y, poco después de su anuncio, corrió la voz de que Oprah había dicho que quería retirar el dinero invertido en sus propiedades de Chicago, «lo antes posible», y añadió: «¿Por qué querría alguien quedarse en Chicago? Aquí hace un frío polar, y yo tengo una mansión en Montecito de la que no he podido disfrutar».

Aunque los medios nacionales lloraban la partida del Goliat diurno, los David de Chicago se apresuraban a coger sus hondas. «Su anuncio incita a preguntarse: ¿Importa?», inquiría Rick Kogan, del Tribune. «Con los años, se ha vuelto, con alguna justificación, cada vez más aislada y lejana, desconfiando de todos, excepto de un estrecho círculo de amigos y socios…». Con ironía, Phil Rosenthal, crítico de los medios para Trib, les dijo a los lectores: «Afrontadlo como mejor os parezca. Podéis preguntaros: “¿Qué haría Oprah?”, y luego llamad a vuestra mejor amiga Gayle para compadeceros».

El alcalde de Chicago, Richard Daley, estaba furioso por el tono adoptado por los medios de la ciudad y los culpó de empujar a Oprah a marcharse de la ciudad. A petición de Oprah, el alcalde había cerrado una parte de la avenida Michigan para el programa de inauguración de septiembre de 2009, que atrajo a 20.000 fans, creando un absoluto atasco en el tráfico, en mitad de la calle más concurrida de la ciudad. El caos no le pasó desapercibido a los periodistas, algunos de los cuales lo vieron como un ejemplo más del desmesurado orgullo de Oprah.

«Se ha convertido en una consigna silenciosa en la prensa de Chicago: “Cargaos a Oprah” —dijo el alcalde Daley—. Así que si le das patadas a alguien, una y otra vez, ese alguien se marchará; es así de sencillo.»

Oprah le devolvió el favor al alcalde y le dio su apoyo volando a Copenhague para acompañarlo, a él, al Presidente y a la Primera Dama, para presionar al Comité Olímpico Internacional para que los juegos de 2016 se celebraran en Chicago, una ciudad que había gastado 60 millones de dólares en su presentación. Cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) eliminó la candidatura de Chicago, casi de inmediato, y eligió a Río de Janeiro, la prensa de Chicago hizo que Oprah, el alcalde Daley y los Obama parecieran perdedores.

Meses más tarde, Stedman Graham declaró en Fox News, en Chicago, que la ciudad daba por hecho que siempre contarían con Oprah. «La verdad es que creo que no la valoran —dijo—. No creo que comprendan el valor de quién es, como ser humano, de lo que ha hecho, porque nadie es profeta en su tierra y, ¿saben?, ha atraído mucha atención nacional a Chicago […] Desde el punto de vista de alguien de dentro, no creo que reciba lo que se merece por ser quien es y por lo que ha hecho por la zona de Chicago […] Es natural que la gente piense que siempre va a estar ahí, hasta el día en que se marche y ya no tengan el programa […]».

Los críticos y columnistas de la prensa de Chicago censuraron duramente a Graham; uno de ellos escribió: «¡Uau! Vaya montonazo humeante de… opiniones cuestionables».

La vorágine de los medios de comunicación sobre la retirada de Oprah continuó durante días: «¿Por qué lo deja?», «¿Qué hará luego?», «¿Quién la sustituirá?» Las alarmantes predicciones sobre su salud inundaron Internet, junto con fotos que insinuaban que su peso la llevaría a una diabetes debilitante y a un inevitable ataque al corazón. El National Enquirer publicó una portada de Oprah, demacrada e hinchada, con un titular que clamaba: «¡Las juergas de bebida y droga de Oprah! ¡Stedman, harto, se marcha… para siempre!» «Oprah pagará 150 millones de dólares para comprar su silencio». Esto impulsó al siempre descarado David Letterman a anunciar: «Las diez principales señales de que a Oprah ya no le importa». La señal n.º 1 decía: «Sus tres últimos invitados han sido Johnnie Walker, Jim Beam y José Cuervo».

Empezó a parecer que su retirada de la televisión y su visible pérdida de influencia la convertían en un blanco lícito, después de años de trato reverencial. No obstante, mientras la pintaban como dipsomaníaca y la descartaban unos sondeos que (supuestamente) evidenciaban una popularidad cada vez menor, Oprah demostró que más valía no subestimarla y dio un golpe maestro que aumentó su lustre en el escenario mundial: llevó sus cámaras a la Casa Blanca para mantener una conversación privada con Barack y Michelle Obama, cuando se preparaban para pasar su primera Navidad como Presidente y Primera Dama. Su especial de una hora de duración, en el horario de máxima audiencia, representó para ABC el programa de entretenimiento más visto de la noche (11,8 millones) y demostró que Oprah Winfrey, a la edad de 55 años, no tiene intención de ceder su corona como reina de los programas de entrevistas en televisión.

