SABÍAS QUE ? La batalla de Montjuïc (1641)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. En los tres primeros meses de vigencia de la Ley 21/1976, el Registro de Asociaciones Políticas recibió veintidós solicitudes.

2. La media de edad de los alcaldes electos en 1976 superaba los cincuenta años, muy por encima de la de 2011, que rondaba los cuarenta y tres.

 

26 de enero

 

La política fiscal de la monarquía de Felipe IV, unida a la tradicional presión de las oligarquías urbanas sobre las clases populares, impulsó en 1640 un levantamiento campesino y popular en Cataluña que daría una nueva dimensión al conflicto político entre Madrid y Barcelona, aun cuando, fracasada la revolución, las cosas volvieran a su sitio.

El objetivo principal de los sublevados era aniquilar a los tercios que permanecían acantonados en Cataluña para recuperar el Rosellón de manos de los franceses. Pero pronto los ataques se dirigieron hacia los delegados reales y los nobles. Los sucesos del 7 de junio, conocidos como el «Corpus de Sangre» (Corpus de Sang), hicieron que Madrid optase por la represión armada. Así fue como el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, acordó la ocupación de Cataluña con el marqués de los Vélez al frente, que marchó al principado con un ejército de treinta mil hombres.

En septiembre, la clase dirigente catalana, encabezada por Pau Claris, presidente de la Generalitat, se movilizó para legitimar y organizar una resistencia armada contra las tropas reales, al tiempo que intentaba obtener ayuda militar de Francia. Lamentablemente, esto supuso para Cataluña el sometimiento a la monarquía francesa, de tal forma que para comienzos de 1641, cuando el ejército del marqués de los Vélez se encontraba casi a las puertas de Barcelona, la república recién proclamada por Claris caía en manos de Luis XIII, a quien se nombraba conde de Barcelona y se le juraba fidelidad, volviendo al formato de principado, eso sí, ahora bajo soberanía francesa.

El 26 de enero tuvo lugar un enfrentamiento encarnizado entre ambos contendientes por ocupar posiciones en la montaña de Montjuïc. Las tropas imperiales salieron muy mal paradas, pues, pese a su superioridad numérica, tuvieron que batirse en retirada ese mismo día debido al altísimo número de bajas que habían tenido en una sola jornada.

No obstante esta victoria catalana —gracias a las tropas del mariscal Du Plessis—, el proceso revolucionario republicano no tuvo el apoyo de las clases populares, que veían que una nueva oligarquía, compuesta por la alta nobleza, la administración e incluso la jerarquía eclesiástica, podría hacerse con el poder. Así pues, muchos de los cargos reales no tuvieron más remedio que jurar fidelidad a Felipe IV. Además, la ocupación militar francesa fue contraproducente, pues tuvo una duración incluso mayor que la de las tropas reales durante el intento de recuperación del Rosellón, y los comerciantes barceloneses vieron amenazados sus negocios por la llegada de mercaderes franceses.

En definitiva, tanto apego político-militar a Francia se había vuelto contra Cataluña, y el desencanto generalizado hacia el país vecino propició que muchos catalanes miraran hacia Felipe IV, con quien creían poder regresar a la situación anterior a la revolución de 1640. En efecto, poco más de una década después, Cataluña volvería a moverse de pleno en la órbita de la monarquía española.


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