SABÍAS QUE ? Muere Mariano José de Larra (1837)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Arias Navarro jamás entregó su programa a Franco, ni siquiera para su sometimiento a la aprobación o rechazo de la Jefatura del Estado.

2. Aquel día se dictó la Orden de 12 de febrero de 1974 por la que se eliminaba el trabajo infantil, se protegía a los niños y jóvenes, y se dictaron normas de regulación de las guarderías infantiles laborales.

 

13 de febrero

 

 Muere Mariano José de Larra (1837)

El más notable de los escritores costumbristas de la primera mitad del siglo XIX se distinguió por su aguda sátira, ejercicio muy arriesgado en la década ominosa (1823-1833) del reinado de Fernando VII. La época en que vivió, su pensamiento público, su modus vivendi —sobre todo el personal— y su forma de morir le colocaron como figura del prototipo romántico.

Mariano José de Larra nació en Madrid (1809), pero a los pocos años su afrancesado padre tuvo que exiliarse con su familia en el país vecino tras la vuelta del absolutismo a España, si bien, antes de que se iniciara el Trienio Liberal de 1820, su familia ya estaba de vuelta. Con apenas dieciséis años inició sus estudios universitarios (Derecho y Medicina), que no terminó, y antes de cumplir veinte, trabajando como administrativo, ya acudía a tertulias en las que se difundían las últimas corrientes literarias.

Sus dotes de periodista las desarrolló en 1828 a través de su propia publicación, la efímera (cinco números) pero influyente El Duende Satírico del Día, en el que aparecen artículos tan célebres como «El café». Al año siguiente se casó a regañadientes con Pepita Weltoret, mujer que no le daría amor pero sí tres hijos, el último de ellos poco después de que Larra abandonara el domicilio conyugal. Esta es la época en que su relación sentimental con Dolores Armijo —mujer casada y con un hijo, a la que conoció en 1831— marcaría su vida en una ida y venida de encuentros y desen­cuentros que culminará en 1834, cuando ella lo abandonó.

Mientras esto ocurría, Larra creaba otra publicación (1832), El Pobrecito Hablador, que iniciaría un nuevo género periodístico de opinión. Es en esta revista donde desarrolló su vis más satírica y sarcástica, presentando los vicios más rancios de ciertos sectores de la sociedad: así, en «¿Quién es el público y dónde se encuentra?» critica la situación del mundo del teatro; en «Vuelva usted mañana», la desidia y la negligencia del funcionariado; en «Casarse pronto y mal», las convenciones sociales, en «El castellano viejo», el casticismo, y en «La muerte del Pobrecito Hablador», la falta de libertad de expresión. Su labor como periodista profesional la inició en la Revista Española (1832), donde comenzó a firmar artículos con su sobrenombre más famoso: Fígaro. Bajo este seudónimo desarrolló el artículo de costumbres y, sobre todo, su visión política. Fue tal su éxito que con esta rúbrica escribió para El Mundo, El Observador, El Redactor General y la revista Mensajero.

Tras la ruptura con Dolores Armijo, Larra emprendió un viaje de casi dos años por diferentes ciudades de Europa. A su vuelta, en 1836, encontró cabida profesional en El Español, diario favorable a la política reformista de Mendizábal que ilusionó a Fígaro solo hasta que fue llevada a la práctica. Su desánimo caló incluso en sus últimos artículos, todos de ambiente fúnebre y gélido, como «El día de difuntos de 1836», «Horas de invierno» o «La Nochebuena de 1936».

Desde 1834 todos sus intentos de reconciliación con Dolores Armijo fueron inútiles, incluido el último, el del 13 de febrero de 1837. Aquella tarde-noche, ella, acompañada de su cuñada, acudió a la casa Larra en Madrid para decirle que no había nada más que hablar. En cuanto las visitantes abandonaron el piso, un estruendo retumbó en todo el edificio. Un corazón roto, un disparo, una cabeza destrozada.


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