En la primavera de 2010, Oprah salió en la lista TIME 100 de personas que habían cambiado el mundo para bien o para mal. En tanto que era la única persona que había aparecido en la lista 8 veces en 8 años, fue debidamente homenajeada por Phil Donahue, que escribió: «No tienes igual en la historia de los medios. No sólo eres una bomba, además eres guay: la chica soñada por millones de jóvenes ambiciosas a las que has inspirado en todo el mundo».

Decidida a reinventarse con su propia cadena («Todo Oprah, todo el tiempo», dijo un crítico), iba a presentar por cable lo que ya presentaba muy convincentemente en su revista: su filosofía de vida, con su desconcertante mezcla de craso materialismo y edificante espiritualidad.

Algunos críticos dijeron que sus fans no la seguirían al cable. Otros especularon que OWN nunca despegaría, citando sus problemas iniciales con la programación, el hecho de que ya habían sido contratados y despedidos tres consejeros delegados y que el jefe de programación había sido depuesto, todo lo cual ha retrasado la fecha de lanzamiento varias veces. Pero Oprah ya se había embarcado en su siguiente carrera, y el crítico de medios de The New Yorker, le predijo un éxito sin límites. «Oprah va a una empresa en crecimiento —dijo Ken Auletta—. Deja una nave escorada y aborda una nave espacial.»

Oprah también se llevaba su aureola a Hollywood, donde sería la reina entre las celebridades que adoraba. La ciudad había excitado sus fantasías de adolescente, cuando recorrió el Paseo de la Fama frente al Teatro Chino de Grauman. Después de aquel viaje, volvió a casa de su padre en Nashville y le dijo que iba a ser una estrella.

«Papá, me puse de rodillas y pasé la mano por todas aquellas estrellas de la calle y me dije: “Un día voy a poner mi propia estrella entre estas estrellas”», recordaba Vernon Winfrey. Supo entonces que nada detendría a su hija.

Después de que el Paseo de la Fama fuera ampliado, para dar cabida a las estrellas de la pequeña pantalla, antes despreciadas por el cine, Oprah consiguió su estrella. El 17 de junio de 2010, su nombre fue incluido, junto con otras personalidades de televisión (Neil Patrick Harris, Tina Fey, Danny DeVito, Ed O’Neill y John Langley), y estrellas de cine (Penélope Cruz, Bruce Dern, Laura Dern, Diane Ladd, Ed Harris, Gwyneth Paltrow, Sissy Spacek, Donald Sutherland y Reese Witherspoon).

Ahora, cuando Oprah se retira de las emisiones de televisión, la llama piloto que despertó sus ambiciones desde la infancia sigue ardiendo, y su trabajo y los aplausos que despierta continúan llenando su espíritu, dándole su mayor placer en la vida. En consecuencia, nunca se retirará. Sin hijos ni nietos, parece que llenará sus últimos años con la recompensa del trabajo. Es cierto que ha frenado un poco el ritmo y que, a veces, parece cansada y en ocasiones se muestra apática en su programa, esa hora diaria en la que estaba chispeante en el pasado. Durante el último año, sus productores han empezado a concertar más segmentos, para que el programa se mueva a un ritmo más rápido y nadie, incluida la presentadora, desconecte.

Mientras Oprah se embarcaba en su último año en la televisión, sus amigos la inundaban de homenajes. Anna Wintour, redactora-jefe de Vogue, le pidió que copresidiera la Gala Benéfica del Metropolitan Museum of Arts Costume Institute, en Nueva York, el evento de la moda del año, en el cual la mesa principal cuesta 250.000 dólares. La noche de mayo de 2010 se celebraba la moda estadounidense, razón por la cual, según dijo Wintour, había elegido a Oprah para que fuera la copresidenta: «Es la mujer americana». Acompañada por Oscar de la Renta, Oprah llevaba un vestido que él había diseñado para ella y cuya confección había necesitado de cuatro personas y 150 horas de trabajo.

Unos meses después, Henry Louis Skip Gates, presidió el jurado que seleccionó a Oprah para recibir el premio de Anisfield-Wolf, de Cleveland, a los logros de toda una vida, que suele concederse a figuras literarias como Langston Hughes, Toni Morrison y Martin Luther King, Jr. Luego, Maria Shriver anunció que entregaría a Oprah Winfrey la medalla Minerva, que había creado como Primera Dama de California para honrar a las mujeres que «sirven en la vanguardia de la humanidad».

Conforme se hace mayor, Oprah ya no dedica la energía necesaria a mantenerse en forma, y sigue con un sobrepeso de 34 kilos, cayendo en los genes de su madre, después de haber jurado que lucharía contra su herencia. En enero de 2005, Oprah posó para la portada de su revista, con aspecto de estar en buena forma física, brillante y glamurosa. Cinco años después, había aumentado 18 kilos. Esta vez, su aspecto en la portada era una versión ampliada de su anterior yo esbelto. «¿Cómo he dejado que volviera a suceder? —preguntó—. Estoy furiosa conmigo misma. Estoy avergonzada. No puedo creer que después de todos estos años, de todas las cosas que sé hacer, siga hablando de mi peso». Le echó la culpa a una tiroides defectuosa.

