SABÍAS QUE ? Asesinato de Cánovas (1897)

¿SABÍAS QUE…?

 

1. El catalanista Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista, resumió a la perfección en una frase la razón de la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial: «Somos neutrales porque no podemos ser otra cosa».

2. En 1914, la mayoría del armamento español era decimonónico, y el recién nacido Servicio de Aeronáutica Militar (1913) no estaba capacitado siquiera para competir con ninguna potencia militar occidental.

 

8 de agosto

 

 Asesinato de Cánovas (1897)

El domingo 8 de agosto de 1897, a las cinco menos cuarto de la tarde, se emitía el siguiente telegrama dirigido a los periódicos de España: «El señor Cánovas ha sido víctima de un atentado en Santa Águeda. Hallándose en un banco leyendo un periódico, un anarquista napolitano le disparó tres tiros que desgraciadamente hicieron blanco en la persona del presidente del Consejo. Este levantóse del asiento y gritó ¡Infame! ¡Viva España!, cayendo al suelo. El señor Cánovas murió a la una de la tarde».

Así acabó la existencia de sesenta y nueve años del político malagueño que se hizo escritor e historiador y que se convertiría en uno de los más grandes personajes no solo del siglo XIX, sino de la vida parlamentaria española. Murió mientras descansaba en un balneario cercano a Mondragón (Guipúzcoa), cuando era presidente del Gobierno de España. Michele Angiolillo Lombardi, corresponsal de un periódico italiano, consiguió las credenciales para penetrar en el interior del balneario y llevar a cabo su venganza en respuesta por las represalias contra los autores del atentado que acabó con la vida de doce personas durante la procesión del Corpus de 1896 en Barcelona.

Afiliado al Partido Moderado, Antonio Cánovas del Castillo, en premio a sus brillantes campañas periodísticas, fue elegido diputado para las Cortes Constituyentes de 1854 con tan solo veintiséis años. Más tarde fue nombrado gobernador civil de Cádiz, director general de Administración, subsecretario de Gobernación y ministro de la Gobernación (1864) y de Ultramar (1865).

Retirado de la vida pública a causa del advenimiento de la Primera República, en 1872 fue elegido de nuevo, trabajó y conspiró para el retorno de la dinastía borbónica y, tras restablecerse esta —por la insurrección en Sagunto del general Martínez Campos—, se convirtió en el primer presidente del Consejo de Ministros de Alfonso XII. A decir verdad, fue el auténtico autor de la Constitución de 1876 —redactada por Manuel Alonso Martínez—, la más larga de todas las Cartas Magnas españolas hasta el momento de imprimirse estas líneas, así como el árbitro de la política durante la regencia de María Cristina mientras Alfonso XIII fue menor de edad.

Como líder del Partido Conservador, consiguió ponerse de acuerdo con su máximo rival político, Práxedes Mateo Sagasta, dirigente del Partido Liberal, para conducir el periodo monárquico constitucional postrepublicano que se ha dado en llamar la etapa del «turno de partidos», o de los «turnos pacíficos», en la que ambos se alternaron la presidencia del Gobierno entre 1876 y 1897 —Sagasta la ocuparía dos veces más hasta 1902—, creando un sólido sistema bipartidista, en el que el político malagueño creía firmemente, basado en el modelo británico de monarquía parlamentaria y en la alternancia en el poder, aunque tutelado desde la derecha moderada del espectro político.


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