SABÍAS QUE ? Fernando VII jura la Constitución de 1812 (1820)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. Aunque Juan II falleció en Valladolid y fue sepultado en la iglesia de San Pablo, su hija Isabel ordenó trasladar su cuerpo a la Cartuja de Miraflores, cerca de Burgos, donde el rey había querido «descansar». Más tarde ordenaría lo mismo con los cuerpos de su hermano Alfonso y de su madre.

2. Según se cuenta, el rey Juan, víctima de una depresión en sus últimos años de vida, dijo poco antes de morir: «Naciera yo hijo de un labrador y fuera fraile del Abrojo [un monasterio cercano], que no rey».

 

7 de marzo

 

 Fernando VII jura la Constitución de 1812 (1820)

Las consecuencias del pronunciamiento de Riego del 1 de enero de 1820 duraron todo el tiempo que el régimen de Fernando VII no pudo, o no supo, atajar. A finales de febrero, ni siquiera el Gobierno reaccionaba con determinación a la ola de pronunciamientos constitucionales que se estaba produciendo en diferentes puntos de España. Es por ello que, llegada la primera reacción del rey, esta fuera, curiosamente, en su contra.

Muy probablemente llevado por presiones de quienes le rodeaban, a principios de marzo Fernando se decidió a llevar a cabo las reformas que necesitaba España mediante un decreto en el que reconocía los males que aquejaban al país. Que hiciera esto parecía lógico, pero que pasara a encabezar el movimiento liberal era de locos. Y, sin embargo, así fue.

«Con arreglo a la observancia de las Leyes fundamentales que tengo juradas», el 7 de marzo, Fernando VII ordenaba celebrar Cortes y se comprometía a jurar la Constitución de 1812. Y es que, temeroso, tal vez, de ver en peligro la Corona, e incluso su vida, el rey se vio obligado a aceptar el triunfo de la revolución con el juramento de la Pepa y el nombramiento de una Junta, señal inequívoca de que pocos confiaban en él —ya había demostrado prácticamente todo de lo que era capaz—. Esto supuso también el triunfo del liberalismo efectivo por primera vez en España, porque por fin se pondrían en práctica leyes y decretos que ni las Cortes de Cádiz consiguieron promulgar.

Entre el 7 de marzo y el 9 de julio, fecha esta última en que se reunieron las Cortes, tuvo lugar la transición política que dio paso a la segunda etapa del liberalismo español, en el que comenzaron a entrar en vigor leyes referentes a la política interna, primero, y de carácter económico y social, después. Y la pieza clave de todo esto no fue Fernando, sino la Junta Provisional, que aseguró el éxito de la revolución de Riego y que estaba formada por diez reconocidos liberales que estuvieron en Cádiz, aunque no por los más importantes, ya que estos se encontraban en la cárcel o fuera de España, bien desterrados, bien exiliados. También fue relevante el juramento de la Constitución que las tropas de la guarnición de Madrid celebraron el 20 de marzo, antaño reunidas para frenar los movimientos independentistas de las colonias americanas, en favor, lógicamente, del absolutista Fernando VII, y ahora dispuestas a apoyar el régimen liberal. Este hecho culminaría mientras se sucedían las sesiones de las Cortes, el 13 de julio, con el manifiesto del general Villacampa, por el que los militares juraban garantizar la monarquía constitucional.

Pero la monarquía constitucional no duró ni tres años. En abril de 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por Francia con la connivencia del rey nefasto devolverían a España otro periodo lamentable (la «década ominosa» de 1823-1833), aún más largo y represivo si cabe que el anterior (el sexenio absolutista de 1814-1820). Fernando VII no volvería a ceder su poder sino con su muerte.


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