¿SABÍAS QUE…?
1. Si en 1936 la población reclusa española era inferior a veinte mil personas, en 1939 alcanzó la cifra oficial de doscientas setenta mil.
2. Se calcula que de 1936 a 1939, bien por motivos bélicos, bien por enfermedades o privaciones, todos los días moría una de cada cien personas en España.
2 de abril
Expulsión de los jesuitas (1767)
La Compañía de Jesús se había constituido desde su fundación (1534) en un universo cerrado de gran prestigio en el que sus miembros recibían una sólida formación intelectual. Ningún Gobierno europeo de vocación absolutista vio jamás con agrado la orden de san Ignacio de Loyola (1491-1556). Y es que la actividad de la Societas Iesu fue alcanzando cada vez cotas más altas de poder como genuina representante de la Contrarreforma, que en el siglo XVIII había dejado de ser prioritaria. De hecho, los procesos inquisitoriales contra otros sectores de la sociedad culta española —como la masonería— sustituyeron en buena medida a los iniciados contra judíos y protestantes, que ya no eran los enemigos más peligrosos para la monarquía. Es por ello que los recelos de la administración de Carlos III hacia los jesuitas no fueron, ni mucho menos, estrictamente religiosos.
La ya difícil situación de los jesuitas se vio agravada en tiempos de Fernando VI en cuanto se supo que, en los territorios de ultramar, la Compañía de Jesús estaba fomentando la constitución de repúblicas cristianas en las misiones de Paraguay al margen de la dependencia regia, algo que comenzaba a afectar a la estrategia política de la Corona española. A este hecho objetivo vino a sumarse otro acontecimiento, el motín de Esquilache de marzo de 1766, cuyas consecuencias fueron provocadas por imputaciones que ya no tenían nada de objetivas, por muy verosímiles que fuesen: la Compañía de Jesús fue acusada de instigar las revueltas para provocar que el antijesuita Manuel de Roda dejase la Secretaría de Gracia y Justicia. Tras un minucioso informe redactado por el fiscal Pedro Rodríguez Campomanes, trasladado en junio de 1766 al conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, se constituyó una sala especial para deliberar sobre el asunto, de la que quedaron excluidos los consejeros adictos a la Compañía. La resolución, por tanto, se desprendía claramente de dicho informe, y el Consejo de Castilla mostró su acuerdo. Solo restaba ejecutar la sentencia.
En la madrugada del mismo día en que se publicaba la «Pragmática Sanción de su Magestad en fuerza de ley para el estrañamiento de estos Reynos á los Regulares de la Compañía, ocupación de sus Temporalidades, y prohibición de su restablecimiento en tiempo alguno, con las demás precauciones que expresa», 2 de abril de 1767, todas las casas y dependencias de la Compañía de Jesús fueron rodeadas, y sus miembros, arrestados. A todos ellos les leyeron el decreto de expulsión contenido en dicha sanción. Después se confiscaron los bienes y pertenencias de los jesuitas y rápidamente se procedió al traslado de los detenidos a distintos puertos marítimos de España, desde donde fueron trasladados, en su mayor parte, a dominios pontificios. Pero el daño ya había trascendido al exterior: ni siquiera en estos lares fueron bien recibidos.