SABÍAS QUE ? Narciso Monturiol sumerge el Ictíneo I en el puerto de Barcelona (1859)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Por lo escrito, el rey aragonés tenía, más allá de los reinos, la idea de una identidad trasnacional muy arraigada, además de nombrar a su protector, «el apóstol señor Santiago, patrón de nuestra España».

 

28 de junio

 

Aunque Narciso Monturiol cursó la carrera de Derecho, no ejerció la profesión y se consagró a la política y al estudio de la ciencia. Tendría algo menos de treinta años cuando, en la cercana Cadaqués (él nació en Figueras en 1819), haciendo observaciones sobre las dificultades de la pesca del coral, concibió la idea de un buque submarino que finalmente logró ver construido gracias a la protección económica de sus amigos una década más tarde.

Le costó, más que el dinero en sí, mucho tiempo y esfuerzo reunir los fondos necesarios para emprender el proyecto, que inició en 1857 tras formar una sociedad. Al año siguiente presentó un exhaustivo informe, técnico, científico y presupuestario sobre su proyecto, y se rodeó de un buen equipo de expertos, ya que él no era ingeniero, sino más bien «inventor», y reunió el dinero suficiente para diseñar un modelo experimental que estuvo listo en el verano de 1859.

El primer prototipo, al que llamó Ictíneo —por tener la forma de un pez—, consistió en una nave de madera, de estructura bicameral (exterior e interior), diez toneladas de peso, siete metros de eslora, dos y medio de manga y tres y medio de calado, en cuya cámara interior se podía alojar hasta cuatro tripulantes en sus siete metros cúbicos de espacio, que llenaría de oxígeno gracias a un depósito. Con este sistema doble podría obtener una mayor resistencia a la presión del agua y, por tanto, alcanzar una mayor profundidad —en teoría de cincuenta metros, que nunca consiguió—. Para ello dispuso de un espacio entre las dos cámaras, a modo de depósitos, por donde entraría el agua para iniciar la inmersión con la ayuda de unas hélices horizontales, que impulsarían la nave hacia abajo, y una serie de tanques y válvulas, más un peso móvil, que ayudarían a emergerlo de nuevo. De la propulsión se encargarían los tripulantes, que accionarían el mecanismo desde el interior.

A mediados de junio de 1859, la nave, teóricamente, estaba terminada. Solo quedaba echarla al agua y realizar las primeras pruebas. Aunque Narciso Monturiol presentó el prototipo el 23 de septiembre de 1859, la auténtica botadura del Ictíneo se realizó el 28 de junio, cuando se sumergió en aguas del puerto de Barcelona con relativo éxito: descendió hasta veinte metros de profundidad y se mantuvo sumergido casi dos horas.

El Gobierno, interesado, ofreció a Monturiol los medios para la construcción de un nuevo buque de mil doscientas toneladas, pero la promesa quedó incumplida y en 1864 Monturiol tuvo que constituir otra compañía que financiara un segundo Ictíneo, ya que el primero había sufrido un accidente en enero de 1862.

Aunque es probable que las ilusiones del inventor fueran excesivas, los expertos no tienen duda de lo genial de la idea y de las posibilidades que los Ictíneos encerraban, y muchos están seguros de que los habría convertido en realidad si hubiera contado con la protección y el apoyo del Estado español. Pero tan solo recibió la ayuda de sus amigos o de quienes tuvieron fe en él —por medio de aportaciones—, y esto hizo que Monturiol no llegara a perfeccionar un proyecto al que dedicó toda su vida.


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