SABÍAS QUE ? La conquista de Zaragoza (1118)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Entre los que han dejado por escrito su admiración por la figura del duque de Osuna destacan Quevedo, su antiguo secretario, y Lope de Vega.

2. Pedro Téllez-Girón, amante del arte, practicó el mecenazgo durante su estancia en Italia y encargó, entre otros, un cuadro a José de Ribera, El calvario (1618), que hoy se encuentra en la Colegiata de Osuna.

3. Tuvo una esposa, que le dio dos hijos, y muchas amantes. Con tres de ellas tuvo al menos cuatro hijos más.

 

18 de diciembre

 

 La conquista de Zaragoza (1118)

El asesinato de Sancho Garcés (1076), rey de Pamplona, propició que Sancho Ramírez de Aragón lo sucediera en el trono con el apoyo de los propios nobles navarros. Por aquellos años, el territorio del reino de Aragón tenía una extensión limitada por los musulmanes, que por entonces llegaban hasta la región del Somontano. Sancho inició los primeros ataques a Huesca, pero murió durante su asedio (junio de 1094). De hecho, fue su hijo, Pedro I de Aragón, quien logró conquistarla. Las tierras recuperadas por padre e hijo entre 1094 y 1104 fueron repobladas durante los primeros años del reinado del nieto, Alfonso I de Aragón.

Pero en aquel momento, en la primera década del siglo XII, Zaragoza era uno de los principales reinos de taifas de la península Ibérica, y la capital fue consolidada por los almorávides en el año 1110. El matrimonio del rey aragonés con Urraca de Castilla y la intervención en las guerras por la sucesión de Alfonso VI de León interrumpieron la expansión aragonesa, que se reanudó en 1117, cuando el rey navarro-aragonés dejó a un lado los asuntos castellanos. Alfonso, muy influido por los templarios y los hospitalarios, planeó entonces una gigantesca cruzada destinada a expulsar a los musulmanes de la Península. La cruzada contra Zaragoza, en la que participaron numerosos francos dirigidos por el gascón Gastón de Bearne, vasallo de Alfonso, comenzó en mayo de 1118, tras haber expuesto en el Concilio de Toulouse de aquel año su idea expansionista, recubierta de sentimiento cruzado y religioso, y haber obtenido el beneplácito del papa Gelasio II por medio de una bula que, en efecto, concedía el carácter de cruzada el ataque a la ciudad.

A la conquista de Zaragoza se unieron castellanos, navarros y catalanes, además de franceses, como el aquitano Céntulo de Bigorra y el citado Gastón de Bearne, ambos con gran experiencia en el asedio de plazas bien fortificadas. Pero el rey aragonés no pudo llegar a Zaragoza hasta unas semanas después de que se iniciara el sitio, ya que se encontraba en ­Castilla.

Zaragoza aguantó todo el verano y casi todo el otoño, pese a que las tropas cristianas emplearon la tecnología militar que había permitido tomar Jerusalén veinte años atrás. Pero fue el hambre la principal arma que los aliados blandieron durante esos meses. En efecto, a finales de noviembre, los asediados iniciaron negociaciones, que culminaron con la capitulación, el 11 de diciembre, por medio de la cual se daba un plazo para la entrega o el abandono de la ciudad. La impaciencia de el Batallador in­terrumpió los términos acordados para la rendición de la ciudad, puesto que él mismo entró en Zaragoza una semana después, el 18 de diciembre, y ocupó el alcázar musulmán (actualmente queda en pie el torreón de la Zuda), sede del gobierno almorávide. Zaragoza, que pasaba así a formar parte de la llamada «Reconquista», era la puerta que abría la toma de otras ciudades y la expansión definitiva del reino de Aragón.


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