La responsabilidad al frente de su escuela de 40 millones de dólares en Sudáfrica también le ha pasado factura, en especial cuando los escándalos sexuales que implicaban a una responsable de dormitorios y a varias alumnas se arrastraban por los tribunales. La publicidad que rodeó el sórdido caso era desmoralizante y había quien se preguntaba cómo alguien, incluso con los enormes recursos de Oprah, podía cuidar de 300 niñas, a 14.000 kilometros de distancia. A pesar de todo, Oprah mantiene su compromiso con sus «niñas» y vuela a Sudáfrica una vez al año, por lo menos. Pero incluso en su propio jet privado, el viaje de 17 horas le pasa factura.

Pese al revés sufrido en los índices de audiencia de su programa, una caída en la circulación de su revista y un par de mellas en la armadura de su imagen pública, Oprah sigue siendo la mujer más influyente de su generación. Siempre ha vivido en ascenso e, incluso mientras entra en años, continúa apuntando hacia arriba.

Ha dominado su época alcanzando alturas inusuales e inesperadas y, al hacerlo, se ha convertido en un icono, especialmente para las mujeres. Ha roto todas las barreras que antes les impedían avanzar, y la historia de su vida inspira a otras muchas mujeres, porque Oprah nunca ha dejado de empujar hacia delante. Ha seguido siendo ambiciosa y, con toda probabilidad, lo seguirá siendo hasta el fin de sus días, porque siempre ha sido fiel a la poesía de Robert Browning, que escribió: «Lo que un hombre puede alcanzar debe ser más que lo que puede coger, si no, ¿de qué sirve el cielo?»

 
Información curricular
 (1984-2009)

OPRAH COMO ACTRIZ, INTÉRPRETE, ENTREVISTADORA, NARRADORA Y PRESENTADORA DE TV Y CINE

A. M. Chicago (1984–1985), Chicago WLS-TV, programa local diurno de entrevistas, primera emisión 2 enero 1984. Presentadora.

Survival: Everything to Live For (Según McCall’s, en agosto de 1987, Oprah tenía un Emmy en su despacho por este especial sobre el suicidio entre adolescentes).

When the School Bell Rings (1984), Chicago WLS-TV, programa para niños. Presentadora.

The Oprah Winfrey Show (1985–1986), Chicago WLS-TV, programa local diurno de entrevistas, sucesor de A. M. Chicago, estrenado 30 septiembre de 1985. Presentadora.

The Color Purple (1985), película, disponible en DVD, en el papel de Sofía.

Saturday Night Live (1986), NBC, comedia, primera emisión episodio 12 abril 1986. Presentadora invitada.

Native Son (1986), película, en el papel de Sr. Thomas.

Throw Momma from the Train (1987), película, comedia, disponible en DVD, ella misma.

Chicago Grapevine (1987), ABC, prueba piloto para comedia, grabado en abril de 1987 y rechazado en junio de 1987. Nunca visto públicamente, en el papel de presentadora de un programa de entrevistas.

Star-Spangled Celebration (1987), ABC, especial hora máxima audiencia, emitido 4 julio 1987. Copresentadora con Robert Urich.

Dolly (1987), ABC, primer episodio del segundo programa de variedades de TV de Dolly Parton, primera emisión 27 septiembre 1987. Cantante.

Pee-Wee’s Playhouse Christmas Special (1988), CBS, especial en horario de máxima audiencia, primera emisión 21 diciembre 1988, disponible en DVD. Ella misma.

America’s All-Star Tribute to Oprah Winfrey (1990), ABC, especial en horario maxima audiencia, estreno el 18 septiembre 1990. Recibió el America’s Hope Award de manos de Bob Hope.

Gabriel’s Fire (1990), ABC, «Tis the Season» episodio de la serie de James Earl Jones’s, estreno 20 diciembre 1990. Presentadora programa entrevistas.

Scared Silent (1992), NBC, CBS y PBS, documental, primera emisión 4/9/92; emitido en ABC 6 septiembre 1992. Presentadora.

The Fresh Prince of Bel-Air (1992), NBC, episodio «A Night at the Oprah» de la serie producida por Quincy Jones, primera emisión 9 de noviembre de 1992. Ella misma.

Lincoln (1992), ABC, documental, estrenado los días 26 y 27 de diciembre de 1992, voz de Elizabeth Keckley.

Learning Not to Hurt (1993), ABC, programa para adolescentes, debate, estrenado el 27 mayo 1993. Introducción.

All-American Girl (1995), ABC, episodio «A Night at the Oprah» de la serie de Margaret Cho, primera emisión 14 de febrero de 1995. Ella misma.

America’s Top Story (1995), Hearst Broadcasting, reunión/debate, primera emisión 1 de octubre de 1995. Presentadora.

The 68th Annual Academy Awards, ABC, productor Quincy Jones, emitido el 25 de marzo de 1996. Recepcionista oficial en la alfombra roja.

About Us: The Dignity of Children (1997), ABC, documental en horario máxima audiencia, productor coejecutivo Jeff Jacobs, Children’s Dignity Project. Presentadora.


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