SABÍAS QUE ? Las elecciones póstumas de Franco (1976)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Entre fugas, permisos y libertades condicionales, ninguno de los condenados permaneció en la cárcel más allá de 1992.

2. La mayoría de los condenados está hoy en paradero desconocido, aunque sus delitos prescribieron en 1997.

3. Los cuatro trabajadores que no murieron estaban tan mal heridos que salvaron sus vidas gracias a que los asesinos los creyeron muertos.

 

25 de enero

 

 Las elecciones póstumas de Franco (1976)

El domingo 25 de enero de 1976 se celebraron elecciones municipales en 4.253 localidades españolas. Se trataba de elegir alcalde en las capitales de provincia (salvo Madrid y Barcelona) y en las ciudades con más de diez mil habitantes. Destaquemos el hecho de que en 1976 no existía el sufragio universal en España y aún no se tenían en cuenta los votos obtenidos por unos y otros candidatos, sobre todo porque estos no representaban a ningún partido político, ya que no existían, por mucho que quisieran disfrazarse de ellos las jóvenes asociaciones políticas creadas durante el tardofranquismo.

El débil reformismo «desde arriba» del último presidente del Gobierno del régimen franquista, Carlos Arias Navarro, durante el primer año de la Transición política hizo inevitable su destitución en julio de 1976. Entretanto, el aparato del Estado seguía su camino político y administrativo, impulsado por la inercia del régimen, pero sin terminar de culminar. De hecho, tan solo dos meses después de la muerte de Franco, las elecciones municipales convocadas para el 25 de enero de 1976 no contribuyeron a formalizar el espíritu reformista de la sociedad en general y del rey Juan Carlos en particular, único valedor del cambio y con capacidad legal para producirlo, vista la escasa voluntad de Arias Navarro.

En general, los resultados de las elecciones municipales dejaron las cosas como estaban y solo sirvieron —que no es poco— para que la sociedad se diera cuenta de lo improcedente de su convocatoria. Para empezar, porque de los 58 municipios principales, esto es, las 48 capitales de provincia —sin contar Madrid y Barcelona— y las diez ciudades con más habitantes, en 39 repetirían sus alcaldes (dos de cada tres ayuntamientos), y, para terminar, porque el sistema restringido de voto, según lo dispuesto en la Ley de Bases del Régimen Local de 1945, abolía el sufragio universal y solo tenía en cuenta la calidad del voto, no su cantidad. El sistema por tercios familiar, sindical y corporativo impedía que un ama de casa acudiera a las urnas, pero permitía que un padre de familia, afiliado a algún sindicato del régimen y que perteneciera a alguna entidad económica, cultural o profesional de la corporación votara tres veces.

El domingo 25 de enero de 1976 en realidad se procedió a elegir alcaldes en las poblaciones con más de diez mil habitantes, con lo que la mitad de los municipios españoles se quedaban fuera de la convocatoria. Una minoría de los alcaldes electos pertenecía a alguna de las asociaciones políticas que el aperturismo franquista había permitido crear, aunque estas tenían un marcado corte conservador, como Unión del Pueblo Español (UDPE), la Unión Nacional Española (UNE) y el Frente Nacional Español (FNE). Salvo la Asociación Nacional para el Estudio de Problemas Actuales (ANEPA), que podría situarse en el centro del espectro político, la Ley de Asociaciones no era más que un mero formulismo político-judicial. Una tímida reforma la propició Adolfo Suárez con la aprobación en las Cortes de la Ley 21/1976, de 14 de junio, sobre el Derecho de Asociación Política, en junio de 1976, que supuso el trampolín para la posterior creación de verdaderos partidos políticos.


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